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86.53% The Guardian [Spanish/Español] / Chapter 848: ¿Mejor?

Capítulo 848: ¿Mejor?

Amaya que no podía ver a causa de magia fue empujada por alguien y ella caminó siguiendo las órdenes de su captor.

No sabía dónde estaba, ni quien la rodeaba, y aunque no podía ver, como una asesina, sus sentidos superiores le permitieron entender su entorno, permitiéndole caminar sin chocar.

Luego de caminar, su captor la detuvo y la energía mágica se movió, permitiendo que ella abriera los ojos tratando de ver.

Estaba en la sala de una mansión y Amaya, que trató de que sus ojos se adaptaran a la luz, primero vio los muebles y luego la ventana.

El sol estaba iluminando la ventana y del otro lado se podían ver hombres y mujeres empalando a demonios corruptos mientras lo colgaban y algunos lo crucificaban. Entre los que trabajaban también se encontraban demonios.

"Miembros de la Secta de Ketzula." Le explicó la persona que lo trajo y mirando hacia afuera, murmuró. "Dicen que ayer un inmenso objeto metálico quemó el cuartel general de la secta y desde ese momento todos han aprovechado para atacarlos. Incluyendo el Gremio Los Caídos."

La persona que hablaba era una mujer alta, de piel roja y entre su cabello rojizo se erguían tres cuernos. Lo que resaltaba más de la mujer no era la sonrisa coqueta, sino que los ojos de gato de color amarillo.

"Shael…" Murmuró Amaya al identificar a la mujer.

"Gusto en volver a verte, Sombra." Respondió la Señora Demonio Shael y sonriendo, murmuró. "La última vez que nos vimos no fue tan agradable."

La última vez que se vieron fue en la Ciudad de los Ángeles, cuando ella y Jake la usaron como cebo para emboscar a la 'Primera Heroína' o precisamente a la princesa que se hacía pasar por la Primera Heroína.

"Fueron bastante difíciles de seguir. Especialmente él. Estoy ansiosa de ver que les espera." Respondió la mujer sonriendo brillantemente.

Venganza… Amaya ni siquiera sabía que la estaban siguiendo y había imaginado que todo quedo en el pasado, pero fue obvio que Shael pensaba diferente.

¿Ella fue quien logró encontrarlos? Era probable que ella tuviera cierta idea de la ubicación y fuera por medio de los relojes holográficos que consiguieron encontrarla.

"¿Dónde está mi hermana?" Preguntó Amaya tratando de controlar su miedo.

Ella no estaba restringida de ningún modo y hasta tenía su anillo espacial con sus armas y artefactos. Podía escapar cuando quisiera, pero su hermana estaba en el poder de su captor.

Que le dieran todo era un cebo para que ella escapara o tratara de huir y sería en ese momento que ese hombre se encargaría de ella.

Amaya no iba a hacer nada que pusiera su vida en peligro, pero tenía miedo de lo que estaba por suceder… Del peligro que corría su hermana.

"No me llores a mí. No soy a quien deberías buscar perdón." Dijo Shael y acercándose, se puso al frente de ella y tocando su mejilla, susurró. "Aunque te diré un secreto. Él es un hombre de placer. Complácelo y quizás sobrevivas."

Mercurio era un hedonista y mujeriego que le gustaba disfrutar las fiestas y salir con mujeres...

"Tienes que rogarle y suplicarle tiernamente. Arrastrarte y tirar tu orgullo. Quizás le guste." Dijo Shael al acercarse a su oído y luego sonrió al ver que ella escuchaba sus palabras atentamente.

¿Era una broma o no? Amaya estaba desesperada y estaba dispuesta hacer lo que fuera para sobrevivir. Al igual que una vez asesino por dinero y para sobrevivir, ahora ella estaba dispuesta a entregar todo para que su hermana viviera, incluso a sí misma.

Una presencia apareció de repente en toda la mansión y Amaya, que vio que Shael se alejaba, se giró a la ventana.

"¡Oh, Gran Señor de las Abominaciones, Fuente del Deseo y Maestro de los Ambiciosos, entregó mi cuerpo a ti para que castigues a aquellos que nos han atacado!"

Como si los sectarios crucificados estuvieran esperando la oportunidad, ellos rezaron a su dios y Amaya se acercó a la ventana preocupada por lo que sucedía.

