Nora tenía el pelo atado en la nuca.
Su rostro estaba cubierto de pintura de camuflaje gris, y el traje con estampado de camuflaje que llevaba parecía elegante y bien ajustado. Junto con sus botas militares, era una imagen elegante.
Al verla, las pupilas de Queenie se encogieron. Atónita, preguntó: —Tú... ¿Por qué estás aquí?
Nora bajó la mirada: —Puede que hayas subestimado el estatus de Gato Negro en la industria.
Era la mejor asesina del mundo. Todas las organizaciones, sin importar cuál, le mostrarían respeto. Cuando Nora se dio cuenta de que Queenie se había marchado sola, estaba absolutamente segura de que contrataría servicios de seguridad.
Los guardaespaldas contratados a última hora eran poco profesionales y poco fiables. Sus habilidades de combate no eran tan confiables como las de los sicarios y mercenarios profesionales. Además, los mercenarios sólo hacían lo que se les pagaba y nunca traicionaban a sus empleadores.