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91.89% The Charm of the Beast / Chapter 102: Veintisiete. En compañía.

Capítulo 102: Veintisiete. En compañía.

Los invitados habían llenado la casa de los Cullen. Todos estaban cómodos ya que ninguno dormía, así que no teníamos que preocuparnos por los cuartos. Lo único que si había sido un problema en su momento fue la hora de la comidas. Nuestros compañeros se portaron lo mejor que pudieron. Cazaron fuera del estado para evitar los alrededores de Forks y la reserva de La Push. Edward se comportó como un buen y cortés anfitrión, prestando los autos cuando alguien lo necesitaba. Me hacía sentir un poco incomoda que se alimentaran tan cerca de aquí, pero no podía decir nada porque después de todo ese tipo de alimentación es la normal para un vampiro.

Jacob y Leah estaban molestos. Los licántropos existían para prevenir la pérdida de vidas humanas, y ahora debían cerrar los ojos ante lo que consideraba asesinato, aunque se pasara fuera del territorio defendido por la manada. Bajo estas circunstancias y con <Mis angelitos> en tan grave peligro, mantenían la boca cerrada y miraban con mala cara al suelo.

Me sorprendió la facilidad con que los vampiros aceptaron a Jacob y a Leah, ya que los invitados fingían no verlos ni como personas ni como posibles comida. A Seth, Quil y Embry se les asignó patrullar con Sam por el momento. Jacob y Leah se habrían unido si pudieran soportar lejos de sus improntas, que ahora estaban dejando fascinados a los amigos de Carlisle. 

Hicimos todo lo que habíamos hecho con los Delani como una media docena de veces. Primero para Peter y Charlotte, los cuales habían sido enviados por Alice y Jasper sin ninguna explicación. Como la mayoría de sus conocidos, seguían sus instrucciones a pesar de la falta de información. Alice no les había dicho nada sobre la dirección a la que se dirigían ella y Jasper. No habían hecho ninguna promesa de que volviéramos a verlos en el futuro. 

Aunque sabían de la regla sobre los niños inmortales, ni Peter ni Charlotte habían visto jamás a uno, de modo que su reacción negativa no fue tan mala como la de los Denali al principio. Habían escuchado la "Explicación" de <Mis angelitos> solo por curiosidad y solo eso fue necesario. En esos momentos estaban tan comprometidos con la tarea de servir de testigos como la familia de Tanya. 

Carlisle había enviado amigos desde Irlanda y Egipto. 

El primero en llegar fue el clan de los irlandeses y fue fácil convencerlos. Siobhan era su líder: una mujer de gran presencia, cuerpo enorme y tan hermoso. Pero tanto ella como su compañero de rostro serio, Liam, estaban más que acostumbrados a confiar en el juicio del miembro más joven del aquelarre. La pequeña Maggie no tenía una presencia física tan imponente como los otros dos, pero tenía el don de saber cuándo le mentían y sus juicios nunca se discutían. Maggie declaró que Edward decía la verdad, así que Siobhan y Liam aceptaron la historia incluso antes de que mis bebés se metieran es sus cabezas. 

Con Amun y los otros vampiros egipcios fue diferente. A pesar de que los dos miembros más jóvenes de su aquelarre, Benjamín y Tia, quedaron convencidos por la explicación de Soo y Mi, Amun rehusó a que Mi se metiera en su mente y ordenó a su aquelarre que se fueran. Benjamín, un vampiro extrañamente alegre y despreocupado, convenció a Amun de que se quedara. El jefe del aquelarre no se fue, pero continuó negándose dejar a Mi mostrarle su explicación y no permitió que tampoco lo hiciera su compañera, Kebi. Parecía un grupo raro. Amun era el miembro más antiguo y el líder indiscutido. Kebi estaba tan pegada a él que parecía su propia sombra y nunca la oí decir nada. Tia, la compañera de Benjamín era también una mujer tranquila, aunque cuando hablaba lo hacía con una gran perspicacia y discreción. Vi cómo Eleazar miraba al chico con ojos abiertos sorprendido y supuse que tenía un talento asombroso que llamaba la atención.

