—"Ah?"—, exclamó Hera incrédula ante lo ocurrido.
Sin embargo, no era el cabello blanco como la nieve que desencajaba con el aspecto joven del muchacho lo que le parecía irracional. Ni siquiera las migajas de la comida que Vafara le preparó que acababan de ser devorada sin remordimiento por el joven o la mano pegajosa de dulce con la que acababa de ensuciar su cabello eran la causa del recelo que por su mente se formaba, sino la brillante sonrisa que en su rostro brillaba.
Una sonrisa pura y sincera, despojada de intereses o historia alguna que la justifique, brindada desinteresadamente a un total desconocido, no era algo racional.
Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por una fuerza misteriosa que empezó a inundar su conciencia lo que la hizo desvanecerse.
—"Descansa"—, dijo una voz a lo lejos, mientras Hera caída agotada al suelo.
—-
No supo cuánto tiempo había transcurrido, pero poco a poco Hera recuperó la conciencia, y sin moverse o abrir los ojos Hera permaneció inmóvil intentando entender lo ocurrido.
El frío de la noche recorría su espalda, lo que significaba que aún no había amanecido, pero su rostro y pecho se encontraba calientes mientras escuchaba el leve crujido de ramas y leña en constante combustión.
—"¿Una fogata?"—, pensó.
Tras asegurarse de no encontrarse atada y que para su sorpresa las heridas de su cuerpo habían desaparecido, Hera abrió los ojos y miró hacia el cielo.
Una hermosa, redonda y blanca luna brillaba eternamente en el oscuro firmamento. Era la misma luna que había visto miles de veces desde pequeña, la misma luna que había contemplado con su tía y la misma luna que ahora observaba sola.
Los ojos de Hera se humedecieron ligeramente mientras apretaba fuertemente sus labios, quería llorar pese a que ya no tenía lágrimas. Pero entonces como si su mente hubiera sido leída, una voz resonó a su costado.
—"¿No estás sola sabes?"—
Hera se levantó del suelo rápidamente y observó al joven pescador que caminaba sin abrir los ojos tranquilamente hacia la fogata con algunos peces en su mano.
Fue en ese momento que Hera advirtió, que aquel joven vestía una hermosa túnica blanca como su cabello, lo que indicaba que no era un pescador.
—"¿Quien eres? ¿Por qué te comiste la comida del bote? No ere tuya."—, refunfuño Hera.
Dadas las circunstancias transcurridas, era evidente que el joven no mantenía intenciones oscuras para con ella, dado que su estado de inconsciencia habría sido el momento ideal para perpetuarlas.
No obstante, Hera no conocía al joven y no podía asegurar con certeza sus intenciones por lo que optó por no bajar su guardia y mantuvo una posición defensiva en todo momento.
El joven sonrió indiferente y levantando los hombros presentándose, —"Mi nombre es Deus y soy un caminante astral."—
Hera lo miro sospechosamente, —"¿Qué es un caminante astral?"— Si bien ella no conocía el mundo exterior esto no significara que fuera tonta o ignorante, Vafara había sido una persona extremadamente culta y versada en diferentes materias, así como una excelente profesora, lo que era de esperar dado que había sido tutora de la alta nobleza.
Temas como matemáticas, arte, cocina, literatura, medicina, historia y demás, habían sido inculcadas por Vafara a Hera desde pequeña. Pero aún así, nunca había escuchado hablar de una clase o profesión denominada caminante astral.
El joven llamado Deus miró seriamente a Hera, quien evidenciando un cambio en el tono del joven, prestó atención a cada una de sus palabras, —"Un caminante astral no es otra cosa que..."—
—Una persona... que...camina.. astralmente."— y tras terminar la oración el joven no pudo evitar empezar a reír a carcajadas, como si hubiera contado un magnífico chiste.
La cara de Hera quedó paralizada como una roca.
En primer lugar, el chiste era muy, muy, muy malo. De hecho hasta cierto punto podía causar un poco de lastima. Era como decir que un pescador era una persona que pescaba, algo tan lógico que rondaban lo absurdo y en segundo lugar, una broma era una terrible forma de presentación dado el contexto.
No obstante, Hera sabía que no era la persona ideal para juzgar el sentido del humor de otra persona, en especial cuando durante toda su vida solo había tenido contacto con su tía y su sentido del humor había estado condicionado a lo que ellas consideraba gracioso.
Pero... aún así...
