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19.81% The Charm of the Beast / Chapter 22: Veintidós. “El juego del escondite.”

Capítulo 22: Veintidós. “El juego del escondite.”

Intente mantener la calma y que no se notaran los nervios que tenía. Los minutos pasaban con más lentitud de lo habitual. Jasper aún no había regresado cuando me reuní con Alice. Me daba cierto miedo estar sola con ella, no quería que descubriera lo que tenía planeado.

Me sorprendí cuando la vi doblarse sobre el escritorio, aferrándose del borde con las manos.

—¿Alice? —

No reacciono cuando pronuncie su nombre, pero movía la cabeza de un lado a otro. Vi su rostro y la expresión vacía y aturdida de su mirada. ¿Habrá visto lo que iba a hacer?, espero que no.

Me apresuré a acudir junto a ella, y extendí la mano para tocar la suya.

—¡Alice! —exclamó Jasper con voz temblorosa.

Este ya se hallaba a su lado, justo detrás, cubriéndole las manos con las suyas y haciéndola soltar la mesa.

—¿Qué vez? —exigió saber.

—Elina. —dijo Alice con la cara en el pecho de Jasper.

—Estoy aquí. —dije.

Volteó el rostro para verme, cuando nuestras miradas se encontraron supe que no me estaba hablando, si no contestando la pregunta de Jasper.

—¿Qué has visto? —pregunté fingiendo que en verdad no sabía que había visto.

Jasper me estudio con atención.

Intente mantenerme lo más serena posible, para que no supiera que adivine lo que Alice había visto.

Alice se recobró del transe en el que estaba, y con voz convincente contesto:

—En realidad nada. Solo la misma habitación de antes. —

Me miro con una expresión dulce y retraída antes de preguntar:

—¿Quieres desayunar? —

—No, comprare algo en el aeropuerto. —

Me prepare, concentrándome en cada una de las cosas que hacía. Tome una ducha, me cambie con algo cómodo y me solté el pelo, cepillándolo y extendiéndolo a los lados de mi rostro para que lo pudiera cubrir un poco. Me puse a meditar el plan que tenía en mente, tenía que pensarlo todo con claridad. Tome mi bolso para ver si tenía todo en orden.

Nos fuimos al aeropuerto como a las siete de la mañana. Estaba sentada en la parte de atrás, esta vez sola, mientras Alice se encontraba en la parte delantera, con la espalda apoyada en la puerta.

—¿Alice? —pregunté.

—¿Sí? —dijo con precaución.

—¿Cómo funcionan tus visiones? Edward me dijo que no eran definitivas por que el futuro puede cambiar. —

—Si, las cosas pueden cambiar…—murmuró, supongo que con esperanza. —Algunas visiones se aproximan a la verdad más que otras, como la predicción meteorológica. Resulta más difícil con los hombres. Solo veo el rumbo que van a tomar las cosas cuando están sucediendo. El rumbo cambia por completo cuando se cambia la decisión tomada o efectúan otra nueva, por pequeña que sea. —

—Por eso no pudiste ver a James en Nueva York hasta que decidió venir. —

—Si. —dijo mostrándose cautelosa.

Ya con esta información supe que había más posibilidades de que mi plan saliera mejor.

La suerte estuvo de mi lado cuando llegamos al aeropuerto. El avión de Edward iba aterrizar en la terminal más grande de todas, por ende la más concurrida.

Nos sentamos en una hilera de sillas cerca de los detectores de metales. Jasper y Alice fingían mirar a la gente, pero sabía que solo me observaban a mí.

Saque de mi bolso el sobre sin destinatario y lo coloque encima del bolso de piel que llevaba Alice, ella me miro sorprendida.

—Mi carta. —explique.

Asintió con la cabeza y guardo el sobre en el bolso, debajo de la solapa, así que Edward lo encontraría rápidamente.

Los minutos pasaban, ya faltaban solo unos minutos para que el avión de Edward aterrizara.

Alice me ofreció varias veces a acompañarme a desayunar.

—Todavía no tengo hambre. —le dije.

Estudie el tablero de llegadas de los vuelos, comprobando que el vuelo procedente de Seattle ocupaba una posición cada vez más alta en el tablero. Los dígitos volvieron a cambiar solo me quedaban unos minutos para intentar fugarme. Su vuelo se había adelantado por diez minutos, por lo que decidí actuar.

—Ya me dio hambre, creo que iré a comprar algo. —dije.

Alice se puso de pie.

—Iré contigo. —

—¿Te importa que me acompañe Jasper? Me siento un poco…—no termine la frase.

Intente mirarlos con nerviosismo y angustia.