—Su don es tan singular que a Amun le aterroriza perderlo. Igual que nosotros planeamos mantener a Soo y a Mi fuera del conocimiento de Aro, él ha intentado mantenerlo fuera de su atención. —me explico Edward. —Amun creó a Benjamín a sabiendo que iba a ser especial. —

—¿Cuál es su don? —pregunte. 

—Algo que Eleazar no había visto nunca antes. Algo de lo que nunca habíamos oído hablar siquiera. Algo contra lo que tampoco tu escudo podría hacer nada. Puede influir en los elementos de la naturaleza: tierra, aire, agua y fuego. Hablamos de una manipulación física real, nada de ilusiones de la mente. Benjamín aún está experimentando con ello y Amun pretende moldearlo para convertirlo en un arma, pero ya ves lo independiente que es, no permite que nadie lo use. —

—Te cayó bien. —dije. 

—Tiene un sentido muy claro del bien y del mal y por supuesto, que me iba a gustar su actitud. — 

Emmett y Rose enviaron a los amigos nómadas de Carlisle que pudieron encontrar.

El primero en llegar fue Garrett, un vampiro alto, ojos rojo sangre y cabello color rubio que amarraba a la nuca con una cuerda de cuero. Rápidamente supimos que era un aventurero. Me imaginé que habría aceptado cualquier reto que le hubiéramos presentado, nada más que para probarse a sí mismo. Le cayeron muy bien las hermanas de Denali, y se pasaba el tiempo formulando preguntas infinitas acerca de su estilo de vida poco habitual. Me pregunté si el vegetarianismo era otro desafío que tomaría sólo para ver si era capaz de hacerlo. 

Mary y Randall también vinieron y eran amigos ya, aunque no viajaban juntos. Escucharon la historia de mis bebés y se quedaron para atestiguar, igual que los demás. Como los de Denali, estaban considerando su actuación en el caso de que los Vulturis no se detuvieran a escuchar explicaciones. Los tres nómadas consideraron la idea de permanecer con nosotros.

Como era de esperar, Jacob y Leah se volvían cada vez más ariscos con cada nuevo recién llegado. Se mantenían a distancia cuando podían y cuando no, intentaban estar cerca de Soo y Mi. 

Carlisle y Esme volvieron en una semana mientras que Emmett y Rosalie lo hicieron unos días después. Todos nos sentimos más aliviados cuando llegaron a casa. Carlisle trajo con él un amigo más, aunque no sé si se podría considerar un "Amigo". Alistair era un vampiro inglés que consideraba a Carlisle como su relación más cercana, aunque solo lo visitara una vez cada siglo. Alistar prefería viajar solo y se miraba que no quería estar aquí, así que Carlisle tuvo que recordarle todos los favores que le debía para que lograra aceptar. 

Alistar le creyó a Carlisle sobre el origen de Soo y Mi, por eso se rehusó a que Mi se metiera en su mente y proyectara sus vivencias. Edward nos había contado que alistar tenía miedo de estar aquí, pero le tenía más miedo al veredicto final. No le gustaba ningún tipo de autoridad, así que recelaba cualquier contacto con los Vulturis.

 

—Es más que obvio que ahora sabrán que estoy aquí. —escuchamos reclamar a Alistar desde el ático, el cual era su lugar favorito, o más bien escondite favorito. —No hay forma de que Aro no lo sepa. Esto costara siglos de huidas. Cualquiera con quien Carlisle haya hablado en la última década estará en su lista negra. No me puedo creer cómo he aceptado meterme en esto. ¿Qué manera es ésta de tratar a los amigos? —

Si tenía razón en lo de huir de los Vulturis el sería el primero en irse. Alistar era rastreador, no tan bueno como Demetri, pero eso no era lo interesante, lo interesante era que había una fuerza invisible que lo empujaba a irse y rastrear hacia una dirección, y esa dirección era siempre la más alejada de un peligro posible. 

Horas después llegaron un par de amigos más, y eso fue inesperado ya que ni Carlisle ni Esme pudieron ponerse en contacto con las Amazonas.

—Carlisle. —saludó una de ellas. 

Eran dos mujeres muy altas y de aspecto salvaje. No llevaban nada más que pieles de animales, túnicas grandes y pantalones pegados que tenían atados con cintos de cuero. Eran muy interesantes de ver.

Las había enviado Alice, eso nos sorprendió. ¿Por qué estaban Alice y Jasper en Sudamérica? 

