El ascensor subió lentamente mientras Nicole estaba en el interior llevando la máscara de Bastet.
Los espejos a cada lado del ascensor reflejaban el vestido negro y el largo cabello blanco suelto que llevaba, pero también la seriedad que ella emanaba.
No vino nadie acompañándola y ahora estaba completamente sola… Al menos no había nadie cerca.
Cuando la entrada se abrió, Nicole vio una mesa en el interior rodeado de sillas y notó a las dos personas que ya estaban en el interior.
"Yo no di órdenes de un ataque, Iván. ¿Por qué te atacaría cuando por años hemos permanecido amigables?"
La mujer que habló era Valeria, llevando un vestido corto de color azul despampanante y ella estaba sentada en la esquina de la mesa revelando sus largas piernas blancas.
Quien estaba al lado era el Orco, conocido por su nombre más mundano como Iván, y el gran hombre llevaba un traje que parecía estar por romperse por sus músculos y estaba cruzándose de brazos.
Un hombre común se perdería en las piernas tan encantadoras que tenía cerca, pero el Orco mostraba cautela evidente.
Nicole caminó dirigiéndose al centro, notando que en este edificio solamente estaba la mesa y las sillas con ventanas de vidrio que daban vista a la ciudad.
"Oh, mira quien vino." Dijo Valeria con una sonrisa y sonriendo aún más, señaló. "Le estaba comentando a mi compañero que yo no fui quien los atacó a ambos. No gano nada con atacarlos y menos si fallo."
La mujer habló de inmediato y a pesar de que sonreía, su voz y su expresión revelaba esa calma tan natural de un mentiroso.
Nicole, que caminó hacia ella, pasó por su lado y se dirigió a la ventana mirando la ciudad que quedaba a la vista.
Estaba en uno de los edificios más altos perteneciente a una empresa local que estaba conectada con la Sociedad de Asesinos y este piso permitía que la ciudad se viera en su mayor esplendor.
Existían otros edificios de similar altura y luego estaba el edificio de la Empresa Apicius que era aún más grande y Nicole miró hacia ese edificio que estaba a más de cinco kilómetros en la otra punta de la ciudad.
Incluso desde esta distancia se podía ver el edificio.
"Deja de mentiras. Sé que fuiste tú." Gruñó el Orco con molestia e ira contenida.
"Por favor, Iván. Piensa un poco. ¿Crees que si yo envío alguien fallaría en mi tarea? ¿Tanto desprecias a la Sociedad de Asesinos?" Replicó Valeria dejando su sonrisa de lado y poniendo una expresión solemne.
Valeria con su actitud estaba mostrando confianza y que usara el nombre de la Sociedad de Asesinos era para enfatizar sus palabras.
La Sociedad de Asesinos era una organización internacional que en el bajo mundo era poderosa y sus sucursales se extendían por todo el mundo.
Nadie sabía con precisión cuantos trabajos se lograron cumplir gracias a ellos y nadie conocía su verdadera fuerza, solamente conocían que la sociedad jamás era eliminada, no importa cuántas ramas se destruyeran.
La respuesta llena de confianza hizo que el Orco quedara en silencio y Valeria, luego de mirarla a ella, esperando su reacción, decidió continuar.
"No quería decir esto, pero… Creo que tengo que liberarme de las sospechas sobre mí." Dijo Valeria y sacando un documento de su anillo espacial, se lo lanzó al Orco. "Mira, Iván. Mi gente encontró que algunos de los tuyos han estado teniendo reuniones con un grupo externo. Deberías tener cuidado."
Valeria llamaba al Orco con su verdadero nombre y llamarlo tan casualmente era una forma de mostrar cercanía, dando la sensación de que ambos eran amigos.
Nicole no necesitó ver lo que decía los documentos sobre ese grupo externo, ya que el único grupo externo que vino a la ciudad en estos meses fue ella y que el Orco le dirigiera una mirada fría, quedo claro que los planes de María fueron descubiertos.
