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14.28% El Protectorado del Multiverso / Chapter 2: Conociendo a la clase Un Millón

Capítulo 2: Conociendo a la clase Un Millón

En el centro del multiverso habitado conocido, existe un lugar conocido como Punto Cero. Allí se ubica la central del Protectorado del Multiverso, nombre clave: El Faro.

Éste tiene una estructura compleja, no euclideana, es decir, imposible de definir por las reglas básicas de la geometría tridimensional. Por fuera, se ve como miles de teatros de Sidney y estructuras similares puestas una al lado de la otra. Por dentro, es un infinito complejo de pasillos, oficinas, laboratorios y más. Todo de un blanco constante casi sin excepciones.

Elliot, Tina y Lunafreya están caminando por uno de tantos pasillos, guiados por un reptil humanoide de gran musculatura y escamas negro azabache llamado Raligh. El cuál viste el uniforme del Protectorado con una insignia de alto rango. Éste es uno de los jefes del departamento de Recursos Vivientes. Con un físico escultural y más de dos metros de altura, su presencia resulta imponente, lo cual resalta su actitud relajada y agradable.

— Así que ya tienes licencia de piloto. — Dice Raligh a Elliot. — Bueno, eso nos va a ahorrar trabajo. Pero aún tendrás que pasar otros exámenes si quieres llegar a ser capitán. 'Ta bien?

— Seguro.

— Bien. Lo siguiente que tengo para decir es que, cómo tú inscripción es de cierto interés, tengo que asignarte un entrenador que también tenga la autoridad para manejar Asuntos Externos. Con esos filtros, lamentablemente mi única opción por el momento es...

Raligh es interrumpido por un vozarrón masculino agudo, el cual se oía gritar con mal humor.

— ¡Rosome, le dije que tenía que entregar su informe por escrito hace cinco minutos! ¡García, tráeme mi café! ¡Rhophys, quiero los expedientes del último incidente en mi escritorio para anteayer a las menos sietemil horas, o sea para ya!

Elliot lo vio. El sujeto en cuestión era un grifo, de casi metro y medio de altura, con un uniforme pomposo lleno de condecoraciones y manchas de sangre que nunca se lavaron, y un parche en el ojo izquierdo. Está gritando a un micrófono en el cuello de su traje.

— ¡Atención! — Grita el grifo cuando alcanza a ver a Elliot y los demás. Éstos hacen el saludo militar, salvo Lunafreya. — Voy a dejar algo bien en claro. Cualquier error cometido frente a mí no será pasado por alto. Y lo que opinen los supremos me vale tres coma diecisiete toneladas de comino a la pomarola. Mi decisión es final, finalísima. No voy a permitir que un mocoso cualquiera sea capitán de ninguna de mis naves. ¡¿Entendido!?

— ¡Si señor!

— Es el Teniente Coronel Talion Skygale. — Dice Raligh. — Le gusta hacer las cosas a la vieja usanza, incluyendo insultar a los novatos. Pero tiene su lado amable.

— ¡No me falte el respeto, Lugarteniente! Está bien ¿Quién de ustedes dos es Leslie Onion? — Dice mirando a Tina y Lunafreya.

Con el orgullo visiblemente herido, Elliot da un paso adelante. — Soy yo, señor, Leslie es mi segundo nombre.

Tina y Raligh ponen cara de sorprendidos, luego junto con Talion intentan contener su risa.

— ¡Squaaaahahaha está bien, novato! ¡Squaaaahahaha, te dejo que te... Squaaaahahaha, que te pongas cómodo! ¡Squaaaahahaha!

Talion empieza a alejarse por la misma dirección por la que llegó.

— Bueno, eso fue raro. — Dice Raligh. — Oye ¿Quieres que te lleve a las habitaciones?

— Una cosa más. — Dice Talion, volteando con un aire de misterio. — Espero que descanses bien esta noche, porque a partir de mañana, tu trasero va a pasar a ser de mi propiedad.

— ¿Mi... Trasero? — Dice Elliot.

— En sentido figurado. — Aclara Talion.

— Quiere decir que va a ser estricto contigo. — Afirma Raligh. — Bueno, señorita Lunafreya, joven Tina, por el pasillo de aquí a la izquierda se llega al patio de comidas, vayan ahí y esperenme. Voy a llevar a Elliot a los camarotes. Si quieren despedirse, éste es el momento. No volverán a verlo hasta dentro de tres meses

Tina abraza a Elliot de repente. — Voy a extrañarte, papá.

— ¿No me llamas padre? — Pregunta Elliot antes de sonreír y devolver el abrazo con un un brazo y acariciar su cabeza con el otro.

— Estaré esperando el día que salgas por esa puerta como capitán. — Dice Lunafreya mirando a los dos.