—¡Zafirina, Senna! Pero… ¿Dónde está Kachiri? —preguntó Carlisle. —Nunca las había visto a las tres separadas. — 

—Alice nos dijo que necesitábamos separarnos. —contestó Zafrina con una voz ruda. —Es muy incómodo estar así, pero Alice nos aseguró que nos necesitaban aquí, mientras que ella necesitaba mucho a Kachiri en otro lugar. Eso fue todo lo que pudo decirnos, creo que tenían algo de prisa. — 

Aunque se miraban muy rudas no dudaron en darles una oportunidad a <Mis angelitos> y escucharon todas las pruebas que ellos les podían dar. Al igual que los demás quedaron encantadas con Soo y Mi.

Edward me había dicho que estaba emocionado de que las amazonas decidieran venir, porque Zafrina tenía un don muy sorprendente y algo parecido al mío. 

—Es una ilusión muy impactante. —explicó Edward cuando descubrió que las ilusiones no me afectaban. Zafrina estaba intrigada por mi inmunidad, algo que jamás se había encontrado antes. —Puede hacer que la mayoría de la gente vea lo que ella quiera y vea eso y nada más. Por ejemplo, justo ahora tengo la sensación de estar en mitad de la selva. Todo se mira tan real que es muy posible que me lo creyera si no fuera porque todavía puedo sentirte entre mis brazos. —

Los labios de Zafrina se torcieron en su ruda versión de una sonrisa y un segundo más tarde, los ojos de Edward se enfocaron de nuevo y él le devolvió la sonrisa. 

—Impresionante. —comentó él. —Ella se enfoca en la mente y tú en lo físico. — 

Mis bebés estaban fascinados por la conversación, así que Mi se acercó a Zafrina, mientras Soo la seguía de cerca. 

—¿Podemos verlo también? —pregunto Soo. 

—¿Qué es lo que quieren ver? —preguntó Zafrina.

—Lo que Appa ha visto. —dijo Mi. 

Zafirina asintió y yo observé con un poco de ansiedad cómo los ojos de Soo y Mi miraban al vacío. Un segundo más tarde una sonrisa creció en sus rostros. 

—Más. —pidió Mi. 

Después de eso resultó difícil mantener a Mi lejos de Zafrina y sus "Dibujitos bonitos", por otro lado Soo se aburrió rápidamente de ellos y mejor me pidió que le hiciera yo un par de ilusiones de animales para jugar. 

Lo bueno es que mis niños se entretenían con los dones de Zafrina y los míos. 

Por otro lado, la primera vez que intenté aprender a luchar no me fue tan bien como pensé que me iría. 

Edward no tardo nada en inmovilizarme, pero en vez de permitir que luchara para liberarme, dio un salto y se alejó de mí. Supe de inmediato que algo estaba mal, se quedó inmóvil como una piedra, mirando a través del prado donde estábamos practicando. 

—Lo siento, corazón. —se disculpó. 

—Estoy bien. —dije. —Empecemos otra vez. —

—No puedo. —

—¿Cómo que no puedes? Si apenas empezamos. Vamos, si no me ayudas no mejorare. —

Edward no dijo nada. Salté sobre él, pero no hizo nada para defenderse y nos caímos al suelo. Tampoco hizo ningún movimiento cuando puse mis labios sobre su yugular. 

—Gane. —dije. 

Entrecerró los ojos y no dijo nada. 

—¿Amor? ¿Por qué ya no quieres enseñarme? —pregunte haciendo un puchero.

Guardo silencio y después de un minuto me dijo:

—Simplemente, es que... no lo soporto. Emmett y Rosalie saben tanto como yo, y Tanya y Eleazar es probable que mucho más. Pídeselo a alguno de ellos. — 

—¡Eso no es justo! Tú eres bueno en esto. Ayudaste a Jasper cuando luchaste con él y los otros. ¿Por qué yo no? ¿Qué hago mal? — 

Él suspiró, desesperado.

—No puedo mirarte de esa manera, analizándote como un objetivo, buscando todas las maneras en las que puedo matarte... —se estremeció. —Se me hace demasiado real. No tenemos tanto tiempo para que en realidad importe quién te enseñe. Cualquiera será capaz de mostrarte los principios fundamentales. —

Hice un puchero. 