Jasper se levantó. Alice me miraba confundida, pero no sospecho nada.

Jasper camino junto a mí en silencio, con la mano en mi espalda. Fingí interés en las cafeterías de la entrada del aeropuerto, miraba de un lado a otro con disimulo buscando lo que en verdad me importaba: el baño de mujeres, que estaba a la vuelta de la esquina, lejos del campo de visión de Alice.

—¿Te importa? Solo será un momento. —dije cuando pasamos por enfrente del baño.

—Aquí estaré. —

Recordé que este baño tenía otra salida, solo tenía que salir por el otro lado y llegar a los ascensores. Era mi única oportunidad, así que lo hice. Sali corriendo sin importar como me miraba la gente. Por suerte uno de los ascensores estaba abierto y esperando cuando di la vuelta en la esquina. Entre en él estaba bastante lleno pero no me importo es el único abierto que iba hacia abajo. Pulse el botón que bajaba hacia la planta que daba a la calle. Las puertas se cerraron.

Sali nuevamente corriendo cuando se volvieron a abrir las puertas. Caminé cuando me fui aproximando a las puertas, no estaba segura si Jasper o Alice ya se habían dado cuanta de mi fuga, me encontrarían en un abrir y cerrar de ojos.

Cuando llegue a la salida, la fila para tomar un taxi era enorme, no tenía tiempo de esperar hasta que hubiera uno, mi única salvación fue subirme al autobús, el cual estaba a punto de irse. Corrí con todas mis fuerzas.

—¡Por favor espere! —grite mientras le pegaba unos golpes con la mano al autobús.

Por suerte paro, me pude subir, y pagué.

Me di cuenta de que el autobús iba hacia la estación Jamaica, suspire aliviada, ahí podría tomar un taxi.

Cuando llegamos a la estación Jamaica, la suerte estuvo de mi lado, porque en cuanto baje del autobús, una mujer iba bajando de un taxi. Me subí rápidamente a el taxi.

Le di la dirección del departamento al taxista.

—Necesito llegar lo antes posible. —le dije dándole cuatro billetes de veinte. —Puede quedarse con el cambio. —

Me dio una gran sonrisa.

—Claro, señorita. —arranco con velocidad.

Me recargue en el asiento dando un gran suspiro, lo había logrado.

Las calles se me hacían tan familiares, miraba todo por la ventanilla del taxi. Me preguntaba si Edward ya había leído la carta, solo esperaba que me perdonara si algo saliera mal. Seguí pensando en las posibilidades de enfrentarme a un vampiro, que lo único que quería era matarme, me reí de mí misma, no había ninguna posibilidad de que saliera con vida, lo único que podía esperar era que la suerte estuviera de mi lado y pudiera salir viva de esta.

—Ya llegamos, señorita. —

La voz del taxista me saco de mis pensamientos.

—Gracias. —le dije y bajé del taxi.

Corrí hacia la entrada, donde el portero del edificio me abrió. Fui directamente a los ascensores, una vez adentro pulse el numero quince, el último piso. Cuando las puertas se abrieron, saque rápidamente las llaves de mi bolso. Abrí la puerta. En el interior seguían los mismos muebles, solo con la diferencia de que ahora estaban cubiertos por sabanas y plástico para que no se ensuciaran. Sali disparada hacia el teléfono, y encendí la luz de la sala en el trayecto. A un lado había un papel con un numero de diez dígitos, me di cuenta de que era el número de mi madre, confirmando la sospecha de que él se lo había robado. Pulse rápidamente los números.

—Hola, Elina. —contestó James tranquilo. —Lo hiciste muy rápido. Estoy impresionado. —

—¿Mi madre está bien? —tenía que seguir con la mentira.

—Estupendamente. No te preocupes, Elina, no tengo nada contra ella. A menos que no vengas sola, claro. —dijo divertido.

—Estoy sola. —

—Muy bien. Ahora, dime, ¿Conoces el estudio de baile broadway dance center? —

—Si. —

—Bien entonces te veré pronto. —

Colgué.

Sali corriendo de la habitación, crucé la puerta cerrándola, subí al elevador para poder salir del edificio adentrándome, a la alocada ciudad.

Llamé a un taxi y le di la dirección de la academia.

La academia no estaba tan lejos del departamento, pero no me podía dar el lujo de ir caminando y que me atraparan en el camino.

Al dar la vuelta en la esquina, el taxi paro.

—Lo siento señorita pero ya no podemos pasar, están cerrada la calle. —

—No importa, gracias. —le dije mientras le daba el dinero y bajaba.

