ANTHONY
No podía seguir en esa mansión, no podía respirar siquiera lejos de Gabriel. Me ocupé de despedir al mayordomo y Gabriel me ayudó a contratar uno nuevo.
Los criados y demás personal domestico nos contaron lo sucedido entre Mefis y el traidor del mayordomo.
Luego de que todo eso pasara, dejé indicaciones al nuevo mayordomo de mandar toda correspondencia que llegara a recreación, donde me instalaría a partir de ese momento con Gabriel.
Una vez en mi habitación, luego de que Gabriel se fuera a su casa a pedido de su padre, me puse a escribir una carta a mi padre contandole todo. Lo de Mefis, lo de Gabriel, lo del mayordomo.
No dejé detalle fuera, salvo el hecho de que Gabriel fuese hijo de Fausto. Ese detalle lo oculté, aún no estaba preparado para revelarselo a mi padre.
Sin embargo necesitaba contarle todo lo demás, no podía seguir así. Además Mefis era el sobrino de Orfen por lo tanto era necesario sincerarme con mi padre por ese mismo motivo.
Cuando acabé la extensa carta se la envié. Recién respiré aliviado, al fin podría compartir con mi padre la verdad sobre mi relación con el toxico de Mefis.
Era de noche ya y muy a mi pesar extrañaba a Gabriel pero entendía su posición. El posesivo de su padre le exigía cenar con él todas las noches y dormir en casa.
Me encerré en mi habitación de Recreación con llave ya que sentía mucho miedo. Luego me duché para relajarme un poco. No pude evitar de llorar bajo la ducha caliente.
No sé cuánto tiempo pasó pero cuando me pude relajar recién salí. Me sequé y me acosté quedandome inmediatamente dormido. Cuando desperté era pleno día. Fuera nevaba como de costumbre.
Me levanté, me lavé, me vestí y salí a desayunar. Tenía hambre, las emociones fuertes solían provocar en mí ese efecto. Me puse un pantalón negro, una camisa negra y un pulover cuello V rojo.
Salí al bar pero sin fijarme por dónde iba choqué con alguien. Era un jóven que trastabilló y volteó los libros que llevaba.
—Perdón, iba distraído. No te ví — dije avergonzado mientras lo ayudaba a juntar los libros.
— No te disculpes, no es necesario.
Ví que tenía moratones cuando se levantó la manga de su camisa, pero inmediatamente se los tapó.
— Oye, lo siento — dije y él nervioso se colocó de pie con los libros mientras miraba hacia otro costado —¿Puedo saber tu nombre?
— Rafael, soy Rafael Evans.
— Me llamo Anthony Archer — Nos dimos las manos, él estaba frío y muy pálido — Un gusto Rafael.
— Lo mismo digo Anthony. Al fin puedo hablarte.
—¿Eh? — aquello me sorprendió — ¿A qué te refieres?
— Aunque jamás imaginé que fuese debido a mi torpesa — rió nervioso.
—¿Cómo? ¿Tú me conoces?
— Cómo no conocer al hijo de Liam Archer. Tu padre ayudó económicamente al mío. Pero no me atrevía a hablarte siendo el novio de Mefis Von Fisher.
— Ya no lo soy más — dije entre molesto y temeroso
— Lo sé, las noticias vuelan ¿verdad?
— Efectivamente. Dime Rafael ¿desayunaste?
— No, aún no.
— Genial, yo tampoco. ¿Desayunamos juntos?
— Estupendo, pero antes acompañame a la biblioteca a dejar éstos libros.
Fuimos hasta allá, en el camino me ocupé de observarlo con discimulo. Tenía la piel blanca, sus rojos cabellos estaban amarrados con una cinta negra a su nuca formando una cola de caballo, sus ojos dorados eran en extremo atrayentes. Vestía de azúl oscuro.
Cuando estuvimos en el bar hicimos nuestros pedidos. Conversamos de todo un poco. Descubrí que Rafael estudiaba abogacía y era hijo único.
Su padre murió y su madre volvió a casarse con un patán al parecer. No por nada estudiaba psiquiatría, me resultaba sencillo ver los signos de abuso físico en él. Pero si quería ayudarlo debía ir lento.
Rafael frecuentaba Recreación como yo y contaba con la libertad de quedarse ahí cuantas veces quiera. Algo que Gabriel no podía hacer.
Mi angustia por la ausencia de mi amado fue atenuandose gracias a mi nuevo amigo, que me caía muy bien. ¿Se debería a que me hacía acordar a Gabriel? Tenía su misma sonrisa y su intensa mirada.
Reímos de todo un poco, él me contaba su devoción por los libros y su gran soledad ya que su madre y su padrastro no le permitieron tener amigos debido a lo posesivos que siempre fueron.
A su vez yo le fuí contando mi mala experiencia con mi ex novio y algunas situaciones de mi pasado.
— No tengo una vida fácil Rafael, nunca la tuve a decir verdad.
— Siempre supe que Mefis está loco, sus actitudes distan mucho de ser alguien descente. No sé qué le viste pero me alegro que hayas podido librarte de él.
— Si, tuve la fuerza para alejarme. Pero no fue fácil ¿sabes?
— Lo imagino.
—¿Y tú...cuál es tu historia real Rafael?
Inmediatamente ví cómo se acariciaba su brazo derecho mirando hacia abajo. Su angustia era visible. Parecía que iba a empezar a hablar cuando vió algo o a alguien que lo alteró, al punto de empalidecer subitamente. Su cambio anímico fue notorio.
—Quizas en otro momento pueda contarte mi historia. Ahora debo irme — se incorporó y se marchó sin darme tiempo a nad.
Quise seguirlo cuando Gabriel apareció ante mí. Acababa de llegar a Recreación.
— Anthony — me dije sonriendo luego me abrazó — Te extrañé mi vida.
— Gabriel — le respondía el abrazo pero busqué con la vista a Rafael por todo el salón sin lograr encontrarlo. Como si se hubiese desvanecido en el aire. ¿Qué fue todo eso?