Al estar cerca de la ventana, ella notó a más de cien personas crucificadas en la zona delantera del patio y la mayoría de ellos gritaron rezando uno detrás de otros. Queriendo que su dios los volviera abominaciones y que les diera el poder de matar a sus captores.

Sin embargo, no hubo respuesta de ese dios y todo continuo igual.

Tantos sectarios rezando para convertirse en abominaciones y ese dios que normalmente respondería no lo hizo, dejando que sus adoradores siguieran crucificados.

Amaya se giró al ver que una figura encapuchada aparecía de repente al frente de la mansión y caminaba hacia ellos. La figura era femenina y la presencia estaba contenida y oculta, pero ella supo quién era.

La oscuridad brotó de los pies de la mujer y se extendió en un segundo hacia aquellos crucificados y…

"¡HAAAAAA!"

"¡HHAAAAAA!"

Los gritos de dolor y sufrimiento iniciaron cuando la oscuridad devoró las piernas y fue subiendo devorando el cuerpo de los sectarios.

Amaya vio como la oscuridad primero devoraba la carne y luego aquella persona, al darse cuenta de que ese camino era una muerte rápida, cambio a un método más sanguinario y lento. En la oscuridad se formaron bocas, que mordieron y arrancaron la carne, masticándolo.

El ruido de masticar, de carne desgarrándose y los huesos quebrándose entre los colmillos de esas bocas, fue grotesco y asqueroso, pero la creadora de tal repulsivo espectáculo caminó a la mansión y entró.

Los gritos continuaron sonando y aquellos que morían eran cubiertos por oscuridad que los desintegraba, devorando la carne, huesos y órganos… Sin dejar nada atrás, incluso la ropa.

La oscuridad no era alguna forma de ácido, sino que daba la impresión de ser una sustancia viva que devoraba todo a su paso.

"Mierda…"

Ella no fue la que habló, sino que fue Shael que estaba asustada por la vista… La tortura y la crueldad que la persona que entró acababa de exhibir y la mujer demoniaca le dio una mirada llena de pena.

"Por favor…"

"Cállate. No me metas en esto." Dijo Shael tomando distancia y cerrando la ventana.

Los gritos sonaron desde afuera y Amaya escuchó como la carne era masticada, los huesos crujiendo y el dolor de aquellos que sufrían. Ella sabía de quién se trataba y tuvo miedo, no por ella, sino que por su hermana.

La persona hizo que Mercurio se moviera, quería a todos los seres queridos de Jake para hacerlos sufrir y luego hacer sufrir a Jake, pero su hermana era una niña que no tenía nada que ver con ella ni Jake.

"Por favor… Ayuda a Sara. Ella no tiene nada que ver con esto. Ella es una niña." Rogó Amaya y cuando ella se quiso acercar, Shael tomó distancia guardando silencio.

Las lágrimas comenzaron a caer y ella quiso sacar sus dagas para luchar y escapar, pero incluso si podía vencer a Shael y escapar… ¿Qué sucedería con su hermana? Mercurio se la había llevado y era probable que le hiciera algo.

Si la mujer de antes torturó a sectarios insignificantes era imposible imaginar qué clase de infierno le esperaba a ella, si la enojaba aún más de lo que estaba y mayor que todo, Amaya no sabía si en este momento era controlada o Mercurio hizo algo a su mente que le permitiera rastrearla.

"El líder exige su presencia."

Una voz vino desde afuera y Shael le hizo una señal para que se moviera y Amaya tragando caminó.

¿Qué podía hacer? ¿Rezar a un dios? ¿Cuándo los dioses le han respondido? ¿Rogar por su vida? ¿Pedir disculpas de haber intentado asesinar a la persona que mató a los padres de su amigo y que probablemente también asesinó a los suyos?

Ella, como una asesina que había matado a muchos, aceptaba su propia muerte, pero su hermana… Su hermana era inocente.

Amaya imaginó miles de escenarios y formas de pedir disculpas, pero cuando Shael abrió la puerta de una oficina, ella perdió el control de su cuerpo.

Entrando lentamente, ella caminó y se puso en medio de dos personas que estaban sentadas en sillones.

El primero era Mercurio con su típica máscara y la segunda era la persona que había llegado desde afuera.

La mujer de cabello negro llevaba un vestido igual de negro creado por hilos que se retorcían con vida y los ojos negros se fijaron en ella.