Y como dijo el señor la calle estaba cerrada, la estaban arreglando. Como pude me escabullí. Cuando llegue a la puerta había un letrero viejo que decía que iba estar cerrado, por las vacaciones de primavera, y por qué la calle iba a estar cerrada.

Respiré profundo, puse la mano en la perilla de la puerta y entre rápidamente, por suerte no había ningún trabajador cerca.

El vestíbulo esta oscuro y su temperatura era fresca. Las sillas de plástico estabas contra la pared. La sala de baile numero dos estaba iluminada a pesar de que las persianas estaban cerradas.

Un miedo y un nerviosismo se apodero de mí. Me quede paralizada.

Entonces la voz de mi madre me llamo con el mismo tono de pánico e histeria. Yo sabía que no podía ser ella, pero tenía que actuar bien para que el vampiro no sospechara.

—¿Elina? ¿Elina? —me lance hacia la puerta, donde estaba el sonido de su voz. —<¡Elina, me asustaste!? —continúo hablando cuando entre a la amplia sala de baile. —<¡No vuelvas a hacerlo nunca más!> —

Mire a mi alrededor para saber de dónde provenía la voz, al darme vuelta ahí estaba en la pantalla de la televisión. Era el día de mi primer recital de ballet, tenía cinco años, estaba muy nerviosa y no quería salir porque sentía que lo iba hacer mal, así que me escondí.

La pantalla del televisor se puso azul.

Sentí una presencia detrás de mí, me di vuelta lentamente, James estaba parado junto a la puerta de emergencia. Sostenía en la mano el control remoto, nos miramos el uno al otro durante un momento y después sonrió.

—Lamento esto, Elina. ¿Pero no es mejor que tu madre no estuviera aquí? —

—Si. —le dije fingiendo alivio, tenía que seguir con la farsa.

—No pareces enfadada de que te haya engañado. —

—No lo estoy. —

—¡Que extraño! —sus ojos me miraron con interés. —Debo decir que ustedes los humanos, pueden resultar bastante interesantes. Supongo que observarlos debe de ser toda una atracción. Y lo extraño es que muchos de ustedes no saben lo interesantes que son. —

Estaba cerca de mí, con los brazos cruzados, mirándome con curiosidad.

—Supongo que ahora me dirás que tu novio te vengara. —dijo casi esperanzado.

—No. De hecho le pedí que no lo haga. —

—{Tengo que distraerlo.} —pensé.

—¿Y qué te dijo? —

—No sé. Le deje una carta. —

—¿Una carta? ¡Que romántico! —dijo con sarcasmo. —¿Y crees que te haga caso? —

—Quiero creer que sí. —

—Humm. Bueno en ese caso, tenemos expectativas distintas. Mira, esperaba un reto totalmente difícil, pero fue demasiado fácil. —dijo decepcionado. —esperaba un desafío mucho mayor, pero después de todo solo hizo falta un poco de suerte. —

—{Eso es lo que crees.} —pensé.

—Hice que Victoria averiguara cosas sobre ti cuando no logro atrapara a nadie de tu familia. No tenía sentido darte caza por todo el mundo cuando podía esperar cómodamente en algún lugar de mi elección. Por eso, después de hablar con Victoria, decidir venir a Nueva York, te había oído decir que venias de vacaciones. Al principio pensé que no lo decías en serio, pero lo estuve pensando, ¡Que predecibles son los humanos! Les gusta estar en un lugar conocido, ¿Acaso no sería una increíble estrategia si te persiguiéramos acudirías al último lugar en donde deberías estar, es decir, a donde habías dicho que irías? Pero no estaba seguro, hasta que vi el mensaje que habías dejado en el teléfono de tu madre, pero no podía estar seguro del lugar de donde llamabas. Así que por corazonada vine aquí. Lo que me confirmo que estabas aquí, fue que tu novio tomara un avión a Nueva York. Victoria lo estaba vigilando, naturalmente no podía actuar solo en un juego con tantos jugadores. Y así fue como me confirmaron lo que sospechaba. Ya estaba todo preparado, había visto tus enternecedores videos familiares, así que solo era cuestión de arriesgarse. Demasiado fácil, bueno que puedo decir nada está a mi altura. En fin, espero que te equivoques con tu novio. Se llama Edward, ¿Verdad? —

No conteste, intente mantener la poca valentía que tenía. Me di cuenta de que estaba punto de terminar de regodearse en su victoria. No sabía que más decir para poder distraerlo.

—¿Te molestaría mucho que también yo lo dejara una cartita a tu Edward? —

—Claro que no. —le dije con valentía.

Sonrió y dio un paso a atrás y pulso algo en una videocámara del tamaño de la palma de la mano. Una diminuta luz roja indico que estaba grabando. La ajusto un par de veces. Lo mire con miedo.