— Luna... Cuida bien de Tina en mi ausencia.

— Te lo prometo. — Responde ella.

— Bueno, no tenemos todo el día. El resto de tus compañeros ya está terminando de instalarse. — Interrumpe Raligh, tocando el hombro de Elliot.

— Tina, vamos, al patio de comidas. ¿Quieres algo en especial? — Pregunta Lunafreya.

Tina mira a Elliot. — Cuídate mucho, papá. — Dice antes de voltear y seguir a la dragona disfrazada.

— Lo haré. — Dice antes de empezar a alejarse de ambas. Ellas toman el pasillo que se les indicó y el va guiado por Raligh hacia otro sitio.

Elliot va secando las lágrimas en sus ojos mientras camina por un largo pasillo, indistinguible de los muchos otros que ya había caminado para llegar allí. Sería la primera vez en la que estaría separado de Tina por tanto tiempo. Nunca se había dado cuenta de todos los sentimientos que había depositado en ella hasta entonces. Éste sentimiento le hizo recordar a aquello que había perdido, y lo llevó a rememorar el peor día de su vida.

El día que quedó viudo.

Recordó la mirada sombría del hombre que le había arrebatado la vida a su amada. El cuerpo inerte de su esposa encinta yaciendo en el suelo. El asesino huyó tras ser hallado un fraganti por el propio Elliot, dejando con vida a dos criaturas a punto de nacer.

Elliot parpadea y regresa a la realidad. Ahora está en un pasillo diferente. Las paredes son del mismo blanco de siempre, pero se destacan hileras de puertas numeradas, y del otro lado hay un muro con miles, no, millones o tal vez miles de millones de retratos con nombres. Algunos más famosos que otros. Elliot reconoce algunos lightlings importantes en aquel muro, y se da cuenta que todos tenían algo en común.

— Son capitanes graduados del protectorado. — Dice en voz alta.

— No sólo capitanes, algunos llegaron incluso más alto. Ser capitán es uno de los dos primeros pasos. — Responde raligh.

— ¿Y cuál es el otro?

— Formar parte de una tripulación, por supuesto. Son las dos formas de empezar en éste mundo. En fin, ya llegamos.

Elliot ve una puerta numerada con un uno seguido de seis ceros.

— Genial, si veo otro pasillo más creo que voy a enloquecer.

Raligh sonríe y abre la puerta, dejando ver un angosto pasillo con ocho puertas.

— Bueno... Sólo son ocho puertas. — Dice sorprendido de ver otro pasillo.

— Te toca la ocho. — Dice Raligh antes de darle las llaves de su habitación. — Todo lo que Lunafreya envió ya está dentro, sólo tienes que desempacar. También tienes lo básico para los tres meses de entrenamiento. Más te vale cuidar tus siete mudas de ropa y tú higiene personal, hay un lavadero comunitario si necesitas limpiar algo más grande que una cacerola. Por lo demás, estás por tu cuenta. Espero que te lleves bien con tus compañeros.

— Gracias por los consejos.

— No es nada, le digo lo mismo a todos los novatos. Ponte cómodo. — Dice antes de voltear e irse.

A Elliot le toma tan sólo unos segundos desempacar y acomodar todo. Luego de eso, sale al pasillo comunitario a intentar conocer a los demás. Al cabo de un tiempo, ve salir por la puerta 2 a un hombre alto, de piel color azul muy pálido. Vestía una armadura pesada de color negro con bordes en dorado. Elliot se le acerca pero éste lo ignora y sale por la entrada principal.

— No te preocupes por Lyon, suele ser así con la gente que no conoce. — Dice una voz femenina, algo aniñada, que viene de detrás de Elliot. Éste voltea y alcanza a ver a una lightling sanadora, con alas de un color azul y verde iridiscente. De cabello rubio y una complexión delgada pero madura. — Soy Amity, Amity Apfel. — Dice ella extendiendo la mano en saludo.

— Un gusto conocerte. Soy Elliot Onion. — Dice devolviendo el saludo.

Amity se pone visiblemente nerviosa.

— No... Puede... Ser... ¡Eres mi héroe! — Grita emocionada. Elliot retrocede un paso y Amity vuela directamente a la habitación 1, de dónde se escucha un grito prolongado. Los otros cinco compañeros salen uno por uno al escuchar el alboroto.

Primero, de la habitación 5 sale una gran serpiente con la parte superior de su cuerpo similar a la de una humana en cuanto a morfología. Esta está vestida con un traje de quitina de un amarillo anaranjado a juego con sus escamas, con un plástico negro alrededor de la zona pectoral y un emblema con las letras TP en color rojo, tachadas con pintura blanca en el costado izquierdo, cerca de donde debería estar el corazón.