La belleza de la mujer quedo a un lado cuando Amaya se encontró con los dos ojos negros cuyas pupilas eran de color negro que temblaban, dando la impresión de que era la puerta a un abismo de oscuridad.

Esa mirada le hizo a entender a Amaya que no tenía sentido rogar, ni pedir misericordia… La Glotona buscaba venganza y cumpliría su cometido sin importar cuanto ella rogara.

Era más, la frialdad e indiferencia daba la impresión de que rogarle por su vida o por su hermana solo la complacería más… Era inhumana.

Ya fuera las pupilas que parecían tener vida propia o el mismo vestido, la mujer, con apariencia de muñeca, dio la impresión de ser un monstruo disfrazado de mujer.

"Esos sectarios de afuera eran los miembros más cercanos a Quetzal. Regalo de nuestro avaricioso amigo." Dijo Mercurio y sacándose la máscara, reveló. "Luego de que el cuartel de la secta de Ketzula y su líder fueran atacados por la Empresa Cosmos y sus otros cuarteles asediados por la Iglesia del Tiempo y el Espacio. Ellos fueron emboscados por alguien más."

Al sacarse la máscara, el hombre reveló su cabello negro y sus ojos rojos. Era tan guapo de cómo se esperaría del hombre conocido por ser un mujeriego.

Amaya reconoció al Director Mercurio que había visto en los Ángeles, pero no pudo decir nada, ya que el hombre miraba a Alice Campbell, quien no apartaba la mirada de ella.

"Se dice que la Secta de Barmarak apareció de vuelta. Los rumores hablan de que esos manipuladores que se mantienen ocultos traicionaron a la Secta de Ketzula y buscaron destruirla." Contó Mercurio y dejando de mirar a la mujer, murmuró. "Nadie sabe qué sucedió con exactitud, pero muchos artefactos de ese dios han dejado de funcionar y sus sacerdotes perdieron contacto. Como si le hubiera pasado algo."

Alice la siguió mirando a ella y Amaya que no controlaba su cuerpo, quedo a merced de la mirada que parecía querer desgarrarla y torturarla con lentitud.

"El insecto ha muerto, Alice. Quemado y desintegrado en la nada." Dijo Hermes-Mercurio como si le molestara que la mujer lo estuviera ignorando.

"¿Ella es la única?" Preguntó la mujer ignorando todo lo que el hombre había hablado y viendo que no había respuesta, exigió. "¿Es la única?"

¿Era la única persona cercana a Jake Holland? Tal era la pregunta de esa mujer y Amaya pudo percibir la sed de sangre palpable y profunda que hizo que ella temblara.

Sintió a su espalda como Shael tragaba con un miedo profundo. La voz llevaba una sensación extraña y primigenia que daba miedo a un nivel instintivo.

"Es su única amiga. Se encontraron luego de que sus padres fueran asesinados misteriosamente en sus hogares. Esta chica estaba enamorada de él y por eso ella le ofreció ayuda. Ella sabía que Jake estaba perdido en su venganza y no lo detuvo, aunque lo apoyó." Reveló el hombre mirando a la mujer y luego a ella.

Los ojos rojos del hombre mostraban calma, pero en lo profundo se veían dudas y Amaya rogó mentalmente para que la ayudara… Incluso si era solo ocultando a su hermana.

Sin embargo, la mujer frunció el ceño como si se diera cuenta de algo.

"¿Ella es la única?" Volvió a preguntar la mujer, esta vez su pupila había crecido cubriendo todo su ojo y el color negro se extendía como líneas por su piel.

No, la piel se volvía oscuridad revelando que la mujer ya no era humana… La mujer al darse cuenta de que perdía el control volvió a estabilizarse.

Su presencia también fue completamente oculta y para Amaya dio la impresión de una bomba inestable que estaba a punto de estallar y el hombre también se dio cuenta.

Jake no pudo asesinar a Aurora Campbell, pero sí logró matarla una vez y eso fue suficiente para que su hermana enloqueciera… Amaya podía entender ese amor de hermana, pero aquí era extremo.

La mujer era inestable y el hombre le dirigió la mirada con una expresión seria.

"No, Alice. Ella tiene una hermana que también es cercana a Jake y…"

"Tráela." Interrumpió la mujer.

"Tiene diez años, Alice. Es una niña." Replicó el hombre y ambos se miraron.