—"¿Acaso mi sentido del humor se ha atrofiado a tal punto que no entiendo el humor de las personas normales?... No... prefiero no tener humor si debo reírme de chistes así...o tal es el es el raro.."— suspiro y rechazó Hera para si misma.
—"Eh.."—, roció incómodamente Deus, quien tras reír hasta caer al suelo se había percatado que quizás su chiste no había tenido el efecto esperado.
—"Parecías querer llorar y te veías muy solitaria. Como si tu existencia fuera desprendida del mundo y se ahogara en la perpetua oscuridad en dirección al abismo,"—, dijo retomando su postura calmada e indiferente, mientras ponía los pescados capturados a cocinar en la fogata.
Los puños de era Hera se contrajeron al escuchar las palabras de Deus, miró hacia el suelo y dijo secamente, —"Alguien muy cercano a mi...posiblemente ha muerto.."—
—"Veo que has abierto siete de los doce puntos de Maná de tu cuerpo, ¿Planeas cultivar?"—, pregunto Deus tras escucharla.
La pregunta que no mantenía relación alguna con lo antes conversado tomó desprevenida a Hera. Entonces recordó las palabras que su tía Vafara le había explicado cuando era pequeña, los cultivadores eran personas que se nutrían de Maná, la esencia del mundo, con él podían llegar a ser muy fuertes y vivir mucho más tiempo que las personas normales.
En ese sentido, el solo beneficio de vivir más tiempo era una tentación irresistible para cualquier persona, Hera nunca lo había pensado y la información que su tía le había podido brindar era escasa, por lo que no entendía que implicaba tomar dicha decisión, no obstante, vivir más tiempo y ser más fuertes parecían razones suficientes para seguir adelante, en especial sabiendo que habían personas que la perseguían y la querían ver muerta.
—"Si!!... aunque no sé cómo..."—, exclamó sin mucho preámbulo con firmeza, en sus ojos se podía ver una determinación ardiente.
Deus asintió y continuó, —"¿Sabias que una persona normal vive aproximadamente en el mejor de los supuestos cien años?, esto es claro si es que su villa o ciudad no es atacada por bestias salvajes o bandidos, si es que no se enferma, si es que no hay una guerra, si es que no sobre esfuerza su cuerpo desde joven y si es que logra generar el suficiente dinero para descansar en su vejez."—
—"Durante ese tiempo, esa persona crecerá, se casará, tendrá hijos, los verá crecer, envejecerá y finalmente morirá. Este es el ciclo de la vida y la forma en la que los humano fueron creados. Este es el designio de los cielos. Es corto pero hermoso, ¿No lo crees? De esa manera la raza humana ha persistido por incontables generaciones, basada simplemente en la necesidad e intención de cumplir ese ciclo."— dijo mirando al cielo.
—"Pero cuando un cultivador desbloquea sus doce puntos de Maná, da origen a su océano de Maná, ganando formalmente el título de Cultivador de Maná y con ello su tiempo de vida se amplía a un aproximado de doscientos años. De igual manera cuando rompen la barrera de la Semilla Mundial su lapso de vida se ampliará a mil años y con la Germinación del Alma a tres mil seiscientos años de vida. Incluso dicen las leyendas qué hay niveles en que los cultivadores se convierten en inmortales y se vuelven uno con el mundo existiendo por toda la eternidad hasta el fin de los tiempos... Aquellas personas pueden entrenar y meditar en aislamiento por cientos de años de la manera más normal y sin ningún problema, la vida de una persona normal no es más que un segundo para ellos. Ee esa manera entiendes que la vida de un mortal es efímera por naturaleza, como pequeños destellos que se alzan en la noche para luego desaparecer en la oscuridad."—
—"No digo que la muerte de tu ser querido carezca de importancia, los lazos que te unen al mundo definen quien eres y quien quieres ser. Pero desde el momento en que respondiste a mi pregunta, marcaste el inicio de una nueva etapa en tu vida, tu destino era morir en cien años, el destino de tu ser querido también, dentro de quinientos años ni siquiera tus descendientes se acordarían de ti, menos el resto del mundo.
Todos tus lazos mortales desaparecerán en menos de doscientos años e incluso los lazos inmortales que tendrás en un futuro podrían perecer también y pese a ello, como en el momento en que ello pueda ocurrir como ahora mismo, solo tendrás una opción."—
Deus volteó hacia ella, sus ojos habían permanecido cerrados todo el tiempo, pero Hera tenía la sensación de que la observaban perfectamente, como si fuera un libro abierto sentía que su alma y mente eran puestas a disposición del misterioso joven de cabello blanco, entonces el joven levantó su mano y como si el universo se centrara en él durante un simple segundo, Hera lo vio.
