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96.87% Harry Potter: Red Weasley El Extraño Mago Rojo / Chapter 248: 244) ¿Verdad Revelada?

Capítulo 248: 244) ¿Verdad Revelada?

Fue recién en el desayuno cuando finalmente pude salir de la enfermería. Mi estado… bueno, dejémoslo en que no era el mejor. No me vi en un espejo, pero estaba casi seguro de que parecía una pasa de uva humanoide después de todo lo que había ocurrido.

Había eyaculado suficiente como para llenar una piscina… y eso no es tan divertido cuando no era algo que tenías en mente. Mejor ni hablar de lo que pasó con la enfermera. Agradezco que me echara una mano (o varias), hizo todo mucho más llevadero. Pero la despedida de esta mañana fue algo incómoda. Sus palabras, "Todo lo que pasó fue un tratamiento puramente profesional", mientras apuntaba su varita hacia mí, no se me van de la cabeza. Sólo diré que sus manos médicas son muy diestras… y no me negaría a una segunda ronda de ayuda profesional, aunque primero tengo cosas más urgentes que atender, como comer... Mucho.

Al llegar al Gran Comedor, lo único en mi mente era la comida. Me arrastré hasta la mesa de Slytherin como un zombi recién salido de su tumba. Mi entrada no pasó desapercibida, especialmente cuando, al sentarme, comencé a devorar todo lo que estaba a mi alcance. No me importó parecer un cerdo; mi prioridad era sobrevivir. Las chicas de mi grupo me miraron con preocupación. Todas estaban algo cansadas después de la fiesta de ayer, pero mi nivel de agotamiento era otro. Mis ojeras lo decían todo.

Poco después, Ginny apareció. Se sentó frente a mí, y me sorprendió notar que tenía las mismas ojeras que yo. Comía como un zombi también, aunque con más pausa. Las chicas, claro, notaron esto al instante.

"¿Están bien?" preguntó Tracey, con un deje de preocupación en su voz.

"Hmm…" murmuré sin ganas de elaborar.

"Ghh…" respondió Ginny, igual de desganada.

"¿Tuvieron otra fiesta privada ustedes solos? Porque parecen destruidos" insistió Tracey con una ceja levantada.

"¡No!" reaccionó Ginny de golpe, nerviosa, despertándose de su trance.

Todos la miramos, confundidos. Ella, al darse cuenta de su propio sobresalto, bajó la cabeza y siguió comiendo en silencio.

"¿Deberían ir a la enfermería?" sugirió Pansy, algo preocupada.

"¡NO!" fue mi turno de reaccionar instintivamente, lo cual sólo aumentó las sospechas. Traté de corregirme de inmediato. "Digo, no es necesario. Solo necesito comida, líquidos y mucho descanso…" añadí, intentando sonar convincente.

Las chicas siguieron lanzándonos preguntas, pero Ginny y yo apenas respondimos con monosílabos. A pesar de mi propia curiosidad por su estado, decidí dejarlo para más tarde; mi prioridad ahora era recuperarme. Había dejado un clon descansando para compensar mi estado físico, pero todavía tardaría un poco en equilibrarse. Claro, tenía formas de recuperarme más rápido, pero en mi aturdimiento no podía pensar con claridad.

"¿Y Luna?" pregunté de repente, al notar que no la veía ni en nuestra mesa ni en ninguna otra.

"¡Eh!" Ginny volvió a reaccionar de golpe, esta vez con un leve sonrojo y su cabello ligeramente erizado. "Está durmiendo… está cansada…" murmuró casi inaudiblemente, bajando la mirada hacia su plato.

"Hmm…" asentí, sin querer plantear más preguntas en ese momento. Mi cerebro estaba demasiado agotado para investigar, aunque sabía que algo raro estaba pasando.

El desayuno pasó rápidamente. Como ni Ginny ni yo éramos capaces de mantener una conversación decente, las chicas comenzaron a hablar entre ellas, centrándose en las noticias recientes: la Cámara de los Secretos. Que Ronald y Harry hubieran sido encontrados petrificados frente a Filch y su gata era el tema principal de Hogwarts en ese momento, seguido de cerca por mi grandiosa fiesta de la noche anterior.

Todos especulaban sobre lo ocurrido: qué lo había causado, quién estaba detrás y qué podría suceder a continuación. Escuchaba pasivamente tanto a las chicas como a los murmullos de los estudiantes cercanos, mientras meditaba sobre mis próximas acciones. Aunque no estaba en mi mejor estado mental, aún podía hilvanar algunas ideas.

Al terminar de comer, me levanté y llamé a Ginny para que me siguiera. Su reacción fue inmediata; parecía que se le helaba el corazón.

Caminamos en silencio por los pasillos, los dos con unas ojeras que nos hacían parecer pandas. Era evidente que Ginny estaba nerviosa. Su respiración era errática, y sus pasos, torpes. Finalmente, llegamos a un pasillo poco concurrido, donde los alumnos más cercanos estaban a varios metros de distancia.

