Descargar la aplicación
76.92% Juego de Reyes / Chapter 10: Encontronazo Premeditado

Capítulo 10: Encontronazo Premeditado

Tras cuatro largas horas las arenas cumplieron su trabajo, un nuevo Hassan emergió de las mismas, su apariencia no había cambiado, su chaqueta y camisa de cuero seguían como antes, de igual forma que sus pantalones gastados y botas. Sin más desenvainó la cimitarra de su cintura, lanzando una sonrisa al ver que, si bien en apariencia nada había cambiado, el fino silbar en el aire demostraba la agudeza del filo.

—Mira que tomarte tantas molestias para conseguir esto, realmente te gusta jugar bromas pesadas Erika —comentó Hassan, viendo con una sonrisa irónica el reflejo de aquella mujer a sus espaldas.

—Prefiero que sea así, estarías muerto sino hubieras dominado las arenas —respondió Erica, sacudiéndose el cabello mientras se acercaba.

—Camisa blanca sin mangas, pantalones hasta las rodillas y descalza, toda una nómada; me gusta.

—Tu no estas mejor Hassan, pareces un ladrón de tumbas.

—Pero es que lo soy, princesa.

—Anda ya, deje esa basura hace seis años y aun me llamas así.

—Para mí lo eres —dijo Hassan entre risas mientras envainaba la cimitarra.

—Muy gracioso, ¿podemos irnos ya?, el que aguanta el calor de este lugar eres tú —comentó con desgana la chica.

—Como quieras, ¿pones el rumbo? —preguntó Hassan una vez más.

—Vale, iremos a los Baldíos de Azarath; ya ahí veremos qué hacer.

—¿Cuándo le cambiaron el nombre a ese cañón? —curioseó Hassan.

—Ni idea, cosa de los sátiros supongo —contestó Erika.

El viaje fue largo, la extensa planicie y las altas montañas en la distancia engañaban a la vista. Dos, cuatro, seis horas de camino y aun parecían que estaban en el mismo lugar, aun así, no podían detenerse; la última madriguera la habían dejado atrás hacia bastante y aun cerca de una similar sería inútil, el sol ya estaba sobre ellos. La arena ardía como las llamas y el aire seco daba un recordatorio de que solo el sudor y las prendas que llevaban les proporcionarían algo de frescura. Por su parte Erika estaba frustrada, pero se contenía de decir una palabra, ya había pedido demasiado de Hassan al haber llenado un par de odres con la poca agua que logro extraer de la arena profunda bajo esas condiciones, más aun el construir un refugio de arena no era viable, al mínimo descuido y cualquiera en kilómetros a la redonda podrían detectarlos; solo podían avanzar; por otro lado Hassan estaba algo más cómodo con respecto a Erika, su cuerpo ya estaba adaptado a situaciones extremas y ahora más gracias a las arenas, pese a todo el viaje también le estaba por pasar factura, sus ojos se cerraban cada poco medio dormido, sus piernas parecían temblar cada cierto tiempo y en general un ritmo mucho más lento que antes. No fue hasta entrada la tarde que el calor comenzaba a desaparecer de apoco, liberando al dúo del calor mas no de sus problemas. Hassan se sorprendió a sí mismo, no había sentido la presencia, ni oído el suave susurro al atravesar el viento, pero algo estaba claro, estaban rodeados. A sus pies una punta de flecha yacía mellada mientras que astillas de madera eran esparcidas por el viento.

—¡Erika!

Gritó veloz ante el inminente ataque, Erika lo entendió de ante mano. En total sincronía espadachín y hechicera quedaron espalda con espalda ante sus atacantes, estos últimos solo sonreían eufóricos, el olor a alcohol y vino fácilmente les delataba así que no se escondieron más. Por un segundo Erika tembló, sabía que eran; esas patas de macho cabrío eran conocidas en todo el continente.

—Sátiros.

Fueron sus únicas palabras hacia ellos, pero suficientes. El asco y la ira se manifestaron en un violento fulgor azul que rodeaba las manos de la hechicera, aunque sin más se volvían mas como una brisa azulada que rodeaba sus manos. Hassan no pasó desapercibida la reacción de hecho, ni siquiera la esperaba, eran pocos los que habían despertado aquello en Erika; aun así, no era momento para dudas así que desenvainó, lento y preciso dejando que el filo silbara a través de la vaina.

Erika fue la primera en despertar. Confundida y maniatada, sintió como la sangre recorría fresca su sien, no tenía cortaduras ni arañazos en el cuerpo algo que la hizo sonreír unos segundos antes de que las contusiones la hicieran contraerse. No eran golpes normales, la sensación era distinta.

—Bonita marca tienes en la cara princesa —, comentó Hassan, con una sonrisa irónica. Claramente se había llevado la peor parte.

—¿Qué diablos ha pasado? —preguntó aun atontada.

—Solo nos pasó por encima un carro de guerra marca centauro, fíjate que tienes hasta el autógrafo en la cara —respondió señalando la pezuña marcada en la sien de Erika.

—Anda ya, transporte gratis, ¿salimos?

—Aún no, veamos que harán ahora, además no es como que estemos para eso ahora mismo.