¿En ese documento estaban los nombres de aquellos que traicionaron al Orco? Nicole recibió la mirada de ese rango S directamente.
"Ahora entiendo por qué mis aliados fueron los únicos que murieron esa noche." Murmuró el Orco y revelando su aura, cuestionó. "¿Tienes algo que decir, Bastet?"
Nicole recibió la mirada intensa y profunda del hombre.
El Orco no era un hombre estúpido y si bien podía dejarse llevar por la batalla y ser simple en esos asuntos, no significaba que fuera alguien tonto. Nadie estúpido lograría controlar por tanto tiempo tantos grupos y liderar las favelas.
Valeria también la miró de reojo sin ocultar la sonrisa llena de un disfrute sádico que iba más allá del deseo de victoria, sino que mostraba un perturbador sentido de perversión.
Esa loca mujer no buscaba poner de su lado al Orco, simplemente deseaba que ambos no se unieran y la mejor forma era crear la semilla de desconfianza como ahora.
En este punto, no importa lo que Nicole dijera, la situación no se iba a salvar y ella no tendría oportunidad de poner de su lado al Orco y a su organización.
Sin embargo, Nicole no vino con la intención de poner a su lado a ninguno de ellos, no al menos de manera pacífica y en vez de un enfoque de diplomacia, decidió cambiar.
"Desde ahora tienen tres opciones." Dijo Nicole y levantando su dedo, anunció. "La primera opción es que se rindan y vayan a la prisión del Emperador Víctor para pagar por sus crímenes."
Sus palabras hicieron que tanto el Orco como Valeria parpadeara sin entender, pero Nicole continuo sin cambiar la seriedad en su rostro.
"La segunda opción es que se rindan. Firmen un contrato de lealtad hacia mí en nombre de varios dioses." Dijo Nicole y sacando de su anillo espacial la estatua de metal negruzco, comentó. "Aunque esta no es la mejor opción para ustedes. Esta estatua no es algo que alguien como yo debería tener ni algo en el que ustedes deberían confiar."
Nicole sostuvo la estatua mirando la máscara pintada de blanco y negro, luego el cuerpo con cuatro brazos y luego redirigió su mirada hacia las dos hachas, el libro y la moneda que ahora mismo estaba en la palma sin flotar.
Los ojos estaban cerrados y la figura se veía silenciosa, pero Nicole al sostenerla pudo sentir como el cuerpo de metal emanaba calor y parecía con vida.
También las hachas querían moverse y aunque ella no sabía cómo era posible, Nicole sintió que las hachas deseaban sangre… Ira, el Dios de la Locura, la estaba observando.
"Si haces algo, mi gente vendrá de inmediato y llamarán a las autoridades. Todos los héroes, la policía y hasta el maldito ejército vendrán en busca de ti." Dijo Valeria en un tono amenazante y sonriendo, declaró. "Las autoridades ya buscan a tu gente y a ti por las muertes que has causado. Estoy segura de que no quieres más problemas."
Valeria la sacó de sus pensamientos y Nicole, que había estado usando la estatua para parecer más amenazante, levantó la mirada dándose cuenta de que las dos personas que estaban al frente de ella no notaron la extrañeza de la figura.
Ella, en vez de guardar la estatua, la siguió sosteniendo y observó a ambos individuos que gobernaban la ciudad.
"No necesito a mi gente para vencerte." Gruñó el Orco revelando sus colmillos de inmediato.
Nicole sintió desde la estatua ese deseo de sangre, batalla y muerte, pero a diferencia de lo que uno esperaría de un Dios Infernal, no la afectó a ella, sino que esperó como un espectador queriendo ver lo que iba a hacer.
¿Fue su determinación lo que atrajo la atención de ese ser? Nicole estaba nerviosa, pero en este momento ella usaría cualquier herramienta que estuviera en su alcance y esta estatua era una de sus mejores herramientas.