Acaricio mi labio. 

—Además, no será necesario, porque los Vulturis se detendrán. Haremos que entiendan. —

—Pero ¿Y si no es así? Necesito aprender esto. —

—Encuentra otro maestro. —

Y ésa fue nuestra última conversación sobre el asunto, porque no logre que el fuera mi maestro de nuevo. 

Emmett fue el más animado en ayudarme, aunque su estilo de maestro parecía más una venganza por todos las vencidas que había perdido contra mí. Estaba molida y si fuera humana estoy segura de que ni siquiera podría moverme. Rose, Tanya y Eleazar tuvieron mucha paciencia al momento de ayudarme. Sus lecciones me recordaron a las instrucciones de lucha que Jasper dio a los otros hace años. Algunos de nuestros visitantes encontraron interesante mi educación, y otros incluso se ofrecieron a ayudar. Garrett hizo varios turnos y encontré que era un maestro sorprendentemente bueno. Se relacionaba con todo el mundo con tanta facilidad que me preguntaba por qué nunca había encontrado un aquelarre. Incluso luché una vez con Zafrina mientras Mí y Soo observaban desde los brazos de Jacob y Leah.

Aprendí muchas cosas, pero sabía que mis conocimientos aún seguían siendo básicos. No tenía idea de cuánto podría aguantar contra a Alec y Jane. Sólo rezaba por que fuera lo suficiente para que sirviera de algo. 

Cada minuto del día que no estaba con Soo y Mi o aprendiendo a luchar, me iba al patio de atrás a trabajar con Kate e intentaba proyectar mi escudo interno fuera de mi cerebro para poder proteger a otros. Edward me animaba en este tipo de entrenamiento. Sabía que él tenía la esperanza de que encontrara una manera de contribuir a la lucha que me satisficiera, pero que sirviera a la vez para mantenerme fuera de la línea de fuego. 

Se me hizo más difícil expandir mi escudo que hacer ilusiones. Tenía una idea básica de como proyectarlo, pero como era un escudo trasparente y no había nada solido a lo que me pudiera aferrar, se me hacía muy difícil. Una y otra vez intentaba forzar ese escudo fuera de mí, solo algunas veces logre sacarlo, pero nunca expandirlo. Me sentía como si estuviera peleando para estirar una liga invisible, una liga que se parecía más a un vapor aireado y difícil de manipular. 

Únicamente Edward se había propuesto a ser nuestro conejillo de indias y recibía descarga tras descarga eléctrica de Kate, mientras yo forcejeaba con la liga para poder protegerlo. Trabajábamos durante varias horas por turno y me sentía como si estuviera cubierta de sudor por el esfuerzo, aunque eso no fuera en realidad posible. Todo el cansancio era mental. 

Odiaba y me hacía sentir terrible que fuera Edward quien debiera sufrir, conmigo a su lado, mientras el intentaba resistir una y otra vez la descarga más "Baja" que Kate era capaz de dar. Yo intentaba con todo mi ser exponer mi escudo y arroparnos con él, pero al igual que mis ilusiones eso solo duraba muy poco tiempo y es no era suficiente. 

No me gustaba para nada estas prácticas y deseaba que fuera Zafrina la que ayudara en vez de Kate. Así todo lo que Edward tendría que hacer sería mirar las ilusiones de la vampira del Amazonas hasta que pudiera hacer que no las viera, pero Kate insistía en que necesitaba más motivación, con lo cual se refería a cómo odiaba ver sufrir a Edward. Pero la verdad algo me decía que le gustaba ver sufrir a mi esposo. 

—Wow. —dijo Edward con la voz alegre, intentando ocultar el dolor. —Apenas lo sentí, buen trabajo, corazón. —

Me concentre en lo que había hecho para poder repetirlo, imagine una liga que estaba alrededor de mi mente y poco a poco la fui estirando hasta cubrir a Edward. Sentí un hormigueo en la cabeza y ahí supe que iba por buen camino. 

—Otra vez, Kate. —pedí concentrada entre dientes. 

Kate apretó la palma de su mano contra el hombro de Edward. 

Él suspiró aliviado. 

—Nada, no sentí nada esta vez. —

Ella alzó una ceja. 

—El siguiente será más potente. —

—Genial. —dije con sarcasmo. 