Un Monarca Divino, en la cima del mundo, invencible ante todo, poseedor de los tesoros del cosmos, sujeto de adoración de incontables súbditos, sus leales legiones marchaban por el incluso después de la muerte, alguien que lo poseía todo, ascendiendo más y más, insatisfecho con su destino, su ambición era una flama inextinguible, perpetua y eterna. Su voluntad era inquebrantable y persistía ante el tiempo mismo.
—"Avanza sin parar! Persiste hasta el final! Pule tu voluntad y tu corazón, sin importar las desdichas y penurias que la vida te depare, sin importar el dolor que sientas o la desesperación en la que caigas, continua! Incluso ahora que lo has decidido, sin siquiera entender a lo que te enfrentas o las consecuencias de tu decisión, ya has dado el primer paso, has decidido rebelarte contra los cielos, eso es ser un cultivador!"—
Hera quedó impactada, la visión que por un segundo presenció se había desvanecido hace bastante, solo borrosas imágenes del monarca divino permanecían en sus recuerdo, pero la sensación que sintió sería algo que nunca olvidaría, prueba de ello era que en sus ojos una pequeña y casi invisible llama brotó, era insignificante pero brillaba constantemente llena de ambición y determinación.
Entonces de su cuerpo una ligera y fina capa de aura azul se empezó a formar, de la nada una filosa fuerza explotó de su cuerpo golpeando todo a su alrededor.
Los troncos, los pescados, la tierra e incluso el fuego mismo fueron cortados en un instante.
—"Un Alma Espada, fantástico!"—, aplaudió Deus emocionado. —"Aunque aún no ha despertado en su totalidad, tu talento desafiará los cielos mismos, no habrá espada en el mundo que te rechace, ahora solo debes pulir tu voluntad y no hay mejor forma que eliminando tus demonios internos."—
Hera que se había encontrado en un estado de trance finalmente recuperó su compostura mientras él aura de espada desaparecía y preguntó respetuosamente,—"¿Que es un demonio interno?"—
Su actitud había dado un giro de ciento ochenta grados para con Deus, en un inicio Hera había pensado que el joven era un pescador, luego por las ropas y su aspecto que era un joven maestro de algún familia o secta excéntrico y alborotado, pero tras presenciar la visión del monarca divino había entendido que el joven que se encontraba delante suyo no era alguien ordinario.
Deus que pareció notar el cambio de actitud de Hera sonrió complacido, —"Los démonios internos son entidades nacidas de tus emociones negativas, de las huellas oscuras que tus acciones han dejado en tu corazón, envidia, rencor, miedo, culpa y similares. Afectan tu voluntad e intentarán quebrarte en tu ascenso a los cielos, debes acabar con ellos o solucionarlos antes de que el momento llegue."—
Y luego volteando al bosque cercano a la cueva de donde Hera había salido y señalando con su dedo a una dirección concreta dijo sonriendo, —"¿No es verdad querido pervertido?"—
Hera volvió confusa a la dirección a la que señalaba Deus, para ver tras unos momentos a un joven salir de los matorrales, portaba una armadura con dos espadas y su mirada era feroz como la de un lobo.
Beni miro ferozmente a Hera y luego cautelosamente a Deus.
Las órdenes del capitán Marwin habían sido claras, ubicar a la princesa, reportar su ubicación y esperar a los refuerzos.
Sin embargo, el ser descubierto por Deus no estaba dentro de sus planes. Al principio pensó que se trabada de un farol, pero tras ser señalada su posición de manera exacta por el dedo del joven de cabello blanco, Beni no pudo evitar entrar en pánico por un momento.
Pero su determinación era firme y del cumplimiento de su misión dependía su futuro.
Pero Beni era uno y ellos dos, si el joven de cabello blanco se interpusiera en su camino, nada podría evitar que la princesa escapara y tras haber espiado durante horas al par, era evidente que su relación no era ajena, el joven de cabello blanco probablemente podría ser otro guardián o ayudante de la princesa.
Pero entonces una idea destello en la mente de Beni, si lograba capturar a la princesa pese a ser descubierto sus méritos serían diferentes, entre ayudar a la capturar y realizar la captura misma, la diferencia del significado en el logro era evidente.
Beni desenfundó su espada mientras se acercaba al par lentamente, preparado para atacar en cualquier momento.
