Mi mamá nos dijo que vendrá a vivir con nosotros mi abuelito Toño, estoy muy feliz, mi abuelito me cuenta muchos cuentos, el que más me gusta es el del "Caballero de Francia", también me gusta ayudarlo en todo, lo persigo a todos lados cuando nos visita.
Mi abuelito Toñito es un albañil y a pesar de su edad es un hombre muy trabajador lo admiro mucho porque siempre está ocupado.
Tocan la puerta y yo se quien es, salgo corriendo para ser yo quien abra la puerta y ser la primera en lanzarme a los brazos de mi amado abuelito, para asegurarme pregunté. Quien es?
Soy yo mi curunco, contesta mi abuelito, entonces abro feliz la puerta y abrazo a mi abuelito y extiendo mis brazos y cuando el me levanta, me lo como a besos y acaricio su cabeza, me gusta tocar su cabello gris, y lo que más me encanta es que es tan suave como mi osito blanco que me dio mi amigo Jaime.
Porqué me llamó curunco mi abuelito, bueno la respuesta es que los curuncos son familia de los sompopos y se parecen a las hormigas con la diferencia que son más grandes y amarillos y como yo soy blanca y mi cabello es amarillo, mi abuelito me puso el apodo de curunco, no me gusta, pero mi abuelito es mi abuelito así que lo perdono.
Llegó la noche y después de una deliciosa cena que mí mamá cocinó no puedo pedir más, me siento llena de felicidad, es un privilegio estar con mi abuelito, y como era de esperarse a la hora de dormir quiero estar en los brazos de mi abuelito, cuando me acomodo en sus brazos le ruego que me cuente mi cuento favorito, exacto "Caballero de Francia".
Mi abuelito Toñito sonríe y empieza a decir...
Hace mucho tiempo cuando algunos animales tenían cuerpo de hombres y caminaban en dos patas, había una pequeña casita en la punta de la montaña, donde vivía una ancianita que ya casi no miraba, ella estaba sola, sus hijos la habían abandonado y su esposo había fallecido hace dos años y solo se encontraba con ella una pequeña perrita a la cual encontró herida de una patita y había cuidado y sanado, y en agradecimiento la perrita había prometido siempre cuidar de ella, cierto día estaba la anciana sentada dentro de la casa, cuando escucho que alguien decía "Gurrun, gurrun, Quien vive aquí?" dijo el tigre vestido de traje elegante.
Guau, guau, guau nadie vive aquí, contesto la perrita defendiendo a su dueña al saber que era un tigre disfrazado de hombre.
Al oír la respuesta, el tigre sabía que la anciana no estaba sola y que no podía acercarse, y se daba la vuelta y se hiba.
La anciana enojada 😡, le gritaba a su perrita que mala eres que no quieres que mi caballerito de Francia me visite.
Si tan solo supieras pensaba la perrita en silencio.
Por una semana estuvo llegando el tigre esperando que la anciana estuviera sola, pero siempre su fiel y leal perrita contestaba "guau, guau, nadie vive aquí", por lo que el tigre se daba la vuelta y se iba desesperanzado al ver que no podía matar a esa anciana porque alguien la cuidaba.
Ya vas a ver, contestó la anciana enojada 😡, al no entender porque su perrita le corría a ese hombre tan elegante que la quería visitar y conocer dijo "si mañana vuelves a correr a mi caballero de Francia, te voy a matar".
Su perrita sintió miedo y al mismo tiempo no entendía porque la anciana no se daba cuenta de lo que ella estaba haciendo.
Al día siguiente el tigre paso nuevamente y dijo "Gurrun, gurrun. Quien vive aquí?.
Nuevamente la perrita contestó "guau, guau, nadie vive aquí.
El tigre se dio la vuelta decepcionado, y la anciana grito desconsolada "no te vayas mi caballerito de Francia", pero el tigre no le hizo caso pues sabía que la perrita la protegía.
La anciana enojada, mató a su leal protectora y la tiró afuera de la casa, luego pensó "al fin podré conocer ese caballerito tan elegante mañana".
El tigre regresó nuevamente y volvió a preguntar como siempre "Gurrun, gurrun. Quien vive aquí?
El espíritu de la perrita volvió a contestar "guau, guau, nadie vive aquí.
Cuando el tigre se fue, la anciana enojada dijo "Ya veras te voy a quemar para que ya no te entrometas en mi vida", y así lo hizo.
Al día siguiente nuevamente el tigre preguntó lo mismo y las cenizas de la perrita contestaron nuevamente "guau, guau, nadie vive aquí, solo que esta vez más suave, el tigre se dio la vuelta y se fue rápidamente.
La anciana salió y enojada, agarro un huacal con agua y lo hecho a las cenizas de la perrita para que desaparecieran, y así fue el montoncito de cenizas que quedaban, desapareció con el agua.
El tigre regresó al día siguiente y preguntó lo mismo, pero a diferencia de otros días, nadie contestó, así que el siguió adelante y tocó la puerta y la anciana feliz abrió, luego el tigre se acercó y la abrazo, la anciana feliz dijo: Yo se que me quieres mucho pero, no me abraces tan fuerte, porque no puedo respirar, el tigre no le hizo caso y la apretó más fuerte y la anciana poco a poco fue dejando de respirar hasta que murió y entonces el tigre feliz se la comió.
Cuando mi abuelo terminó su cuento me dijo que a veces las personas que nos aman de verdad nos dan consejos, que aunque no nos gusten si ponemos atención sabremos que es por nuestro bien.
No es fácil cuando alguien que nos ama nos dice en lo que estamos fallando y nos dice que podemos hacer para solucionar el problema, pero si somos sabios escucharemos y aunque nos cueste trataremos de seguir el consejo, porque quien no oye consejo, no llega a viejo.