—Prepárate. —me dijo ella, y alzó su mano hacia Edward de nuevo.

—No espera aun no estoy…—pero ella no me escucho.

Esta vez él se estremeció y se le escapó un siseo bajo entre los dientes. 

—¡Lo siento!, ¡Lo siento!, ¡Lo siento! —dije preocupada. —¡Te iba a decir que aún no estoy lista, Kate! —

—Estás haciendo un trabajo impresionante, corazón. —dijo Edward mientras me pasaba un brazo por mi cintura y me pegaba a él. —Apenas llevas entrenando unos días y ya has conseguido hacer algunas proyecciones. Pero lo haces demasiado bien, ¿Verdad, Kate? —

Kate hizo una mueca. 

—No lo sé. Es obvio que tiene una gran habilidad, y sólo estamos empezando. Puede hacerlo mejor, estoy segura. Le hace falta un poco más de motivación. — 

La mire con incredulidad y el ceño fruncido, mientras de forma automática mis dientes se descubrían. ¿Cómo podía ella pensar que me faltaba motivación cuando estaba sacudiendo con sus descargas a Edward justo delante de mí? Escuché murmullos entre el público que se había ido reuniendo mientras practicaba. Al principio sólo habían sido Eleazar, Carmen y Tanya, pero luego llego Garrett y más tarde Benjamín y Tia, Siobhan y Maggie y ahora incluso Alistair estaba mirando fijamente a través de una ventana del tercer piso. Los demás creían que lo estaba haciendo bien

—Kate... —advirtió Edward, cuando vio lo que pensaba. 

Se apresuró hacia la curva del río donde Zafrina, Senna, Mi y Soo caminaban con tranquilidad. Jacob y Leah los observaban de cerca.

—Niños. —dijo Kate. —¿Quieren venir a ayudar a su madre? —

—No. —le gruñí. 

Edward me abrazó para tranquilizarme, pero me lo quité de encima con una sacudida justo cuando Mi y Soo caminaron por el patio en mi dirección, con Kate, Zafrina y Senna justo detrás de ellos. 

—No, es no, Kate. —volví a gruñir. 

Mis niños llegaron hasta donde yo estaba y les abrí los brazos de modo automático. Ellos se acurrucaron contra mi cuerpo. 

—Pero Omma, yo quiero ayudar. —dijo Mi mientras Soo asentía. 

—No. —dije mientras retrocedía para alejarme lo más posible de Kate. —<Es peligroso para ustedes, ella no debe de acercarse a ustedes.> —

Soo asintió entendiendo y miro muy fijamente con el ceño fruncido a Kate, listos para usar su don si era necesario. 

Kate había dado un paso en mi dirección, con su mano extendida delante de ella. 

—Apártate de nosotros, Kate. —le advertí. 

—No. —

Ella comenzó a perseguirnos. 

Kate no lo entendió, ya que no había conocido por sí misma la pasión de una madre por sus hijo. Es probable que no se diera cuenta de cuán lejos había ido esta vez. Me sentía tan furiosa que mi visión adquirió un extraño color rojizo. 

La ira había hecho que cada aspecto de mi ser se intensificara. Ahora, incluso podía sentir la elasticidad de mi escudo con mayor exactitud, y me di cuenta de que más que una banda era una capa fina que me cubría de pies a cabeza. Con la ira apoderándose de mí, tuve una mejor percepción de él, un control más estrecho de su presencia. Lo estiré a mi alrededor hasta sacarlo al exterior de mi cuerpo, y envolví a mis bebes con él, por si acaso Kate conseguía traspasar mi guardia. 

Kate dio un paso calculado hacia delante, y un rugido despiadado me desgarró la garganta y salió a través de mis dientes apretados. 

—Ten cuidado, Kate. —advirtió Edward. 

La vampira dio otro paso más y entonces cometió un error que incluso alguien tan inexperto como yo podía reconocer. A sólo un pequeño salto de distancia de mí, y aproveche eso para usar mi otro don. Imagine Kate siendo retenida entre dos fuertes vampiros. Un escalofrió recorrido mi espina y paso lo que imagine.

