Por una escalera, un equipo militar estaba subiendo con rifles de asalto en sus manos.
Víctor que estaba en ese equipo, chasqueó su lengua y saltó por la escalera, subiendo utilizando la velocidad y fuerza de un luchador para saltar los pisos.
Llevaban artefactos para ocultar su presencia y él pudo percibir las presencias que buscaba estaban en los departamentos del edificio.
Actualmente, se encontraba en uno de los edificios de Washington D.C., Estados Unidos y su objetivo era un equipo de la Agencia de Seguridad Nacional, que últimamente estaban reuniéndose demasiado tiempo entre ellos.
No era el primer equipo que detenía, pero si aquel cuyo número era mayor y Víctor pensaba que este equipo al igual que los otros equipos que había detenido, tenía planes siniestros.
Ya estaban en febrero del año 2030 y desde que Víctor comenzó a trabajar para Frederick, el número de misiones y batallas que tenía que realizar, había aumentado.
Y esta no era diferente.
Tensando sus músculos, cuando los militares llegaron junto a los otros usuarios de habilidades, Víctor se movió, adentrándose al pasillo y dirigiéndose a donde el grupo con mayores números estaba presente, pateó la puerta.
*Boom*
La puerta voló por el aire, golpeando a una mujer que estaba equipándose una armadura y entonces, uno de los hombres sacó su pistola y disparó.
"UGhh…"
Avanzando sin importarle el picor de las balas, Víctor le dio un puñetazo en el hombro, quebrando todo el cuerpo del hombre y empujándolo en contra la pared, entonces se dio vuelta y esquivó la espada de la mujer.
Dos, tres, seis esquives consecutivos cuando llegó al séptimo, él reforzó su cuerpo con energía mágica, deteniendo la espada y tomándola del cuello, apretó el agarre.
"UGhh…"
La mujer trató de rasguñarlo queriendo escapar de su agarre y aunque duro unos momentos al ser un rango A, cuando Víctor aumentó el agarre con mayor fuerza, pudo quebrarle el cuello.
"No podrás detener…"
Un tercero que estaba por estallar unas bombas de su chaleco, y antes de que pudiera apretar el botón, su brazo fue cortado y cayó al suelo, entonces otro corte de luz dividió la cabeza del hombre.
Víctor que eliminó a los dos restantes, tras terminar el trabajo y darse cuenta de que los otros equipos hicieron lo mismo, observó al espadachín.
Era un hombre de espalda erguida que estaba utilizando una espada y estaba equipado con una armadura ligera.
Lo que destacaba eran los mechones blancos de su cabello y los ojos que brillaban con blancura mientras que la espada estaba rodeada de algún tipo de aura de espada de color blanco, que purificaba.
"El Arcángel de la Guerra, ¿cierto?" Dudó Víctor y dando la mano con sangre en saludo, se corrigió. "Perdón, debe ser el Arcángel Miguel."
Grandes individuos estaban apareciendo constantemente y algunos eran notables como que el Gigante de Acero que soportó que todo un edificio fuera derribado en su cabeza o Agatha, que todavía no obtenía su propio título.
Al frente de él estaba uno de esos tantos individuos, que estaba resaltando y Víctor lo reconoció, ya que este hombre en particular al igual que Agatha y Antón, tenía una habilidad innata.
"Ese es solo un título. Mi nombre es Archibald Morgan." Saludó el hombre con una sonrisa sin importarle la sangre, añadió. "Es un gusto conocerte Vladímir, Puño de Hierro."
Víctor dio una sonrisa ante el hombre que bromeaba con su título, específicamente el título de la identidad que usaba.
No eran solamente los medios quienes ponían los títulos, sino que cualquier persona le gustaba y Víctor durante este tiempo, había obtenido un título como Vladímir.
"Lo mismo digo…"
Antes de que pudiera continuar su conversación con el Arcángel Miguel, se detuvo unos segundos y frunció el ceño al ver la televisión.
El programa de noticiero cambió de repente como si alguien hubiera intervenido en la trasmisión y entonces apareció, una mujer de cabello verde teñido.
Ojos de color verde, llevaba una túnica druídica y a su lado, estaba un gorila junto a un general de las fuerzas estadounidense.
"Los usuarios de habilidades no pueden aguantar más las constantes exigencias del gobierno. Somos nosotros quienes salen a la batalla, enfrentándonos al peligro de lo desconocido y poniendo nuestras vidas en juego."