"Ginny… ¿hay algo que quieras confesar?" pregunté, apoyándome contra la pared para no perder el equilibrio.

"¡Hicc!" Ginny dio un pequeño salto, asustada, y de repente rompió a llorar, como si una avalancha de emociones la hubiera desbordado. Entre sollozos, intentó hablar "P-perdón… Red… hermano… yo…"

"¿Abriste la Cámara de los Secretos?" pregunté con seriedad, manteniendo la calma, esperaba que, por su reacción, confirmara mis sospechas.

"¿Qué?" repitió Ginny, levantando la mirada con confusión. Su llanto se detuvo por un momento, sus ojos hinchados mostrando sorpresa genuina.

"Fuiste tú, ¿verdad? Petrificaste a Filch y a Norris, conseguiste el diario… No tienes que preocuparte. Lo solucionaremos, pero tienes que decírmelo."(Red)

"¿No?"respondió, dubitativa, pero con sinceridad. Su alivio fue palpable, aunque parecía estar cargando con otro peso sobre sus hombros. "Yo no fui. Ni siquiera lo vi. Solo sé que Ron está involucrado…" dijo con un tono nervioso, pero honesto. Preferiría ser culpable de los ataques antes que enfrentar el miedo que le daba que supiera lo que realmente escondía.

"Entonces, ¿por qué lloras?" pregunté, sin notar señales de que estuviera mintiendo. En realidad, mi pregunta inicial había sido una apuesta; parecía que había fallado. "¿Hay otra cosa que hayas hecho que…?" comencé a decir, pero algo en mi mente hizo clic de repente.

"¡No! ¡Yo no hice nada!" negó rápidamente, casi a gritos, interrumpiéndome antes de que pudiera terminar mi frase. Su desesperación era evidente.

"Ginny… ¿viniste a mi cuarto anoche?" pregunté, empezando a conectar las piezas. Mi voz temblaba de incredulidad. "Ginny… por favor, dime que no fuiste a mi cuarto a drogarme con algo."

"Yo…" Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos nuevamente. De repente, se lanzó hacia mí y me abrazó con fuerza, como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento. "¡Perdón, Red! Por favor, no me dejes…"

"¡GINNY!" grité, enojado y empujándola ligeramente para separarla. "¡¿Por qué demonios hiciste algo así?!"

"¡Todo es tu culpa!" me gritó de vuelta, su voz temblorosa entre el llanto. "Tú me obligaste… Era tu castigo… ¡por ser la puta de Hogwarts, por andar detrás de todas esas chicas!" Su confesión llegó con una mezcla de rabia y desesperación, pero aún así, no soltó el abrazo. Enterró su rostro en mi pecho y siguió llorando. "Pero por favor… por favor, no me dejes… sé que fue una tontería, pero no quiero perderte."

"¿¡Esta es tu venganza por eso!?" grité, incrédulo. "Pensé que ya habíamos dejado ese tema atrás. ¡Ginny, no puedes darme pociones desconocidas mientras duermo! ¡Es peligroso! ¿Y si me hubieras matado?"

Ginny se congeló ante mis palabras. En ese instante, su expresión cambió. Algo pareció hacer clic en su mente. Mientras yo continuaba regañándola, ella comenzó a procesar la situación, dándose cuenta de algo crucial: yo no sabía toda la verdad.

"Solo… era una venganza…" respondió Ginny, con un tono dubitativo, pero claramente más tranquila. Estaba tanteando el terreno. "Solo quería desquitarme una última vez antes de… perdonarte del todo."

"¿Sabes siquiera qué me diste? Estuve toda la noche en la enfermería, Ginny. Fue un desastre absoluto."(Red)

"Perdón…" murmuró con la cabeza gacha, evitando mirarme a los ojos. Yo no podía saberlo, pero esa postura escondía un extraño alivio. Ginny estaba convencida de que, si yo supiera todo, mi reacción sería mucho peor.

"¿Dónde conseguiste esa poción?" dije, levantándola suavemente por los hombros para obligarla a mirarme. "Y más te vale no mentirme."

Lo que vi fue una Ginny destrozada. Sus lágrimas seguían cayendo, y su rostro estaba lleno de arrepentimiento. Parecía que de verdad se sentía culpable.

"Con el mercader…" dijo al fin, sollozando. "Le pedí algo que te hiciera sentir incómodo por un buen tiempo, pero sin que te matara… No sabía que sería tan grave…"

La escuché, intentando procesar lo que decía. Parecía tan inocente, tan genuina en su arrepentimiento, que no pude hacer mas que creerle.

"Eso…" dije, luchando por encontrar las palabras sin ser demasiado explícito. "Eso fue más que incomodarme, Ginny. "Hice una pausa, pero de repente reaccioné con alarma." ¡Ginny! Dime que no probaste esa poción con alguien más. ¡¿La tomaste tú?!"