Kate quedo aprisionada entre dos vampiros enormes y por más que intentaba electrocutarlos y moverse no podía zafarse del agarre. Me cerque a ella y la mire mal, ella solo me miro entre frustrada por no poder moverse y satisfecha por lo ocurrido. Los demás espectadores miraban sorprendidos todo lo que ocurría pero no hicieron ningún movimiento temiendo que a ellos les pasara lo mismo.

Kate miro a Edward y pregunto:

—¿Puedes escuchar algo de Soo y Minnie? —le preguntó Kate, con la voz calmada y serena, ya había dejado de luchar para liberarse. 

Edward se acercó hacia nosotros.

—No, nada en absoluto. —contestó él. 

—Ya me puedes soltar, ya no hace nada, lo juro. —dijo ella en mi dirección.

Mire a las ilusiones y estas aparecieron a mi lado sin dejar de mirar a Kate.

—No debiste de arrinconarla, Kate. —la regaño Edward. —Que no se te olvide que apenas tiene unos meses. —

—No contamos con tiempo para hacer esto con amabilidad, Edward. Tenemos que empujarla un poco. Únicamente disponemos de unas cuantas semanas y ella tiene el potencial de... —

—Apártate durante un minuto, Kate. — 

Kate puso mala cara pero hizo caso a la advertencia.

Cuando logré calmarme me di cuenta de la palabras que habían dicho, el enojo me ayudo a progresar más, como había dicho Kate la presión me ayudo. 

En ese momento las ilusiones desaparecieron. 

—Kate. —gruñí enojada, pero sabía que debía aprovechar para extender el escudo fuerte y flexible que estaba alrededor mío y de mis bebés. — Otra vez. Pero sólo a Edward. — 

Ella puso los ojos en blanco, camino hacia él y presionó su mano en el hombro de Edward. 

—Nada. —dijo Edward con una sonrisa. 

—¿Y ahora? —preguntó Kate. 

—Todavía nada. —

—¿Y ahora? —volvió a preguntar.

Esta vez se notaba el sonido del esfuerzo en su voz. 

—Nada de nada. — 

Kate gruñó y dio un paso hacia atrás. 

—¿Puedes ver esto? —preguntó Zafrina mirando a Edward.

—No veo nada que no debiera ver. —dijo Edward. 

—¿Y ustedes, Mi y Soo? —preguntó Zafrina de nuevo. 

Mi le sonrió y los dos sacudieron la cabeza. 

Ya no estaba enojada y apreté los dientes, jadeando con más fuerza mientras seguía empujando el escudo. Parecía que se iba haciendo más pesado cuanto más lo estiraba. El escudo se resistía, intentando volver a su tamaño original. 

—Que a nadie le dé un ataque de pánico. —advirtió Zafrina a los invitados que estaban viéndonos. —Quiero ver que tanto puede extenderlo. —

Todos los presentes emitieron un jadeo de sorpresa. Eleazar, Carmen, Tanya, Garrett, Benjamín, Tia, Siobhan y Maggie, todos menos Senna, que parecía estar preparada para lo que estaba haciendo Zafrina. Los ojos de los demás parecían ahora desenfocados, y sus expresiones llenas de ansiedad. 

—Alcen la mano cuando recuperen la visión. —les dijo Zafrina. —Vamos, Elina. A ver a cuántos puedes cubrir con el escudo. —

Mi respiración salió como un resoplido. Kate era la persona que tenía más cerca además de Edward y mis bebés, pero incluso ella estaba a unos diez pasos. Apreté la mandíbula y empujé de nuevo, intentando extender la burbuja protectora que se resistía lo más lejos que pudiera. Centímetro a centímetro la conduje hasta Kate, luchando con la reacción que se producía cada vez que la expandía. Sólo observaba la expresión llena de ansiedad de Kate mientras trabajaba, y gruñí por lo bajo con alivio cuando sus ojos pestañearon y se concentraron. Alzó la mano. 

—¡Fascinante! —murmuró Edward. —Es como un cristal de una sola cara. Puedo leer lo que todos están pensando, pero ellos no me pueden alcanzar aquí dentro. Y soy capaz de escuchar a Soo y a Mí, aunque no lo era cuando estaba en el exterior. Apuesto a que Kate podría lanzarme una buena descarga ahora, porque está dentro de la burbuja. Pero, por otro lado, no logro escuchar a Elina. Mmm, a ver, a ver... ¿Cómo funciona esto? Me pregunto si... —

Siguió hablando para sí mismo, pero no lo escuche. Apreté los dientes de nuevo, luchando por extender el escudo hacia Garrett, que era el que estaba más cerca de Kate. También alzó la mano. 