Ella estaba usando una voz seria, solemne y era lo suficiente llamativo como para atraer a aquellos que la escuchaban.
"Somos nosotros quienes protegemos esta nación. ¿Y para qué? ¿Para qué unos bastardos sentados en la cima sigan manteniéndose? ¿Por una sociedad que no nos desea y no nos respeta?"
Los usuarios de habilidades eran quienes estaban al frente de la batalla en contra de las apariciones y las grietas que se generaban.
Limpiaban las mazmorras que aparecían y que necesitaban limpieza, a la vez que ponían su vida en riesgo cuando esas grietas traían decenas, si no cientos de criaturas.
En este punto era difícil decir que lo hacían por un pago, cuando las restricciones del gobierno y en algunas naciones el reclutamiento forzoso era un asunto real.
Durante los primeros meses lo aceptaron y se levantaron para proteger a sus seres queridos, amigos, conocidos y su nación.
Una nación cuya sociedad estaba queriendo imponer aún más restricciones por temor.
"Esta nación debe cambiar y si no lo hace por las buenas, tendremos que vernos forzados a obligarla. Por qué nuestras libertades están en juego y hoy más que nunca debemos levantarnos."
No estaban pidiendo un cambio y tampoco dando un ultimátum, estaba declarando que llevarían un cambio a la fuerza.
"Hemos luchado en grandes guerras, nos hemos enfrentado a ejércitos innumerables, colosales dragones, visitado planos demoniacos y aventurados en donde ningún terranovense ha ido… Somos jugadores y hoy más que nunca es hora de levantar nuestras voces y nuestras armas." Dijo la mujer y sonriendo con entusiasmo, anunció. "¡Hoy es hora de la libertad!"
La comunicación se cortó y el anfitrión del programa de noticiero, se quedó aturdido por las palabras que acababan de anunciar.
Sin darse cuenta de que ese anuncio era una orden de comienzo.
******
En un restaurante con vista al monumento a Washington, estaba un hombre hablando con la mesera.
"Un almuerzo exquisito. Denle mi alabanza al chef." Dijo el hombre con una sonrisa llena de tranquilidad.
Estaba alrededor de sus treinta años y estaba bien vestido, lo suficiente como para resaltar su aspecto superior al promedio y destacar la madurez que el hombre aparentaba.
"Gracias." Respondió la mesera y poniéndose tímida, dudó. "¿De parte de quien sería la alabanza? Si es que puedo saber, claro."
"Aarón Vincent." Respondió el hombre y sonriendo al ver que la mujer, lo miraba con cierta atención, añadió. "Pero tú puedes llamarme Aarón."
"Es un lindo nombre." Murmuró la mesera con una sonrisa tímida.
"Aunque no tan agradable como la vista que tengo ahora." Dijo Aarón Vincent y viendo que la mujer se sonrojaba, observó la vista al monumento y más allá a la casa blanca, y comentó. "¿No crees lo mismo?"
La ambigüedad que estaba utilizando llevó a que la mesera se riera suavemente.
"Estoy un poco acostumbrada. Conozco demasiado estos lugares y lo he visto decenas de veces." Respondió la mesera con calma.
Justo cuando Vincent estaba por responder, observó que por la calle estaban moviéndose tres tanques, con cuatro camiones y cerca de cinco vehículos blindados.
¿Algún evento importante? Vincent era un turista de este país y desconocía para qué se necesitaba tantos vehículos y más tres tanques.
"Deben estar encargándose de alguna grieta." Dijo la mesera con una sonrisa para calmarlo.
"¿Es así?" Dudó Vincent y volviendo su mirada a esa mujer guapa, añadió. "Conoces bastante. ¿Trabajas como guía en tus tiempos libres? Estaría necesitando una guapa y conocedora guía turística."
Y una buena compañía para su corta vacaciones… Sonriendo con cierta tranquilidad, la mujer observó sus alrededores y se acercó.
"Como ha sido tan encantador, puedo ser su guía luego de terminar mi turno." Dijo la mujer y con una sonrisa coqueta, precisó. "El pago es una excelente cita. ¿Qué le parece?"
"Es una…"
*BOOOM*
Antes de que pudiera terminar sus palabras, un retumbe de una explosión vino de repente y luego se escucharon ruidos de disparos, provenientes en dirección de la casa blanca.
