Abrí los ojos de golpe, tenía la respiración muy acelerada, mi pecho subía y bajaba con fuerza, un dolor en una de mis mejillas comenzaba a surgir cada que los segundos pasaban y retomaba el conocimiento. Maggie se encontraban conmigo, tenía una mirada llena de preocupación, su rostro estaba pálido.
—Cariño, al fin despiertas.
Se acercó a mí y acarició mi rostro con una de sus manos, el dulce tacto de su mano en mi mejilla hizo que sintiera el dolor que se intensifica cada vez más, aparte el rostro de su mano por instinto y me queje del dolor que sentía, para que no pensara que no quería que me tocará o algo así.
—Lo siento querida, no medí mi fuerza— se disculpó algo avergonzada, ya no se encontraba tan asustado como a un inicio— te di una bofetada para que despertaras, te quedaste dormida aquí en el sillón y mientras lo hacías comenzaste a gritar.