—Muy bien. —me felicitó Zafrina. —Ahora... —

Pero habló demasiado pronto. Con un grito ahogado sentí que mi escudo se encogía como una liga elástica y regresaba bruscamente a su forma original. Mi comenzó a temblar en mis brazos, mientas Soo soltaba un gruñido de desesperación cuando experimentaron por primera vez la ceguera que Zafrina había puesto para los otros. Aun con lo cansada que estaba, luché de nuevo contra la lámina elástica para forzar el escudo e incluirlos a ellos otra vez. 

—¿Un minutito por favor? —jadeé pesadamente. 

Desde que me había convertido en vampiro no había sentido la necesidad de descansar en ninguna ocasión antes de ese momento.

 

—Claro. —dijo Zafrina y los espectadores se relajaron cuando les permitió ver de nuevo. 

—Kate. —la llamó Garrett mientras los otros murmuraban y se dispersaban con ligereza, molestos por el momento de ceguera, ya que los vampiros no están acostumbrados a sentirse vulnerables. 

Garrett era el único inmortal sin don que parecía intrigado por mis sesiones de práctica. Me preguntaba qué atractivo le encontraría siendo como era, un aventurero. 

—Yo no lo haría, Garrett. —le advirtió Edward. 

Garrett avanzó hacia Kate sin importarle la advertencia.

—Dicen que puedes tumbar a un vampiro de espaldas. —

—Sí. —dijo ella. Y después, con una sonrisa de lado, movió juguetona los dedos en su dirección. —¿Qué? ¿Sientes curiosidad? —

Garrett se encogió de hombros. 

—Es algo que jamás he visto, y parece un poco exagerado... —

—Quizá. —dijo Kate seria. —Quizá sólo funciona en los débiles o los jóvenes. No estoy segura. Pero… wow, tú pareces muy fuerte. A lo mejor puedas resistir mi don. —extendió la mano en su dirección, con la palma hacia arriba, como invitación. 

Garrett sonrió ante el reto, y tocó su palma con el dedo índice, muy seguro de sí mismo. Entonces, soltó un grito ahogado que aun así resonó con fuerza, se le doblaron las rodillas y salió disparado de espaldas, hasta que golpeó con la cabeza en un trozo de granito que se rompió con un agudo chasquido. Fue sorprendente de ver. 

—Te lo dije. —dijo Edward. 

Los párpados de Garrett temblaron durante unos segundos y después abrió los ojos como platos. Se quedó mirando a Kate, que tenía grabada en el rostro una sonrisita de suficiencia, mientras a él se le empezaba a formar una, iluminándolo. 

—Guau —dijo. —Eres… una mujer asombrosa. — 

—¿Has disfrutado? —preguntó ella con escepticismo. 

—No estoy loco. —rio Garrett, sacudiendo la cabeza mientras se levantaba con lentitud desde su posición de rodillas. —¡Pero ha sido toda una experiencia! —

—Eso es lo que he oído. —Kate sonrió de lado.

Y en ese momento se empezó a escuchar mucho ruido en el patio delantero. Y pude escuchar como Carlisle hablaba con alguien. 

—¿Los ha enviado Alice? —le pregunto alguien algo molesto. 

¿Otro vampiro inesperado? 

Edward salió disparado hacia la casa y la mayoría de los otros le imitaron. Yo le seguí más despacio, con <Mis angelitos> aún en mis brazos. Le daría a Carlisle un momento para que recibiera apropiadamente al nuevo invitado, y lo preparara para la idea de lo que se le avecinaba. 

Camine con cautela rodeando la casa para entrar por la puerta de la cocina, escuchando la conversación. 

—Nadie nos ha enviado. —decía una profunda voz con acento contestando la pregunta de Carlisle. 

Me recordó a las voces de los antiguos como Aro y Cayo, y me quedé dentro de la cocina. 

La voz de Carlisle sonaba precavida cuando respondió. 