¿Otro ataque terrorista? Vincent se levantó de inmediato.
"Vuelve a dentro y ocúltate en un lugar seguro." Ordenó Vincent con seriedad.
Tal vez porque era muy temprano o el restaurante Apicius era poco conocido, pero no había tantas personas siendo atendidas hoy.
*Boom*
Escuchando otra explosión y viendo como los pocos turistas del restaurante se ocultaban y en la calle muchos estaban corriendo, Vincent vio a un equipo militar siendo perseguido por otros militares.
¿Qué demonios estaba ocurriendo? Sin ninguna duda, Vincent cubrió su rostro con un hechizo de magia de viento para evitar que alguien lo reconociera y flotó en el aire, revelando su aura de rango A.
Acercándose en un vuelo que dejaría boca abierta a cualquiera, cuando se acercó los militares que estaba siguiendo a los otros, le dispararon con sus armas.
"Deténganse. Vengo a ayudar." Anunció Vincent distorsionando su voz y liberando presión suficiente para asustar.
"¡Cuidado! ¡No son militares! ¡Son traidores!" Gritó el jefe militar que estaba huyendo.
En respuesta, los militares apuntaron sus armas y le dispararon, pero Vincent estaba preparado y su hechizo de aire, retuvo las balas.
Seguía perdido por la situación y que esos supuestos militares no hablaran, queriendo asesinarlo, dejó en claro que eran enemigos.
Justo cuando estaba por lanzar su hechizo, él sintió un intenso peligro y…
*Boom*
El cañón de unos de los tanques que provenía de la casa blanca disparó y con una respiración tensa, Vincent lanzó su hechizo justo a tiempo.
"…"
El sudor cayó por su rostro al observar la bala de cañón que retuvo con su magia de aire, controlándolo para que no estallara y prácticamente reduciendo su velocidad.
Dudando de si disparar la bala del cañón o detener el tanque antes de que le disparara, Vincent se decidió por la segunda y con un rápido hechizo de aire, levantó el tanque lo suficiente como para que disparara hacia arriba.
*Boom*
Justo en dirección al monumento y Vincent que estaba tenso ante la idea de arruinar un monumento histórico, respiró aliviado al darse cuenta de que no hubo tanto daño.
Los militares que defendió se habían movido, disparándole a los militares que lo atacaban y aunque el ruido de la batalla cerca de la casa blanca continuaba, al menos en este lugar hubo cierta tranquilidad.
"Al parecer vienen refuerzos." Dijo uno de los militares cuando jets de combate se acercaban volando desde la distancia.
Vincent que observaba como volaban en una formación de cuña, tuvo un mal presentimiento cuando uno de los jets de combate de un costado, disminuyó la velocidad lo suficiente como para que los otros lo sobrepasaran.
"¿Qué está sucediendo?" Cuestionó un soldado.
La respuesta no vino de nadie más que del piloto, que disparó varios misiles a los dos jets de combates y a la vez utilizó la metralleta, para golpear el ala de uno.
Un golpe lo suficiente como para que el misil lo golpeara y si bien no explotó en el acto, voló hacia su dirección y Vincent observó cómo se estrelló con el monumento, derrumbándolo a la mitad.
Dejando a Vincent totalmente incrédulo por lo que sucedía.
******
En una plaza de Londres, Agatha estaba mirando a su hija saltar por el lugar, jugando con una rama que había obtenido de alguna parte.
"A que estás jugando, ¿cariño?" Preguntó Agatha al acercarse.
"Estoy luchando contra villanos." Respondió la pequeña y sonriendo balanceando la rama, murmuró. "Como papa."
Antón cuando le decía que iba a trabajar, mencionaba que iba a detener villanos y en cierto sentido, lo hacía.
Villanos peores que monstruos que corrompidos por el 'Caos'.
"¿A dónde está, papa?" Preguntó la pequeña inclinando la cabeza.
"Esa es una buena pregunta, cariño." Respondió Agatha y sonriendo mientras daba su mano, dudó. "¿Quieres que vayamos a buscarlo?"
La pequeña asintió tomando su mano.
Agatha con una sonrisa, se dirigió a donde supuestamente su esposo iba a estar comprando alguna bebida.
Decidieron que hoy sería un agradable día para salir en familia y eso hicieron y entre múltiples lugares que podían elegir, Londres era una de las ciudades más seguras.