"La tercera opción es que mueran." Anunció Nicole y mirando a ambos, ordenó. "Elijan."
El tono fue simple y tranquilo, sin mostrar el enojo hacia Valeria por el ataque que hizo y prácticamente sin mostrar sus emociones.
Estaba enfadada, pero era con ella misma, que durante un tiempo tomó el camino más largo para su objetivo sin cruzar la línea.
Usaba parcialmente las herramientas que Víctor le daba y se alejaba de la estatua que Alice le dio, siempre indecisa de usar todo lo que tenía y si hubiera usado todo desde el principio, el fracaso de las favelas no hubiera sucedido.
Ahora iba a ser diferente.
"Quien crees q…"
Cuando Valeria estaba hablando, Nicole levantó su mano y movió el dedo hacia adelante.
Valeria retrocedió mientras se arrodillaba y al mirar su pierna, notó que una flecha había atravesado su muslo y fue recién en ese momento en el que soltó un gruñido de dolor.
Fue tan rápido que nadie pudo ver lo que sucedió y lo más temible fue el silencio con el cual la flecha se había movido.
Nadie la sintió, ni la vio venir, y la razón era que quien lanzó la flecha era la Reina del Norte, una arquera de rango SS y una de las mejores arqueras del mundo.
"HAAAAA…"
Nicole ordenó una segunda flecha que atravesó la palma del Orco que trataba de usar un artefacto espacial.
Esta era la razón por la cual la Reina del Norte fue temida.
Eva Santos era inteligente y sabia como utilizar a la gente teniendo un carisma único para controlar a sus subordinados y a jefes mafiosos altamente reconocidos e influyentes, pero al fin de cuentas, todos le temían, porque si la Reina quería asesinar a alguien, nadie sabría cómo sucedería.
"Si me…"
Cuando Valeria trató de hablar, otra flecha la golpeó en la otra pierna y la sangre surgió mientras la mujer contenía un gemido de dolor, apretando los dientes con furia.
"Entonces elijan que decisión tomaran." Dijo Nicole mientras se acercaba a la mesa y dejando la estatua en la mesa, señaló. "Tomen una decisión sabia."
Junto a esas palabras sacó dos contratos que siempre realizaba y dejó cerca de la mesa en donde estaban ambos, para que lo leyeran.
El Orco, en vez de revelar ira, mostró una expresión seria y se acercó con calma para mirar el contrato, mientras que Valeria gruñía con ira.
Ambos sabían que el arquero que disparaba la flecha no era alguien con el que ellos podían enfrentar.
"Yo aceptaré. Sin embargo, deseo un duelo para determinar mi posición entre tu gente." Dijo el Orco en calma.
No importa cuán salvaje apareciera, el hombre no era tan simple como se hacía ver y ahora al unirse quiso tener una posición.
"Puedo arreglar los duelos." Respondió Nicole en calma y viendo que Valeria se arrastraba para leer el contrato, ella tomó el contrato antes de que la mujer lo agarrara. "Me confundí. Este no era para ti."
Dio una sonrisa de disculpa y guardando ese contrato en su anillo, sacó otro contrato cuya hoja era de color rojo y sonrió al ponerlo de vuelta para que Valeria lo leyera.
"Tú… Esto es... Demasiado." Gruñó Valeria mirando con intención asesina y al ver ella estaba por levantar su dedo, declaró. "No puedo… Yo ya he hecho un contrato con la Sociedad de Asesinos… Era también en un nombre de un dios que no conozco. Eso es lo único que puedo decir sin sufrir las consecuencias."
El contrato que Nicole le había dado era uno con mayores restricciones, ya no en un sentido de cooperación como los demás, sino que de lealtad hacia ella y de cumplir sus objetivos.
Ella no quería ser como Víctor, que esclavizaba a las personas sin importarle nada más, pero ahora mismo Nicole entendió por qué su maestro hacía tales acciones.