—Lo sé, solo quiero devolverte el favor —una pausa acompañó sus palabras, de igual forma que un constante negar de Hassan le devolvió el habla —, gracias.

—Anda que eres dramática, descansa, aún falta un buen trecho.

Hassan no se equivocaba, unas buenas horas pasaron hasta llegar al campamento: una serie de barracones de madera y tela con forma similar a la de los establos humanos.

—Deja dos guardias en las carretas. Mañana abra un buen espectáculo —fueron las palabras que el dúo alcanzo a escuchar poco antes de que dos trozos de pan y carne cocida fueran puestas a ambos lados de ellos para posteriormente ser desatados. Erika apretó los puños y miró a Hassan quien en respuesta negó confiado.

—Come y descansa —aconsejó el espadachín.

—¿En serio les darás tantas ventajas?

—Si escapamos ahora solo será cuestión de horas antes de que nos aplasten.

—Intentar ganarnos el derecho a irnos por nuestro pie no es tampoco tu mejor plan Hassan —protestó Erika.

—Tenemos las de perder si nos vamos, además.

—Ya lo sé, come y déjame descansar —interrumpió la hechicera con clara desgana.

El alba acompañó los mugidos y risas de estridentes, golpes secos sobre la madera y silbido de cuchillas al cortar el aire, sutiles y lejanos; mas no inaudibles. Para la pareja no era nada extraño, no era la primera vez que participaban en ese tipo de negocios y mucho menos entre rejas. De un brusco tirón, uno de sus captores retiro la tela que cubría sus celdas. La luz les impidió verlo, mas no escucharlo: una voz gruesa e imponente, acompañada de suaves pero firmes golpes de pezuñas contra el suelo y acompañando a este una voz algo menos intimidante pero mucho mas arrogante, el sonido de metales colgantes no paso desapercibido para Erika quien no tardo en entender que destino les esperaba. Pocos minutos después, la sabana volvió a cubrir en sombras la jaula, dejando a oscuras una vez más a la pareja para su traslado. El exterior, aun en sombras, era bastante escandaloso. Martillos, estacas y cierras eran los sonidos que predominaban; no fue sino hasta que la carreta se detuvo que sus sospechas fueron confirmadas.

El rugir de los tambores y cuernos de guerra dieron la bienvenida a la Arena al mismo tiempo que a los competidores. A ninguno de los enjaulados les sorprendía su situación, de hecho, aun dentro de sus pequeñas prisiones se atrevían a gritar como gladiadores a punto de combatir. Por su parte, el dúo se mantuvo en silencio y expectante; si sus captores eran realmente quienes esperaban que fueran les convenia ser prudentes. Al fin, las carretas se detuvieron y fueron reveladas al público. Manteniendo apariencias Hassan y Erika comenzaron a gritar como el resto de prisioneros, en un coro casi tan fuerte como el de los espectadores, gordos ricachones engalanados en oro y joyas algunos, pero la mayoría vestían orgullosos cicatrices atroces de antiguas contiendas. Esto no era un espectáculo, sino un reclutamiento.

—¡Guerreros del desierto, hijos de la guerra; como todos los años la arena de Kyrat abre sus puertas aquí en las arenas del desierto de Marduk, antiguo hogar de los ahora perdidos hechiceros, ¡y quisiera empezar hoy con una pregunta! ¡¿Creéis que estas tierras ya no tienen mas que ofrecer?, conozcamos la respuesta este día!

De un solo rugir de su cuerno de guerra, el minotauro hizo abrir la primera compuerta de entrada al domo mientras de igual forma una de las jaulas era abierta, liberando a la manada de sátiros en su interior.

—¡Vamos a ver qué tal va la primera ronda! ¡Chicos no dejéis cerca de vuestras mujeres o hijas cerca de estos pequeños bastardos, no vaya a ser que las encontréis bañadas en blanco! ¡Já, sátiros de las arenas, carroñeros del desierto y saqueadores de caminos, siete de estos pequeños ninfómanos contra uno de los terrores del Gran Cañón de Azarath, nos tomo bastante atraparlo así que démosle un fuerte aplauso al gran minotauro Pezuña de piedra!, si somos malísimos con los apodos, que mas da. ¡Que comience la batalla!


Load failed, please RETRY

Estado de energía semanal

Rank -- Ranking de Poder
Stone -- Piedra de Poder

Desbloqueo caps por lotes

Tabla de contenidos

Opciones de visualización

Fondo

Fuente

Tamaño

Gestión de comentarios de capítulos

Escribe una reseña Estado de lectura: C10
No se puede publicar. Por favor, inténtelo de nuevo
  • Calidad de escritura
  • Estabilidad de las actualizaciones
  • Desarrollo de la Historia
  • Diseño de Personajes
  • Antecedentes del mundo

La puntuación total 0.0

¡Reseña publicada con éxito! Leer más reseñas
Votar con Piedra de Poder
Rank NO.-- Clasificación PS
Stone -- Piedra de Poder
Denunciar contenido inapropiado
sugerencia de error

Reportar abuso

Comentarios de párrafo

Iniciar sesión