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33.33% Los archivos secretos de Robert Twin / Chapter 3: Alex Bisping - Desesperación

Capítulo 3: Alex Bisping - Desesperación

"La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene"

Jorge Luis Borges.

Alex Bisping se encontraba sentado en el suelo, frente a otra víctima de violación y asesinada a sangre fría, con el cuello cortado y abierto de punta a punta. Su arma en el suelo, una pistola de la policía, su Handy en la mano escuchando del otro lado a una mujer advirtiéndole que ya se encontraba a unos pocos minutos la ambulancia y los patrulleros.

—No servirán de una mierda...—dijo y se pasó la palma de su mano derecha por su corto cabello castaño oscuro. La mujer desnuda en el suelo, en el medio del local comercial de ropa, situado en una de las avenidas más importantes de la ciudad. Las cortinas Black Out se encontraban bajas, la puerta cerrada para que nadie pueda ver hacia adentro. Una flor negra sobre su pecho desnudo solo quería decir una cosa, Jhon Kirk atacó de nuevo—Ya van más de veinte—dijo y golpeó el suelo—. Te atraparé maldito hijo de puta—apretó los dientes y se lamentó por la joven y hermosa mujer que yacía allí, cuyo cuerpo sin vida solo demostraba lo mucho que sufrió al tener contacto con el violador; moretones en las piernas, sangre en su mejilla derecha, el ojo izquierdo hinchado, pelo arrancado, arañazos, hasta tenía dos dedos quebrados.

La sirena se oyó al fin. Cerraron el perímetro y los paramédicos ingresaron al mismo tiempo que el comisario Ricardo Correas.

—Mierda Alex...—dijo al verla tirada allí, a su lado. Alex se incorporó y tomó la pistola, la colocó en la pistolera y se acercó hacia su jefe.

—No pude hacer nada...—bajó la vista y recordó el momento en el que ingresó—Ya estaba muerta, y por lo visto, llegué unas horas más tarde.

—No es tu culpa-Inhaló con pasión el cigarro y largó el humo al instante. Sus bigotes del color del humo se llenaron de olor a tabaco, como siempre, y sus dientes semi amarillentos que se ocultaban bajo ellos salieron a la luz con una mueca de preocupación-. Debes tomarte unos días de descanso.

—No descansaré hasta encontrarlo—Alex trabajaba en el departamento de policía de Terra Nova, como ayudante del comisario y mano derecha del detective Lucas Smith. Era un hombre de cuerpo atlético, amante de la justicia y defensor de los débiles, es por este motivo que se convirtió en policía.

Los paramédicos dijeron lo obvio, que se encontraba muerta. Nadie tocó absolutamente nada. Dejaron todo tal cual para encontrar las pistas suficientes como para atrapar al asesino, pero como siempre, no encontrarán nada...

Alex, luego de unas cuantas horas, regresó a su departamento en el piso dieciséis.

Sujetó una botella de Whisky escocés y se acercó hacia la cocina, tomó un vaso de cristal y después de servir en él dejó caer unos cuantos cubos de hielo. Luego se quitó la camisa blanca arremangada y se tiró exhausto en el sillón.

Intentó no pensar por un tiempo, pero su pensamiento no logró desviarse, su mente continuaba en aquél maldito de Jhon Kirck. Bebió un largo sorbo de Whisky y encendió un puro.

Tomó el control remoto y encendió el televisor. Detrás suyo un enorme ventanal con vista a la ciudad. En un piso dieciséis la vista era lujosa y apaisada. En los noticieros ya se encontraban hablando del caso de Jhon Kirk. Alex inhaló con fuerza y sin detenerse, hasta llenar sus pulmones de humo. Cerró los ojos, se dejó caer hacia atrás y lo fue eliminando lentamente por la boca.