No podía confiar en las personas y menos cuando algunos de ellos eran tan peligrosos como Valeria, así que era necesario tomar algunas decisiones crueles.
Para Nicole darle un contrato de lealtad absoluta era su manera de ser cruel y si bien se podía llamar en cierto sentido esclavización, ella le dio opciones… Ir a prisión, morir o rendirse a ella y eso era lo que la diferenciaba ella de su maestro Víctor.
"Eso no es sorprendente." Murmuró Nicole reflexionando sobre el tema.
La Sociedad de Asesinos debía tener sus medios para mantener un sentido de lealtad entre los jefes de las sucursales y era normal porque algunos de ellos podrían saber dónde estaban los demás o conocer algunos secretos que quien fuera que creara esa organización no quería que se conociera.
Si es que era una persona quien lo controlaba y no era un gobierno o algún grupo e incluso empresa… Independientemente de las teorías sobre los jefes de esa organización, si Valeria firmaba otro contrato sufriría las consecuencias del contrato con la Sociedad de Asesinos.
"Entonces te quedan…"
Dos opciones… Justo cuando Nicole estaba por dar su última opción, el brazo que sostenía la moneda se movió varias veces como si de alguna forma tratara de despertar a la entidad que la moneda representaba.
Nicole, que había analizado la estatua, sabía que no solamente las dos hachas representaban a Ira, sino que todos los brazos lo representaban y que ese brazo se moviera, mostraba que ese dios estaba más atento de lo que ella imaginaba.
Lo más sorprendente fue que la moneda reaccionó y flotó en el aire y aunque Nicole tragó con dificultad por la situación, dirigió su mirada a Valeria.
"Puedes intentarlo si quieres." Dijo en calma.
La moneda representaba a Avaricia y no había nadie mejor para romper o engañar contratos como el Dios de la Riqueza, del Comercio y de la Usura… El Dios de la Avaricia.
Valeria miró el contrato y luego a ella, entonces cerrando sus ojos por un segundo, lo firmó directamente.
Como una mujer inteligente sabia mejor que nadie que ir a la prisión del Emperador Víctor iba a ser la peor decisión que tomaría y como nadie quería la muerte, una apuesta era la mejor opción.
La apuesta de morir en un engaño de contrato y a diferencia de lo que Nicole esperaba, no hubo grandes efectos o algo de ese estilo.
La moneda flotó en el aire y luego de que el Orco también firmara su contrato, ambos flotaron en el aire y se partieron, dividiéndose entre ella y los que lo firmaron.
"Excelente. Han tomado una buena decisión. Ahora hablen con su gente y encárguense de poner todo en orden para trabajar para mí." Dijo Nicole sosteniendo la estatua en su mano y dirigiéndose al ascensor, señaló. "No me gustan los fracasos, así que den su mejor esfuerzo."
Junto a esas palabras y sin parecer sorprendida de que no existiera ningún efecto por contratos en nombre de dioses, ella entró al ascensor y tocó el botón para descender y la puerta se cerró.
A pesar de que no quería relajarse en este momento, ella lanzó un suspiro lanzando parte de su estrés por la conversación y mayor aun por la estatua.
—Eres una niña divertida.
Una voz gruesa y alta, llena de un sentido de diversión única, sonó en su mente y Nicole tembló de pie a cabeza y por su temblor casi dejo caer la estatua, antes de atraparla y traerla a sus brazos.
¿Qué demonios podía decir cuando una voz tan misteriosa sonaba en su mente sin ninguna advertencia?
"Gracias…" Murmuró Nicole y ella escuchó una risa en su mente llena de locura, que lentamente desapareció como si nunca hubiera existido.
Antes de que el ascensor llegara a su destino, ella tragó de vuelta y volvió a revisar la estatua, tan solo para notar que había vuelto a la normalidad.
La única pregunta que Nicole tenía en su mente fue… ¿Qué clase de estatua le había dado Alice?
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