Amaya al ver los ojos negros de la mujer se dio cuenta de que esa mujer no tenía ni una pizca de compasión. Ni siquiera se le movió un pelo al escuchar la edad de su hermana y la forma que ordenó que la trajeran dejaba ver cuál era el destino que le esperaba.

Era fría, como si no fuera humana y no tuviera ninguna moral que la limitara o la detuviera… Un monstruo sin alma.

Y Amaya quiso abrir la boca para rogarle a ese monstruo que perdonara la vida de su hermana, pedirle disculpa por todo y pedir que tuviera piedad.

Su voz no salió y su cuerpo no se movió, ella simplemente miró mientras su mente estallaba en miedo y suplica.

El hombre se frotó su rostro y esquivó la mirada de la mujer para dirigírsela a ella y Amaya suplicó con su mirada dando a entender que haría lo que fuera. Aceptaría cualquier exigencia y pedido.

"Tú… ¿Estás interesado en ella?" Preguntó la mujer al darse cuenta de su súplica y al ver que el hombre la miraba demasiado.

Amaya lo vio, fue por menos de un milisegundo, pero notó en el rostro del hombre la tristeza, que al instante siguiente se convirtió en determinación y él reveló una sonrisa en su rostro.

"¿Por qué no lo estaría? Es una chica guapa." Dijo el hombre y levantándose de su asiento, se acercó al frente de ella y le levantó el mentón con sus dedos y murmuró. "Los humanos desesperados son los mejores. Ellos están dispuestos a todo por su supervivencia o la de sus seres queridos."

El hombre le estaba dando la espalda a la mujer cuyo rostro se distorsionaba con asco, sorpresa y un sentido de traición que fusionó con su furia y enojo, llevando a que no pudiera ver la verdad detrás de la sonrisa del hombre.

La mujer ya se había perdido en su propia locura y al verla Amaya abrió su boca.

"Si me ayuda a sobrevivir… Haré lo que desee. Cumpliré cada uno de sus deseos y fantasías… Seré su esclava personal para toda la eternidad." Dijo Amaya en un tono bajo.

Ella no fue la que habló, sino que fue controlada para decir esas palabras y su voz salió llena de lujuria, sumisa y adorable… No fue para nada mecánico y sus palabras fueron la gota que derramó el vaso.

La mujer se levantó y una lanza salió de su vestido hacia ella y Amaya vio como el hombre la movía hacia un lado y la ponía a su espalda girándose para esquivar el ataque.

"¡Alice!" Dijo el hombre como si pareciera sorprendido de que lo atacaran y entonces su presencia cambio completamente. "Suficiente."

Una palabra. Una orden detuvo todo. El aire se estancó y Alice se detuvo por completo, sin poder moverse.

Hubo sorpresa en los ojos de la mujer y si antes estaba el sentido de traición, esta vez se elevó completamente.

"Ya me he cansado de tus exigencias y órdenes. ¿Crees que puedes tratarme de esa forma? ¡¿A mí?!"

La voz del hombre se distorsionó por completo y su presencia se magnificó, llegando al límite de un rango SS y rompiendo lentamente la brecha.

La mujer liberó su presencia y Amaya pudo sentir la presencia de una verdadera calamidad que amenazaba con devorar el mundo. La fuerza de un rango SSS la atrapó por completo y ella quedó inmóvil, viendo como el rostro y el cuerpo mismo de la mujer se desgarraba cuando la oscuridad que había aparentado ser piel se mostraba.

El hombre soltó un bufido y el cuerpo de Amaya fue enviado a volar hacia atrás, atravesando la pared y la ventana al lado de Shael que fue enviada también.

Entonces, cuando salió de la mansión sintiendo las dos presencias, un domo de color plateado cubrió toda la mansión.

"¡Fortalezcan la barrera!"

El domo tembló varias veces y aquellos que estaban alrededor empezaron a moverse, siendo los magos que se acercaron para fortalecer los círculos mágicos de la barrera, como si supieran que esto sucedería.

******

Las horas pasaron y la barrera plateada se debilitó lentamente entre más tiempo pasaba.

Shael estaba hablando con los usuarios de habilidades que mantenían la barrera y trabajaban para el Gremio Los Caídos, mientras que Amaya estaba en silencio mirando.

Ella estaba nerviosa y sus nervios no disminuyeron en absoluto.

