En el bar, cinco hombres que ya habían bebido mucho se dirigieron hacia Victoria con sus vasos.
—Nena, ¿quieres que bebamos juntos?
—¿Qué quieres beber? Deja que te invite.
—Así es. ¿Qué sentido tiene beber solo? Mírate, todavía con tu vestido de novia. Debes haber sido abandonada por tu futuro marido. Te ayudaremos a ahogar tus penas.
Mientras hablaban, se sentaron junto a Victoria.
Frente a estos hombres con malas intenciones, Victoria no tuvo ningún miedo.
Ya no era una niña pequeña. Aunque no fuera una mutante, con sus habilidades en el taekwondo, no sería un problema para ella golpear a esos borrachos en un bar poco iluminado.
Victoria dijo con desdén:
—¿Chicos? ¿Quieren beber conmigo?