— Ahí está el último. — Dice para sí misma la serpiente antes de acercarse a una cierta distancia de Elliot. Y procede a quedarse quieta mirándolo mal. Luego escucha nuevamente el grito de Amity desde su cuarto. — Vaya, así que eres un cretino. — Le dice la serpiente a Elliot.

— Yo... No sé lo que hice para que ella esté así. — Elliot intenta excusarse. La serpiente se cruza de brazos.

El siguiente en aparecer en escena, saliendo de la habitación 3 es un joven lightling defensor, de cabello castaño, con un aire apagado y melancólico, al que le falta el ala derecha. Nomás acercarse a Elliot, intenta darle un puñetazo, pero Elliot lo detiene con su mano con facilidad.

— Eso fue increíblemente lento aún a pesar de que no lo ví venir. — Dice Elliot, aún sosteniendo el puño del otro. — ¿Quién eres y por qué quisiste hacer eso?

— Mi nombre es Ikaro Gail. — Dice en respuesta. — Y te golpeo porque sé quién eres, señor Chocolate.

— Otra vez con el chocolate. — Dice Elliot quejándose. — ¡Fue un accidente!

— Es la excusa de los cobardes. — Dice Ikaro antes de lanzar otro puñetazo, el cuál Elliot detiene con la misma facilidad.

— Diría que te falta entrenamiento, mocoso, pero eso no explica cómo es que tus movimientos son tan increíblemente lentos para el estándar de nuestra especie.

— A mí me pareció un puñetazo perfectamente normal — Comenta la serpiente.

Desde la puerta 6 sale un hombre de apariencia humana, fornido y cubierto de una armadura de placas de nanofibra morada. Y desde la 7, una mujer con ropa de camuflaje y el cabello teñido de rosa.

— Gail. ¡Ya deja eso! — Grita el musculoso.

— ¡Métete en tus asuntos, Geiss!

— Lo último que queremos — Dice la mujer con un marcado acento ruso — es llamar la atención de Infinia antes de siquiera haber empezado el entrenamiento.

— Estoy de acuerdo con la señorita Makarova. — Dice una humana bajita con lentes y bata de laboratorio saliendo de la habitación 4. — Idealmente, tendríamos que reservar nuestras energías para el entrenamiento que nos espera. Y en todo caso, lo último que se esperaría de dos personas que quieren unirse a un cuerpo de fuerzas del orden, es un conflicto sin sentido.

— Bueno, ya que están, me gustaría conocer sus nombres. — Dice Elliot sonriendo y dando la espalda a Gail. — Soy Elliot Onion, mucho gusto.

— Paul Theodore Geiss. — Dice el musculoso. — Puedes llamarme Paul, o Geiss. Cómo prefieras. Y la mujer del pelo rosa se llama Svetlana Makarova.

— Gracias por respetar mi información privada, Geiss. — Dice Makarova reprochandole.

La serpiente se le acerca para estrecharle la mano. — Visa Hilss. — Dice a secas.

Y la humana del traje de laboratorio, sin acercarse mira al suelo y dice. — Mi nombre es... Delma de Sanguine. Espero que nos podamos llevar bien todos.

Luego llega Lyon, con unos rollos de papiro en su mano, pasa olímpicamente de la escena y entra a su cuarto. Los demás al darse cuenta que lo estuvieron mirando sin hacer nada se miran entre sí, estupefactos, hasta que un anuncio resuena por todo el lugar, sacándolos del trance.

— Saludos cordiales, aspirantes a capitán. Soy Infinia Lisythea, fundadora y líder del Protectorado. Me gustaría que me presten atención por un momento, ya que les voy a dedicar unas palabras de introducción. Primero que nada, gracias por su abnegación, sé que es difícil permanecer aquí, lejos de sus seres queridos, aunque sea por sólo un corto espacio de tiempo. Ésta clase es ciertamente una generación dorada de capitanes del Protectorado. Su potencial está muy por encima del promedio que hemos mantenido durante al menos los últimos doscientos años. Así que estoy segura de que, incluso aquellos que fallen, lograrán grandes cosas en el futuro. Incluso aunque no estén al nivel de las superestrellas que hemos tenido en el pasado, y que seguimos teniendo, con tiempo y experiencia seguramente algunos de ustedes los puedan igualar y hasta superar. Estoy ansiosa por verlos a todos cara a cara en el examen final. Eso es todo. Regresen a sus asuntos y recuerden que mañana empiezan el entrenamiento temprano, así que duerman bien.

— ¿Quién se cree, mi madre? — Pregunta Paul por lo bajo. Algunos echan a reír.

— Escuché eso. Muy buen chiste, me gusta esa actitud, mantén ese sentido del humor, Geiss. — Dice Infinia desde quién sabe dónde. — Bueno. Nos vemos en tres meses, suerte a todos.


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