¿Por qué ellos lucharon? Había algo más de lo que hizo ver el hombre, otra razón para detener a la mujer que simplemente ayudarla a ella y Amaya tenía miedo… Miedo de que una vez que la barrera desapareciera nada cambiara y su hermana fuera asesinada.

No, no iba a morir, esa mujer no parecía ser misericordiosa y los mataría lentamente para que sufrieran.

Amaya tenía miedo por su vida y por la tortura, pero lo aceptaría si dejaban a su hermana ir… Aceptaría todo si su hermana sobrevivía.

Incluso lo que dijo el hombre… Si el hombre quería que ella fuera su esclava, lo haría y aceptaría cada una de sus exigencias.

La barrera volvió a temblar y Amaya se puso nerviosa al ver que el temblor continuaba.

"Cuida…"

Esta vez el temblor no fue como otras veces y la barrera explotó liberando una onda expansiva que los tiró a todos hacia atrás, incluyendo a Amaya que giró en el aire y cayó de pie.

Al levantar su cabeza vio que la mansión que había sido cubierta por la barrera desapareció totalmente y lo único que quedaba era un gigantesco cráter.

También vio a una figura volando por el cielo y cayó al suelo donde rodó unos segundos y luego se detuvo.

Desde el cráter la oscuridad surgió y se adelantó llevando a que todos retrocedieran y desde esa misma oscuridad Alice salió.

Amaya se quedó quieta, sin querer que la mujer la viera, pero Alice se dirigió al hombre que estaba tirado en el suelo agarrándose el estómago.

El Líder del Gremio Los Caídos tenía graves heridas por todo su cuerpo y la mayor de todas era un agujero en su estómago por donde sangraba de manera extrema.

El hombre había perdido un brazo y una gruesa línea estaba en su ojo, pero a pesar de las heridas mortales, llevaba una sonrisa en su rostro. No la sonrisa de antes que buscaba problemas, sino que una sonrisa relajada y divertida.

Ningún miembro del gremio se adelantó a defender su jefe y todos tomaron distancia. La razón era la presencia que Alice liberaba, que mostraba su fuerza delante de ellos.

Una fuerza que muy pocos en este mundo habían alcanzado.

La mujer se adelantó con cuatro brazos saliendo de su espalda y esos brazos se adelantaron para atravesar al hombre, pero no lo golpearon, sino que se desviaron y cayendo al suelo a unos centímetros de la cabeza del hombre.

"¿Mejor?" Preguntó el hombre en voz baja.

Alice, al escuchar esas palabras, frunció el ceño con molestia y enojo, pero fue controlado y no inestable como antes… Como si ya se hubiera desahogado lo suficiente como para reflexionar.

"Eres un idiota." Murmuró Alice chasqueando la lengua.

El hombre le dio una sonrisa sincera y tosió sangre. Luego se limpió la boca con calma. No estaba enojado por sus heridas y tampoco estaba molesto como dio la impresión antes de que la batalla iniciara.

"Eres un idiota. Estúpido." Gruñó Alice mirando al hombre con ira y enfureciéndose más cuando vio que Mercurio sonreía.

Era una sonrisa no de victoria, sino que relajada y alegre al escuchar insultos que molestaría a cualquier otro.

"Eres un novato." Murmuró Alice lo suficiente bajo como para que Amaya que estaba cerca escuchara.

La expresión de Mercurio cambio unos segundos antes de reírse sinceramente. Había algo en la palabra que solo ellos dos entendían y Amaya trató de buscar significado y lo encontró instintivamente.

El hombre era un novato que dejaba que su superior se desahogara… Incluso si era a su costa.

La risa molestó aún más a la mujer que frunció el ceño.

"Te mataré… Te asesinaré con mis propias manos y devoraré tu cadáver." Murmuró Alice en voz baja.

A diferencia de antes donde mostraba su enojo y furia por medio de la oscuridad de su vestido o su aura, esta vez fue silencioso y para Amaya se sintió más peligroso.

"Qué cruel, Alice. Estoy medio muerto. Deberías tener piedad." Exclamó el hombre levantándose del suelo con rapidez.

La carne del agujero en su pecho se regeneró con una velocidad que superaba la regeneración de los altos rangos y fue lo mismo con las heridas en el rostro o en otras partes del cuerpo e incluso la herida del brazo se cerró y un nuevo brazo creció en un segundo.