Pensó cuando lo enfrentó cara a cara, en el caso de "Michelle". Fue en una fábrica abandonada, ella llamó a la policía y él se encontraba cerca. A pesar de las reiteradas advertencias del jefe de policía para que no se dirija solo, Alex hizo caso omiso a ellas y fue de todas formas, sabiendo que un minuto tarde podía significar la muerte de la víctima. Estacionó su auto policial frente a la fábrica y le quitó el seguro a su pistola. Corrió hacia la entrada y, una vez dentro, se movía con cautela. Aquella antigua fábrica algodonera era gigante. Las máquinas oxidadas, envueltas en telas de araña, algunas sillas con las patas quebradas y mucho más no había allí. La luz del sol traspasaba con dificultad las ventanas amarillentas por la mugre. Alex se movía en completo silencio, como un ninja en la oscuridad. La cautela fue interrumpida al oír el suplicante grito de Michelle. Su voz pareció desaparecer luego de eso. Alex corrió y cometió errores, errores que nunca se perdonaría. Hizo más ruido del que debió, y Jhon lo escuchó llegar. Subió a los saltos las escaleras de oxidado metal y fue cuando lo encontró. Ahorcó tanto a la víctima que la dejó inconsciente, y la sujetaba con ambos brazos, detrás de ella para que no pueda dispararle. Alex se paralizó al verla desnuda, con sangre que le corría entre las piernas y arañazos en casi todo el cuerpo. Las lágrimas secas en el rostro de Michelle le corrieron el rímel y le dejaron un sutil camino negro en las mejillas. Alex apuntó sin poder disparar. Jhon sonrió y simplemente le dio dos opciones: O dispararle y dejarlos caer a ambos al vacío, o tirar el arma y dejarlo huir. Alex no tuvo más opción que dejar el arma caer y, John sin cumplir con su promesa la apuñaló en la garganta y se escapó corriendo. Alex para no dejar morir a la joven intentó socorrerla dejando a John escaparse entre la sombras y por más que hizo todo lo posible ella se murió en sus brazos. Desde ese día se prometió encontrarlo y acabar con su vida, sin importarle lo mucho que lo perjudique a él.

"Otra víctima del violador más famoso de Terranova" escuchó decir a una mujer del noticiero. Abrió los ojos y observó la nota. Cuán lejos de la realidad se encuentran los medios. Cuántas mentiras dicen para ganar audiencia. Pero hay algo de lo que no se confunden y es que se encuentra libre y otra mujer será víctima de sus violaciones y asesinatos. Un número más para él, una vida menos para el mundo.

El teléfono sonó, pero no atendió.

-¿Alex?-se oyó desde allí al comisario Ricardo Correas-¡Maldición Alex no contestas el celular ni tampoco aquí!-gritó furioso. Alex se mantuvo en silencio, ni siquiera se levantó del sillón. Bebió un largo sorbo del whisky y continuó escuchando-¡Tenemos al maldito Alex, sabemos en donde esta!- en ese preciso momento se incorporó de un salto, dejando caer el vaso sobre la alfombra beige y corrió a tomar el teléfono.

-¿Dónde y cuándo?-preguntó sin siquiera decir saludar.

-Esta noche, cuatro horas de la madrugada, ingresaremos en su vivienda. No sospecha nada Alex, lo tenemos vigilado-Pudo notar la expresión de felicidad del comisario-. Haremos historia, atraparemos a quien violó mujeres en cinco ciudades. ¡Seremos héroes!

—No me importa ser un héroe—dijo y apretó su puño—. Solo me importa acabar con este desgraciado.

—Recuerda que debemos atraparlo con vida Alex—le dijo preocupado—. No hagas ninguna estupidez—el silencio incomodó aún más al comisario, pero continuó—. Esta noche nos reuniremos en la comisaría, a las tres-. Luego iremos al hostel que se encuentra en Breidick al novecientos.

—Ahí estaré—respondió y colgó.

Volteó y observó el vaso de Whisky en el suelo. Sus manos temblaban, tal vez de la emoción, tal vez del miedo. No lo sabía realmente. Tomó el vaso y se fue a servir otra medida; "Hoy lo necesitaré más que nunca..."

Sentado en el sillón Chesterfield de un marrón oscuro se limitó a pensar en la pronta noche de caza. Sus manos temblaron sorpresivamente al observar a través de su celular las fotos de las víctimas de Jhon. Niñas de quince hasta mujeres de treinta años. Todas muertas, todas violadas.

—Hoy será la gran noche—dijo esperando que aquellas personas lo escuchen desde algún sitio—. Hoy mataré a Jhon Kirck...


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