Hera retrocedió cautelosa, el joven se veía unos cuantos años mayor que ella, pero junto a Deus lo superaban en cantidad, si trabajaban juntos no debería haber problema alguno, en especial dado que el joven de cabello blanco no era alguien ordinario.
Volteo para verlo y esperar sus órdenes, pero para su sorpresa Deus se había vuelto a sentar junto a la fogata que ahora se encontraba extinguida y miraba tristemente a los pescados que también habían sido cruelmente cortados por el despertar de su Alma Espada.
—"De.. Señor Deus..., ¿Que deberíamos hacer?"—, pregunto Hera sin saber bien cómo referirse al joven de cabello blanco, referirse directamente por su nombre le daba una sensación irrespetuosa así que optó por llamarlo señor.
Deus la miró sonriendo y riendo dijo, —"¿Deberíamos? Estoy muy segura que ese es tu acosador, no creo que me esté persiguiendo a mi... aunque la verdad es soy realmente guapo.. quizás sea de los que disparan para el otro bando..uh, pero es más probable que vaya a por ti."—
Hera quedó en shock, era claro que el joven armado iba por ella, pero tras lo conversado, el cuidado y las palabras de apoyo que Deus le había dado, no esperaba ser abandonada repentinamente.
Pero antes de poder sentirse traicionada, Deus miró al Beni y dijo serenamente mientras se rascaba la barbilla, —"Sin embargo, nuestro encuentro ha sido predestinado, tampoco puedo dejarte a la deriva, a diferencia de ti el niño de allá si ha sido entrenado decentemente."—
Beni frunció el ceño al escuchar que el joven de cabello blanco, quien no parecía mayor a él en ningún sentido lo llamaba niño, pero pese a su enojo permaneció en silencio, la situación era desventajosa para el, debía evaluar correctamente la situación antes de actuar. La princesa no debería ser ningún problema para él, dado su género, su edad y su inexperiencia, pero el joven de cabello blanco era un tema diferente, algo en su interior le susurraba que tuviera cuidado.
—"¿Qué te parece si hacemos un trato?—, dijo finalmente Deus sonriendo—"Danos cinco horas, luego podrás enfrentarte contra ella, te prometo que no intervendré de ninguna manera, si ganas puedes hacer lo que desees."—
Beni se mostró sorprendido ante la propuesta del joven de cabello blanco pero inmediatamente exclamó satisfecho,—"De acuerdo!"—
Pese a que intentó no mostrar su satisfacción fue difícil evitar no formar una ligera sonrisa en su rostro, la propuesta era literalmente ideal para su situación. Hace varias horas ya había reportado su ubicación y solo debía esperar a que sus compañeros regresaran, y dado que su misma presa proponía esperar en un lugar fijo durante cinco horas, quien era él para negárselo.
Hera miró incrédula a Deus, no había forma de que ella pudiera derrotar al joven, básicamente Deus la estaba enviando a su muerte. —"¿Acaso juzgue mal su carácter?No! No es posible"—, se dijo a sí misma mientras los vagos recuerdos de las imágenes del monarca divino volvían a correr por su mente.
Pero entonces una voz profunda y antigua recorrió su mente.
—"Mirando al negro cielo distante,
Escuchando los susurros de la blanca luna eterna,
Por favor guía mi camino hacia los cielos,
Tu clara luz purifica mi cuerpo agotado,
Hoy comienzo un nuevo camino de sangre,
Pronto tú también te teñirás de rojo,
El nombre de esta técnica es Lamento Lunar Rojizo, Secreto de las estrellas."—
Dichas palabras resonaron como un gong en la mente de Hera, mientras que Deus le lanzaba uno de los palos junto a la fogata.
Hera sostuvo firmemente el palo mientras continuaba en trance meditando las palabras de Deus y recibía una gran cantidad de información de la técnica.
—"Lamentó Lunar Rojizo, Secreto de las estrellas. Primer movimiento. Conquistador de los Cielo."—
—"Lamentó Lunar Rojizo, Secreto de las estrellas. Segundo movimiento. Llamada a la masacre."—
—"Lamentó Lunar Rojizo, Secreto de las estrellas. Tercer movimiento. Susurro del sol ardiente."—
—"Lamentó Lunar Rojizo, Secreto de las estrellas. Cuarto movimiento. Luna sangrienta."—
Hera miró temblando de manera incrédula a Deus, —¿Qué es esta técnica?"—
Pero Deus ignoró su pregunta con indiferencia y sonriendo simplemente dijo, —"Tienes cinco horas, aprovéchalas."—
Hera aún anonadada sacudió la cabeza para despertarse y asintió, en sus ojos se podía ver una imbatible determinación, sosteniendo el palo de madera empezó a practicar el primer movimiento una y otra vez.