Tal regeneración no era de un rango SS… No, tal regeneración no era humana y para Amaya ambos parecían similares. Dos monstruos en piel humana tan sanguinarios como peligrosos.

Dos calamidades que humanos como ellos solo podían temer.

"Deberías volver, Alice. Deberías estar al lado de tu hermana. Ese es tu lugar, no aquí… No haciendo esto." Dijo el hombre en voz baja y sonriendo débilmente, murmuró. "No hagas nada que lleve a que tu hermana te odie."

El murmullo no llevaba ningún poder que el hombre podía ejercer, era un simple pedido, una súplica a que no cruzara limites que estaba dispuesta a cruzar… La venganza era sangrienta y ahogaba a cualquier persona.

Amaya lo vio con Jake, quien desperdició su vida en pos de la venganza y fue devorado por la venganza llevando a que perdiera momentos importantes de su vida… Aun así, ella no era la más indicada para hablar de moral o de detener la venganza, no con todo lo que había hecho.

Así que esperó mientras Alice cerraba sus ojos.

La oscuridad de su vestido temblaba, dando la impresión de que dos fuerzas estaban luchando, como si el deseo de venganza sin límite chocara con las palabras del hombre.

Las emociones mezcladas chocaban entre sí.

"Si ella quiere sobrevivir, quiero que descubra todo. Quienes fueron los que ayudaron al tirador y quienes son los que quieren muerta a mi hermana." Ordenó Alice al abrir los ojos y mirándola a ella, declaró. "El tirador morirá y si tú deseas venganza… Me encargaré de hacerte sufrir."

Iba a matar a su hermana si ella mostraba cualquier rastro o deseo de venganza… Amaya asintió sabiendo que responder de cualquier modo podría enojarla.

Al segundo después, el rostro y cuerpo de la mujer se deshizo convirtiéndose en oscuridad que desapareció totalmente en el suelo.

Y Amaya finalmente respiró aliviada y lloró de felicidad por la salvación de su hermana.

******

El Líder del Gremio Los Caídos estaba en su sala privada mirando el fuego en la chimenea. Sus ojos rojos reflejaban el fuego ardiente que crepitaba por segundos.

Era de noche y el fuego era la única luz en la habitación.

Fue en ese momento que la puerta se abrió y Amaya entró y el hombre frunció el ceño al verla.

"…"

Amaya llevaba un pijama ligeramente revelador. Ella se había pintado los labios y a pesar de que era delgada, se veía bastante guapa y era atractiva.

"Gracias por salvar a mi hermana." Murmuró la mujer bajando la cabeza y retorciéndose por su mirada.

La falta de respuesta puso nerviosa a Amaya y ella empezó a bajarse el pijama hasta que escuchó un chasquido de lengua.

"Vete. No estoy de humor." Respondió el hombre volviendo a mirar el fuego.

El fuego ardía y las llamas se agitaban dando la impresión de que se reían y él chasqueó la lengua de vuelta.

Una mujer desesperada entregándose a un hombre que podía mantenerla a salvo… Qué fácil era tomar lo que deseara, pero él simplemente lo ignoró.

"Te permitiré hablar con Jake. Quiero que le saques toda la información y luego quiero que encuentres todo sobre sus aliados." Dijo con una voz pesada y mirando a la mujer, reveló. "Tu salvación y la de tu hermana pende de un hilo y yo no soy quien toma la decisión."

Su mirada se mantuvo en Amaya y ella bajo la cabeza con miedo, dándose cuenta de que su acción fue un error. En vez de seguir molestándola, él movió su mano para que se fuera.

"Diles que te permitan hablar con tu hermana."

Sus palabras llegaron a la mujer, quien dio un suave 'gracias' antes de irse llorando en voz baja.

Gracias… Le agradecía sin darse cuenta de que él hubiera requerido la determinación de Alice para hacer lo que le ordenaron.

No era la primera vez que se ensuciaba con sangre y no sería la última, pero dudó no porque él no podía matar niños. Simplemente, lo hizo por ella.

Ella estaba bien como era y no necesitaba cambiar… Ni volver a ser lo que una vez fue.


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Perdón por el retraso estos días. Estuve ocupado y no pude escribir ni subir capítulos. Sin embargo, desde hoy volveremos a la normalidad con las publicaciones.

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