"No…" respondió, visiblemente nerviosa. Evitó mi mirada, pero parecía estar recordando algo. Su mente volvió al día anterior, a lo que había ocurrido con Luna. Aunque ellas no habían consumido la poción directamente, algo definitivamente las había afectado.

"Dime la verdad, Ginny. Eso que usaste era algo muy fuerte" insistí, mirándola con seriedad.

"No… Como mucho, lo olí un poco cuando lo vertí en tu boca" respondió, recordando mis consejos sobre cómo mentir u ocultar la verdad: siempre revelando algo para que sonara creíble.

"Maldita sea, Ginny. Esa poción era demasiado potente. Ni te imaginas lo que puede hacer con solo olerla" dije, sintiéndome cada vez más frustrado. "Vamos a la enfermería."

"¿¡Qué?! ¿Por qué?" Ginny trató de resistirse cuando tiré de ella con firmeza.

"Ginny, esa poción era…" hice una pausa, sintiendo la vergüenza arder en mi rostro. "Era un afrodisíaco. No es algo que deba quedarse en tu sistema. Tenemos que asegurarnos de que al olerla no te haya afectado ni te cause algún daño oculto."

"Estoy bien, Red" se soltó de mi agarre con un movimiento brusco. "Si algo estuviera mal, te lo diría. No tienes que llevarme a la enfermería." Su tono era defensivo, pero había un matiz de nerviosismo. No quería que la revisaran, temiendo que cualquier examen pudiera revelar algo más.

"Ginny, esto no es un juego. Yo estuve toda la noche lidiando con los efectos de esa poción, tratando de evitar que causara…" me detuve de golpe. Algo en su rostro me llamó la atención. "Ginny… ¿por qué tienes esas ojeras?"

"¡Por nada!" respondió rápidamente, desviando la mirada y ruborizándose.

"¿Dónde estuviste anoche, además de en mi cuarto?" pregunté, empezando a temer lo peor.

"En la Sala de los Menesteres… con Luna" murmuró tímidamente, apenas audible.

"¿Luna también olió la poción?" pregunté, un poco más aliviado al saber que al menos no estuvo en contacto con otro hombre bajo los efectos de la droga.

"Sí…" respondió débilmente, su voz casi apagada.

"¿Y estás bien ahora?" pregunté con más insistencia.

"Sí…" su voz se volvió aún más baja, apenas un susurro.

Suspiré, pasándome la mano por el rostro. No estaba seguro de cómo abordar lo que sospechaba que había sucedido. Finalmente, reuní el coraje para preguntarle:

"Ginny… creo que necesitamos hablar de ciertas cosas. ¿Sabes lo que es la masturbación, verdad?" pregunté, sintiéndome profundamente incómodo al recordar una conversación similar que tuve con Tina en el pasado.

"¡CÁLLATE!" exclamó de inmediato, interrumpiéndome con una mezcla de enojo y vergüenza. Cruzó los brazos con firmeza, lanzándome una mirada indignada. "Sé todo lo que tengo que saber. Estoy bien, y no tienes que preocuparte. Ahora, si me disculpas, tengo que ir a ver cómo está Luna y llevarle algo de comer." Dicho esto, se dio la vuelta bruscamente y salió casi corriendo.

Me quedé en mi lugar, observándola alejarse con pasos apresurados, incapaz de detenerla. Pero lo que no sabía era que Ginny no se había alejado tanto como aparentaba. Se había escondido tras una pared cercana, fuera de mi vista, y allí dejó escapar un profundo suspiro de alivio. Sentía que nunca había estado tan cerca de sufrir un ataque al corazón.

Suspiré otra vez, agotado y con la cabeza llena de pensamientos. Esa conversación no era algo que quisiera tener con mi hermana, y, por su reacción, parecía innecesaria. Sin embargo, la idea de que Ginny y, probablemente, Luna hubieran pasado la noche "puliendo sus perlas" no dejaba de incomodarme. Al menos, me tranquilizaba que nadie se hubiera aprovechado de ellas bajo el efecto de la poción.

Sin embargo, la preocupación persistía. Aunque no era algo que pudiera mencionar directamente, me inquietaba la posibilidad de que se hubieran lastimado de alguna manera por una masturbación excesiva. Pensé en las horas que pasé en la enfermería, lidiando con el efecto de la poción y las propias heridas de fricción. Sabía que debía estar atento, aunque fuera desde las sombras, sin invadir demasiado su privacidad. Tal vez podría pedirle a alguna de las chicas que hablara con ellas sobre el tema.

Claro, aún quedaba mucho por discutir y regañarla. Ginny me había drogado y eso no era algo que pudiera simplemente olvidar, pero por ahora decidí esperar. Primero debía asegurarme de que ambas estuvieran bien.

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3er Capítulo Adicional

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