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Ha pasado tiempo desde mi llegada a este mundo, con el nombre de "Xotli". Ahora soy capaz de ver con mis ojos. Me encuentro sentado en lo que parece ser una canasta colgada, mientras miro a mi madre moliendo el maíz en un metlatl de piedra. Junta a ella, una niña de piel esmaltada de color café que tenía el pelo recogido en un mientras hacía lo mismo que mi madre.
Ella es mi hermana mayor, su nombre es "Iztli". Ella, a diferencia de mis padres me brindo otro tipo de bienvenida.
[Pequeño Xotli, deseo de corazón que permanezcas sano y vivo para que alcances tus sueños]- expreso con una dulce voz al recibirme por primera vez en sus brazos.
[Ugu ... ugu ...] - respondí con una sonrisa en mi rostro pero pensando {Algún día, cuando sea grande, te devolveré tu gratitud hermana mía.}
Para eso, siendo pequeño busco oportunidades para hacer mapas mentales de mis planes para evitar la muerte temprana y poder devolver la gratitud de mi hermana mayor.
Talvez sea algo ingrato de mi parte, el despreciar la triste bienvenida por parte de mis nuevos padres. Desde un punto de vista tradicional, estaban inclinándose a un recién nacido y entregándole un saludo tradicional.
<<Haz nacido para sufrir. A sufrir y a perseverar…>> escuche en su momento pero las voces se volvieron murmullos.
Entiendo su preocupación, pero el desear mi muerte en una guerra o un sacrificio es algo que tendré que evitar. Destacar demasiado sería una sentencia de muerte segura. Si aplicamos un poco de mi conocimiento moderno… No hay duda de que vinimos a este mundo a "sufrir y a perseverar".
Incluso con mi vida anterior, hubo momentos que desearía corregir u olvidar.
Lamentar el pasado, no servirá de mucho. Si quiero sobrevivir en esta nueva vida tengo que volverme más fuerte, más inteligente y sobre todo no destacar demasiado en mis primeros años.
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Durante mis momentos de reflexión, reviso mis memorias sobre todas las exposiciones y trabajos de investigación sobre las culturas mesoamericanas. Estos datos los consideraba inútiles cuando un profesor nos ponía a realizar diagramas, líneas de tiempo y modelos arquitectónicos sobre celebres monumentos históricos… Quiero agradecerles por habernos puesto esos trabajos.
Mi actual hogar parece ser una choza de madera con un suelo aplanado, aunque se ve primitivo es funcional. Alrededor de unos cinco por siete metros. Padre fue el que se tomó tiempo para trabajar este suelo, así que debo darle crédito por distribuir correctamente el techo y usar una pequeña cueva como habitación familiar. Donde pasábamos los días de lluvia y guardábamos la ropa. Por lo que había recordado era una casa promedio de la época.
Aunque mi padre tenía aspecto recio y una mirada severa, por alguna razón tenía una actitud frívola. A diferencia de mi madre que tenía una dulce y tierna mirada con su piel café dulce pero actitud seria oculta al hablar.
[¡¡PAPAQUIQUI!! ¡¡A levantarse, cantar y danzar!!] - gritaba mientras me levantaba en sus brazos en las mañanas.
[¡GYAaaaaaaaAAAAAA!] –comencé a mostrar mi descontento a mi padre idiota que no me dejaba dormir en paz.
[Ayyo, querido… me molesta que el pequeño libere su llanto antes de tener que preparar el alimento mañanero…] - explicaba mi madre con una sonrisa pero emitiendo una aura tenebrosa que me asustaba más que los gritos de papa.
Incluso hubo mañanas que me despertaba más temprano que todos, con excepción de los sacerdotes del dios-sol <<Tonatiu>>. Aunque me encontraba acostado en mi cuna; de canasta, escuchando el soplado de caracolas marinas.
Después de recibir de mala gana ese fastidioso canto mañanero, madre con su dulce y apaciguadora voz, me colocaban en una manta sobre suelo, la ubicación variaba dependiendo de la hora del día.
En la mañana me encontraba colgado en la cocina mientras miraba a mi madre y hermana preparar la comida de la tarde. Yo no tenía problema en ser alimentado, me acostumbre a ser amantado.
Durante medio día en suelo del jardín mirando como mi padre practicaba sus movimientos de combate que había aprendido durante su servicio militar. Por lo que pude entender por su estilo de pelea. Eran entrenados en todo tipo de armas, y de vez en cuando se la pasaba combatiendo sin armas. El Arte Marcial se llama "Xilam". Estilo de combate del águila, Jaguar, Venado, Mono, Serpiente… pude comprendedlo casi de inmediato.
La idea del Xilam es llevar al límite al cuerpo humano, sobrepasarlo, llegar a su nuevo límite, sobrepasarlo… Resistencia al dolor, resistencia a combates consecutivos. Desarrollo amplio de vista, olfato, oído. El combate, se basaba en Imitar el estilo de los animales divinos de la cosmovisión Mexica.