—Entonces, ¿Qué los trae por aquí? —

—Las palabras vuelan. —contestó una voz diferente pero con el mismo acento que la anterior. —Hemos oído por ahí que los Vulturis se estaban organizando para ir por ustedes. Hay rumores también de que no están solos. Como es obvio, los rumores son ciertos. Ésta es una reunión de lo más impresionante. —

—No estamos desafiando a los Vulturis. —dijo Carlisle en tono tenso. —Es solo un malentendido, solo eso. Y uno muy serio, a decir verdad, pero confiamos en ser capaces de aclarar en su momento. Lo que están viendo son testigos, nada más, porque sólo necesitamos que los Vulturis nos escuchen. Nosotros no... — 

—No nos interesa lo que hayan hecho, Carlisle. —le interrumpió la primera voz. —Y nos da igual si han incumplido la ley. —

—Ni lo atrozmente que lo hayan hecho. —dijo el segundo. —Hemos esperando un milenio para enfrentar a esa basura italiana, si hay alguna oportunidad de que caigan, queremos estar aquí para verlo. — 

—O incluso para ayudar a derrotarlos. —volvió a hablar el primero. —Creemos que tienes una posibilidad de éxito. —

—¿Elina? —me llamó Edward. —Trae a Soo y a Mí, por favor. Quizá deberíamos poner a prueba la petición de nuestros visitantes rumanos. —

Me ayudó saber que probablemente la mitad de los vampiros que había en la otra habitación saldrían en defensa de mis bebés si estos rumanos se sentían molestos por ellos. 

No me gustaba el sonido de sus voces o la oscura amenaza de sus palabras. Mientras caminaba a través de la habitación, pude ver que no era sólo yo la que lo percibía así. La mayoría de los vampiros inmóviles que había allí los miraban con ojos hostiles y unos cuantos como Carmen, Tanya, Zafrina y Senna cambiaron con ligereza de postura, adoptando posiciones defensivas entre los recién llegados y <Mis angelitos>. 

Los vampiros de la puerta eran esbeltos y bajos, uno con el pelo oscuro y el otro con el pelo de un tono rubio tan claro como la nieve. Su piel tenía el mismo aspecto polvoriento que la de los Vulturis. Sus ojos eran de un color rojo sangre más oscuro de lo normal. Llevaban simples ropas oscuras. 

El del pelo oscuro sonrió cuando yo aparecí a la vista. 

—Vaya, vaya, Carlisle, pero qué chicos tan malos han sido, ¿Eh? Y doble además. —dijo el de pelo oscuro.

—Ellos no es lo que crees, Stefan. — 

—Y nos da igual de todos modos. —dijo el rubio. —Como ya les dijimos antes. — 

—Entonces son bienvenidos como observadores, Vladimir, pero nuestro plan no es para nada desafiar a los Vulturis, como también hemos dicho antes. — 

—Entonces cruzaremos los dedos. —comenzó Stefan. 

—Y esperaremos tener suerte. —finalizó Vladimir. 

Al final, habíamos conseguido reunir diecisiete testigos: los irlandeses, Siobhan, Liam y Maggie. Los egipcios, Amun, Kebi, Benjamín y Tia. Las del Amazonas, Zafrina y Senna. Los rumanos, Vladimir y Stefan. Y los nómadas, Peter y Charlotte, Garrett, Alistair, Mary y Randall, además de los once miembros de nuestra familia, ya que Tanya, Kate, Eleazar y Carmen insistieron en ser contados como tales. 

Todos comenzábamos a tener pequeñas esperanzas. Soo y Mi se habían ganado a todos para su causa en un período muy corto de tiempo. Los Vulturis sólo tenían que escuchar durante un segundo... 

Los dos rumanos sobrevivientes, concentrados en su amargo resentimiento por aquellos que habían derribado su imperio hacía quince siglos, se lo tomaban todo con calma. No pidieron ninguna prueba de nuestra historia. Parecían misteriosamente encantados por nuestra alianza con los licántropos. Me observaron practicar con mi escudo con Zafrina y Kate, miraron a Edward contestar a preguntas no expresadas en voz alta, también a Benjamín alzando chorros de agua del río o violentas corrientes de viento sólo con el poder de su mente, y sus ojos relucían con la ardiente esperanza de que los Vulturis hubieran encontrado por fin la piedra de su zapato. 

Todos teníamos nuestras esperanzas, aunque no fueran las mismas.


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