Beni que se encontraba sentado sosteniendo su espada miraba con curiosidad al par de jóvenes, durante varios minutos no habían soltado palabra alguna, solo diferentes miradas que emanaban curiosidad, sorpresa, incredulidad y determinación, —"¿Están hablando con transmisiones de Maná?"—, se preguntó asimismo.
Entonces advirtió como Hera empezaba a realizar diferentes movimientos con el palo, como si de una espada se tratase.
En un primer momento cada movimiento y postura eran extremadamente toscas, evidenciando una completa ignorancia de la técnica, pero para sorpresa y incredulidad de Beni, con el paso de las horas una sensación de confianza y familiaridad empezaba a sentirse con cada blandida del palo por parte de Hera, hasta que al final, casi al culminar el plazo establecido con el último golpe del palo un hermosa luna roja se alzó a espaldas de Hera cubriendo el cielo entero, emitiendo una sensación de desolación celestial.
En ese momento la misma aura de la espada que Hera había despertado hace varias horas volvió a envolver su cuerpo pero en mayor medida rugiendo devastadoramente, dando la sensación de ser una filosa espada divina que podría cortar los cielosl mismos.
La espada de Beni, al escuchar el rugido de la aura no pudo evitar temblar en sus manos, intentando escapar de ellas y postrarse ante Hera.
"Lamentó Lunar Rojizo, Secreto de las estrellas. Primer movimiento. Conquistador de los Cielo. Coronación menor."
—"I-imposible!"—, gritó Beni levantándose anonadado.
—"E-es im-mposible, n-no puedes haber conseguido una Coronación menor en cinco horas!."—, dijo tartamudeado, luego miró a Deus horrorizado y preguntó con voz temblorosa,—"¿T-tú! que hiciste?"—
Si bien el origen de Beni no era privilegiado al nivel de un joven maestro de una secta o clan, era evidente que tenía talento para ser seleccionado para ingresar a la unidad de élite del capitán Marwin, no obstante, conseguir una coronación menor era algo de otra liga.
Todas las técnicas de espada tenían cuatro niveles de entendimiento, coronación menor, coronación intermedia, gran coronación y voluntad de la espada. Sin embargo, pese a que la coronación menor era el primer nivel, conseguirla era algo extremadamente difícil. Solo por poner de ejemplo, en su unidad solo el capitán Marwin había conseguido una coronación menor, lo que había elevado su estatus de manera exponencial, gracias a ello incluso los altos señores de las ciudades mercantes debían mostrarle respeto.
Beni miró horrorizado a la princesa, —"Acaso su talento en la espada era tan anormal? NO! "—Era imposible, de acuerdo a sus reportes la princesa había vivido básicamente su vida encerrada solo con Madam Vafara, quien no era una maestra de la espada ni cultivadora. No había forma de que alguien sin experiencia en el combate o entrenamiento tenga tal talento, tampoco había forma de que haya aprendido la técnica con anticipación. La única respuesta era el joven de pelo blanco.
Beni lo miró firmemente y tras meditar varios minutos se inclinó y gritó con determinación,—"Su Eminencia! Por favor acépteme como su discípulo!"—
Que misión!, que capitán Marwin!, si lograba ser entrenado por este maestro de la espada con solo obtener una coronación menor su estatus sería similar a la del capitán.
—"Ah?"—La solicitud tomo desprevenida a Hera. —"No!—, exclamó angustiada. Si bien no conocía al joven, era evidente que pertenecía al grupo que la intentaban capturar. Su tía Vafara probablemente había muerto a mano de ellos, no podía permitir que obtuvieran ventaja alguna.
Pero.. ¿Quien era ella para impedirle a Deus aceptar un discípulo? Ni siquiera ella misma era su discípula.
Sin pensarlo más, corrió hacia Deus, arrodillándose y golpeando su cabeza contra el suelo rogó, —"Por favor, Señor Deus acépteme como su discípula!."—
Deus ignoró a ambos jóvenes, quienes continuaron en silencio esperando su respuesta y continuó asando unos peces que había vuelto a pescar.
Al cabo de un rato dijo sutilmente con una sonrisa burlona totalmente contradictoria a su hasta ahora calmada y refinada actitud , -"¿No tenían un duelo pendiente?"—
Hera y Beni sintieron un escalofrío recorrer su espalda, algo andaba mal.
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