Al alcanzar el anochecer, padre se la pasaba contando historias de su propio tiempo durante el servicio militar. De cómo logro sobrevivir a una guerra florida, cómo logro ver, hacer y recordar las tácticas. Pero siempre empezaba:
[Yo sobreviví a los dioses… ¡¡había un esplendor de lanzas, un esplendor de lanzas!!]- explicaba mientras hacía movimientos con sus manos. Supongo que, quería darle efecto dramático.
Siguiendo la rutina del hogar, logre entender un poco más la mentalidad de la época; parece ser que padre era del tipo ―hombre-fuerte-cazador, mientras mi madre y mi hermana estaban siguiendo el estereotipo ―mujer-recolectora-débil.
Sus vestimentas eran diferentes pero ambos usaban algo llamado "Maxtlatl", son tiras de piel de animal seca que usan para cubrir las partes privadas. Mi padre usaba un calzón de piel similar a un "taparabos". Mi madre y hermana usaban una tira de piel que enrollaban sobre sus pechos y su parte inferior para cubrirse... Su método era efectivo, pero muy revelador al momento de moverse. Tal vez pueda cambiar la mentalidad a mi hermana para que en un futuro no sea exhibicionista… eso podría apaciguar los grupos extremistas de apoyo a las mujeres de la época moderna.
Hablando del futuro, si puedo adelantar los avances en infraestructura usando mis conocimientos académicos. Tal vez pueda cambiar algunos hechos históricos sangrientos de la cultura mexicana… me pregunto si podre conocer españoles y evitar la conquista más sangrienta de la historia.
{Si mal no recuerdo, en 1521, Hernán Cortés mando de un reducido grupo de españoles y de una coalición de pueblos indígenas, conquistó la ciudad de Tenochtitlán, poniendo fin al poderoso Imperio azteca. Como todos los grandes conquistadores del siglo XVI…} -Me quedaba con la mirada perdida al repasar mi memoria, eso hasta que recibía la atención de mi hermana.
[Pequeño Xotli, no olvides cerrar tu pequeña boca o las abejas te picaran la lengua…] -explicaba mientras me tomaba entre sus brazos y me llevaba de paseo por la sala. Eh de mencionar que ella me daba melocotones en secreto.
Algún día, le devolveré su amabilidad.
Your gift is the motivation for my creation. Give me more motivation!
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No debería haber más de 2 años y ahora me estaba dando mis primeros pasos alrededor de la casa. Esto lo hacía para distraer a todos. Mi verdadero objetivo era fortalecer mis piernas y articulaciones. Mantener el equilibrio era difícil, pero con ejercicio continuo no sería problema a futuro.
No puedo leer o escribir en su alfabeto, pero puedo entender de qué hablan las mujeres. Gracias a ser un bebe nuevamente, mi cerebro absorbe cosas como si de una esponja se tratase. Como una esponja seca que absorbe agua he memorizado lo que he escuchado. De sus palabras, he empezado a armar el rompecabezas de mi situación actual… Quería conocer el exterior, la aldea alrededor, pero las reglas del hogar lo prohíben, permitiéndose una vez cumpla los cinco años, aunque, caminar por la casa es posible.
Tuve que aprender la historia de nuestra aldea, escuchaba las historias de mi padre.
Hace mucho tiempo, nuestra gente construyo bancos de piedra en varias islas en el lago de Xaltocan, donde el Viento de la Noche pudiera descansar. La población es de menos de mil personas, siendo realmente una pequeña aldea. Territorio del Único mundo… nunca escuche de estos lugares antes.
Hasta donde eh podido entender, se pueden encontrar 4 razas principales: los dioses, los nahuales, los espíritus demoniacos y los humanos
Algo que me llamo la atención de las historias de mi padre, fue la existencia de "espíritus salvajes" o "nahuales". Según su descripción, son personas con características de animales que viven en las montañas. Como otaku, escuchar estas palabras fue como haber recibido una bendición de los dioses… ¡Tengo que investigarlos y de ser posible prologar su existencia! ¡En el futuro no existirán, así que hay que hacer un cambio masivo en el curso de la historia! ... Estoy emocionado.
Al alcanzar la edad de tres años, se me explico los peligros de permanecer fuera de la casa, al parecer existen presencias sobrenaturales conocidas como "Chocacihualt", también conocidas como mujeres que lloran sobre el lago (lloronas). Aunque parezca alguna clase de cuento para asustar a los niños traviesos, posiblemente existan. Mi deducción puede ser algo exagerada pero hasta ahora mi reencarnación fue posible… No puedo descartar ninguna información hasta comprobarla.