—Lo siento, pero dudo de que se vaya a resistir a darme caza después de que vea esto. Y no quiero que se pierda nada. Tu solo eres una simple humana que estaba en el lugar y el momento equivocados, y podría añadir también que con la gente equivocada. —

—Antes de empezar hay algo que me gustaría restregarle un poco en las narices a tu novio. La solución siempre fue obvia, temía que se diera cuenta y lo echara a perder. Me paso una vez, oh si, hace siglos. La primera y única vez que se me escapo una presa. Un vampiro que se había encariñado con aquella pequeña presa hizo lo que tu Edward no pudo por ser tan débil. Cuando aquel viejo vampiro supo que iba detrás de su pequeña amiga, la rapto del sanatorio mental en donde trabajaba y la libero de la única forma en que podía mantenerla a salvo. La pequeña criaturita ni siquiera se dio cuenta del dolor. Había permanecido tantos años en ese agujero. Cien años atrás la hubieran quemado por sus visiones, pero en el siglo XIX te llevaban al psiquiátrico y te administraban tratamiento de electrochoques. Cuando al fin despertó de su dolor, fue como si nunca hubiera visto el sol, y yo ya no tenía interés en ella, así que en venganza mate al viejo. —

Entonces comprendí.

—Alice. —dije atónita.

—Si, tu amiguita. Me sorprendió verla en el claro del bosque. Supuse que su aquelarre obtendría alguna ventaja de esta experiencia. Yo te tengo a ti, y ellos a ella. La única presa que se me ha escapado, todo un honor, en verdad. Y tenía un olor realmente delicioso. Aunque lamentablemente no pude probar… olía incluso mejor que tú. Perdóname, no te ofendas, tu hueles realmente bien. Un poco floral, creo…—

Dio un paso a mi dirección y yo di uno hacia atrás, pero eso no importo porque ya estaba lo suficientemente cerca como para tomar un mechón de mi cabello y lo olio con delicadeza. Entonces, lo puso otra vez en su lugar con dulzura y sentí sus frías manos en mi garganta, para luego sentirla en mi mejilla en donde dejo una sola caricia, con una expresión de curiosidad.

—No. —murmuró. —No lo entiendo. En fin, creo que debemos continuar, luego puedo llamar a tus amigos para que sepan dónde encontrarte a ti y a mi mensajito. —

—La verdad no creo que sea un reto. —dije rápidamente tratando de ganar más tiempo.

—¿Qué cosa? —dijo mientras me miraba con sus ojos negros.

—Em… ir tras una insignificante humana, la cual fue directo hacia ti, ni siquiera me perseguiste tanto. —

—Oh…—dijo con una sonrisa maligna. —Acaso quieres que te persiga, no pequeña humana eso no funciona así, yo ya te tengo donde quería. —

—No lo creo. —dije burlona. Es ahora o nunca, ya no tenía con que más distraerlo.

—¿Y porque lo dices? —

—Porque soy yo, la que te puso una trampa. —le dije con una sonrisa.

—Tu. —dijo burlón. —Una pequeña humana, la presa. Me puso una trama a mí. —

—Si, acaso no crees que ya sabía que mi madre no estaba aquí. —me miro sorprendido.

En ese momento ya estaba muerta de miedo, pero tenía que disimular un poco más.

—Fuiste tan arrogante, que no te diste cuenta de que es una trampa…—

Me vi interrumpida, cuando el empezó a caminar hacia atrás me vio enojado y se agacho tomando una postura que reconocí de inmediato. Me dio una sonrisa que me helo la sangre. Intente aunque fuera inútil correr hacia la salida.

Lo tuve delante de mí en un abrir y cerrar de ojos. Actuó tan rápido que lo único que pude sentir fue un golpe que impacto contra mi pecho, que me hizo volar hacia atrás y chocar contra los espejos, los cuales crujieron cuando mi espalda impacto con estos. Estaba aturdida con el dolor. Apenas podía respirar.

—{Creo que fue mala idea molestarlo.} —pensé.

—Esto le dará un efecto bonito. —dijo mientras se acercaba muy despacio y examinaba los cristales. —Pensé que esta habitación daría el efecto visual dramático para mi película. Por eso escogí este lugar. Es perfecto, ¿Verdad? —

Lo ignore intentando gatear lo más rápido que podía hacia a salida, pero ya sabía que era inútil.

Se abalanzo contra mí, me dio una patada en el estómago que hizo que nuevamente me estrellara contra los espejos, pero esta vez fue mi cabeza la que impacto. Entonces mis ojos se cerraron y me deje ir.


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