La Princesa Margaret que despertó como un usuario de habilidad, estaba involucrándose en la política y estaba extendiendo su influencia, hasta el punto de que ayudó a la fundación de un gremio.
La Guardia Real era quien estaba manteniendo la seguridad de estas tierras y esta ciudad, con un esfuerzo y dedicación sin igual.
Había más influencias y movimientos que se ocultaban a los ojos del público, pero para Agatha esta ciudad era una de las mejores para vivir, sabiendo que sería seguro.
Dirigiéndose a la tienda a la que fue su esposo, pudo ver una multitud afuera de la tienda y entre ellos estaba su esposo, que, al salir, no pudo ocultar la seriedad en su expresión.
"Hubo un intento de golpe de estado en Estados Unidos. Atacaron la Casa Blanca y al presidente." Susurró Antón cerca de su oído y luego tras unos segundos, añadió. "Parte del ejército no responde las órdenes y otros se han opuesto directamente. Algunos hablan de una guerra civil."
Guerra civil.
Un asunto que, en este punto de la historia, no era tan sorprendente, sin embargo, las consecuencias eran inimaginables.
Los usuarios de habilidades, lunáticos y todos aquellos que deseaban quitarse todas sus restricciones, lo harían.
Antón estaba murmurando para no delatar su preocupación a Aurora y a la vez, la mirada que daba demostraba que deseaba intervenir y la vez se contuvo.
Tal vez porque ella había ordenado que la iglesia no interviniera y lo hizo, no solo porque no estaba interesada, sino que la iglesia no tenía la fuerza para involucrarse en estos asuntos y salir indemne.
Si esa organización deseaba obtener fuerza para convertirse en un pilar que sostuviera este mundo, necesitaba crecer y no lo haría si se involucraba en conflictos de terceros.
Sin embargo…
"La iglesia no intervendrá y solo ayudará si es necesario, Antón. Ya lo he decidido." Dijo Agatha y viendo que su esposa daba una ligera sonrisa de que entendía, añadió. "Pero eso no significa que yo pueda detenerte a ti."
Sus palabras sorprendieron a su esposo.
Un asunto era la iglesia, como organización que no debía verse involucrada directamente en el conflicto político de esa nación y otro era una persona que deseaba ayudar a quienes lo necesitaban.
No se trataba de no enojar a cualquiera de los bandos y aquellos que pujaban sus intereses en esa nación, se trataba de que era incapaz de involucrarse en un evento masivo y salir sin consecuencias.
Al menos por ahora.
No obstante, ella no podía detener que su esposo y ese hombre si lo deseaba podía moverse personalmente, como alguien que no estaba involucrado con la iglesia.
"Ve, cariño. Solo recuerda, cuidarte y llamarme si necesitas algo." Dijo Agatha dando una sonrisa que llevaba su cariño y su suspiro de que era inevitable.
Ella no tenía interés en ayudar y rescatar a aquellos que lo necesitaban o luchar por algún ideal, pero no iba a detener que su esposo lo hiciera.
Tenía la fuerza y ahora mientras no se arriesgará, podía luchar por lo que deseaba y quería.
"Te amo. ¿Lo sabías?" Cuestionó Antón y sin esperar que respondiera, le dio un beso apasionado y añadió. "Eres lo mejor que le ha pasado a mi vida."
"¡Papa!" Exclamó Aurora haciendo un puchero, al escuchar esas palabras.
"Oh, lo siento. Nuestra familia es lo mejor que me ha pasado." Dijo Antón riéndose y abrazando a su hija, añadió. "Me tengo que ir. Perdóname por no estar contigo."
En respuesta, vino un abrazo de Aurora, quien sonrió alegremente y lo despidió deseándole suerte, sin preguntar que iba a hacer.
Entonces, Antón se movió por su cuenta, alejándose a la distancia y Agatha suspiró.
"¿Qué ira a hacer, padre?" Preguntó Aurora con curiosidad.
Ella lo apoyó sin saber que era lo que iba a hacer ese hombre… Agatha sonrió ante su adorable hija.
"Ser un héroe." Murmuró Agatha, sonriendo al pensar en su esposo.
Por más que no compartiera sus valores, no iba a negar que esa clase de hombre que se preocupaba por otros, era de quien ella se enamoró.
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