Una noche de primavera quiero pensar, mi padre determinó que era momento de presenciar la ceremonia de un sacrificio humano a la deidad conocida como <<Atlaua>>, el dios de los cazadores de aves. Parece ser que desde tiempos antiguos, el lago de Xaltocan rebosaba de patos y gansos que en temporadas pasaban allí para descansar, comer y alimentarnos a nosotros. Así que en esa noche de Luna llena, al principio de la temporada de caza de aves acuáticas, un "Xochimiqui" (sacrificio), un hombre solamente:
[Yo ya casi estoy muerto. Me ahogo como un pez fuera del agua: Mi pecho hace un gran esfuerzo para poder tomar más y más aire, pero el aire ya no me nutre. Mis miembros se están debilitando, mi vista está nublada, mi cabeza me da vueltas, estoy extenuado y me caigo. Prefiero morir de una vez, en lugar de aletear como un pez fuera del agua, hasta que al final me ahogue] – gritaba sabiendo que sería ritualmente sacrificado para la grandeza del dios <<Atlaua>>.
Ese hombre era un esclavo de la nación de los chichimecas, situada lejos hacia el sur. Este pueblo estaba, y todavía está, aquejado de una curiosa enfermedad que parece correr indudablemente por el linaje de ciertas familias.
Que más deseaba declinar esa invitación al escuchar su historia... Pero necesito el conocimiento de las tradiciones. La razón es obvia, quiero evitarlas.
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Esa noche fui llevado sobre los hombros de mi padre, con la compañía de mi hermana y mi madre a su lado.
El viento cepilla mi cabello y los rayos de la luna llena iluminan el camino ciproso de la calle principal. Dirigiendo nos a la orilla del lago, en dónde, un poco más allá había dos postes gruesos hincados en la arena. La noche que nos rodeaba estaba iluminada con el fuego de urnas ceremoniales. El humo que se libera, me recuerda mucho al pasto quemado con un ligero toque de huevo... Entiendo que sus inciensos son sagrados. Lo que no entiendo es por qué escoger un olor tan nauseabundo.
A través del humo se podía ver bailar a los sacerdotes de <<Atlaua>>: hombres viejos, barbas grises, totalmente negros físicamente, vestiduras negras y sus largos cabellos grises enmarañados y endurecidos por la resina de un árbol.
Dos de los sacerdotes tocaban música ritual con flautas fabricadas de fémures humanos. Otro se encontraba golpeando un tambor. Éste era un tipo especial de tambor que convenía para la ocasión: una calabaza gigante y vacía por dentro, parcialmente llena de agua, de manera que flotaba medio sumergida en la superficie del lago. Golpeada con huesos del muslo, el tambor de agua producía un rataplán de extrañas resonancias, que hacían eco contra las montañas, ahora invisibles, al otro lado del lago.
El "xochimiqui" fue llevado hacia el círculo de luz, en donde se desprendía el humo. Estaba desnudo, no traía ni siquiera el "Maxtlatl" básico que normalmente cubre las caderas y las partes privadas.
Aun a la luz parpadeante del fuego podía ver que su cuerpo no tenía el color de la piel manchado de azul, sino un azul de muerto con un toque aquí y allá de color carne.
Fue tendido entre los dos postes y amarrado de un tobillo y una muñeca a cada uno de ellos.
Un sacerdote ondulaba una flecha en la mano, como lo haría el que dirige un coro de cantantes, mientras entonaba una invocación:
[El fluido de la vida de este hombre te lo damos a ti, Atlaua, mezclado con el agua de vida de nuestro amado lago de Xaltocan. Te lo damos a ti, Atlaua, para que tú a cambio te dignes enviarnos tus parvadas de preciosas aves hacia las redes de nuestros cazadores…] -Y así seguía.
Esto continuó lo suficiente como para aburrirme, si es que no aburrió también a <<Atlaua>>. Entonces, sin ningún ritual florido, sin ningún aviso, el sacerdote bajó la flecha de repente y la clavó con todas sus fuerzas tirando después hacia arriba, retorciéndola, dentro de los genitales del hombre azul.
La víctima, por mucho que hubiera deseado aliviarse de esta vida, dio un grito tan agudo y penetrante que destacó sobre el sonido de las flautas, del tambor y del canto.
El sacerdote, con la flecha ensangrentada, marcó una cruz a manera de blanco sobre el pecho del hombre, y todos los sacerdotes empezaron a bailar alrededor de él en círculo, cada uno llevando un arco y muchas flechas. Cada vez que uno de ellos pasaba frente al "xochimiqui", clavaba una flecha en el pecho jadeante del hombre azul.
Cuando la danza terminó y todas las flechas fueron usadas, el hombre muerto parecía una especie de puerco-espín.
El cuerpo fue desamarrado de las estacas y sujetado con una cuerda a la parte de atrás de un acali (barca-bote) de cazador, que había estado esperando en la arena.
El cazador remó en su canoa hacia el centro del lago, fuera del alcance de nuestra vista, remolcando el cadáver hasta que éste se hundió por la acción del agua al penetrar dentro de los orificios naturales y los producidos por las flechas.
Y así recibió <<Atlaua>> su sacrificio.
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