Desde una cutre, hedionda y asquerosa celda, sacaron a un hombre pálido cuyas heridas sangrantes, se encontraban ligeramente infectadas.
"Es hora, perra." Dijo un hombre con una sonrisa violenta y dando una orden a dos matones, añadió. "Tráiganlo. El jefe quiere verlo."
Víctor fue arrastrado por los matones, mientras su cuerpo dolía y sus heridas se abrían.
¿Cuánto había pasado encerrado? Días, semanas… Tal vez meses.
La tortura fue constante y el dolor tan intenso, que ahora le era difícil precisar la gravedad de su dañado cuerpo.
Aun así, su mente permaneció más clara que nunca y su ira, se mantuvo en alto, concentrándose en lo profundo de su mente, sin poder salir en su totalidad.
Ahora se dejó arrastrarse, como si él fuera basura y mantuvo su expresión agotada, tratando de recuperar su fuerza, sabiendo que pronto llegaría su oportunidad.
"Jefe, aquí esta Vladímir." Avisó el maleante antes de tirarlo al suelo y empujarlo para que se diera vuelta.
Víctor observó al jefe y reconoció al hijo de la familia Barbosa, cuya mafia se extendía por Brasil.
Greco Barbosa lo observó como si fuera basura en su camino.
"El Enemigo de la Humanidad no vino, una pena. Pensé que eran cercanos." Dijo Greco y sonriendo de forma maliciosa, añadió. "Al final, aunque es normal. Nadie es leal a alguien que revela información."
La risa, la superioridad y el sentimiento de tratarlo un insecto insignificante, no provocó nada en Víctor.
No podía malgastar su rencor en un bastardo ambicioso como este y necesitaba prepararse.
Desde que lo capturaron, ellos lo torturaron para sacarle información y a pesar de que llamaron al número personal de su amigo, este no vino.
Tal como Víctor esperaba.
No era que pensara que Karzhal podría ser derrotado, aun así, no estaba en él meter en peligro a su amigo y menos hacerlo por su propio bienestar.
Al final, tuvo que darles una de las llaves que utilizaban para moverse por círculos mágicos y ese iba a ser su medio para escapar sin causar problemas y a pesar de que los idiotas que lo capturaron, se demoraron tiempo en utilizarla, ahora iban a actuar.
"Silencio. Está bien. De igual forma, no te preocupes. Trabajarás para mí hasta que mueras en algún sucio callejón." Dijo Greco y arrodillándose revelando una sonrisa, declaró. "Soy bueno para usar a las personas y hacerlas trabajar hasta la muerte."
¿Era así? La mirada fría que daba llena de superioridad y malicia, era curiosa para Víctor y al final, lo soportó.
Si salía de este lugar, se encargaría de vengarse.
"Envíen el equipo. Si Karzhal se encuentra en su guarida, captúrenlo con vida y si se resiste, mátenlo. La posibilidad que haya despertado es alta y es probable que sea rango B." Avisó Greco y al escuchar las respuestas de sus peones, se dirigió a la salida y añadió. "Si me traen sus secretos, serán recompensados."
Con tales palabras abandonó el lugar, dejando a Víctor al equipo.
Luego fue levantado, por uno de los matones y lo dirigieron a otra sala, en donde se encontraba un círculo mágico y cerca de veinte personas, preparadas con sus armas.
Uno llevaba una espada y el otro usaba lo que parecía ser una varita, ambos emanando una presencia solemne y comparada a los demás, eran fuertes.
¿Qué rangos seria si lo comparaban a los terranovense? Víctor cuya conciencia estaba en alta tensión y concentración, supuso que eran rangos B.
Ya habían llegado a diciembre del año 2028 y en este momento ya había rangos B… ¿Qué tan fuerte eran? Víctor, no lo sabía y esperaba verlo.
Volviendo a guardar su fuerza, ignoró a los individuos que gritaban para que se prepararan y respiró hondo cuando todos se aceraron al círculo mágico.
"No sabemos si el bastardo nos ha mentido. Estén en guardia." Gritó el matón en jefe con un gruñido y al mirarlo, declaró. "En caso de que nos metas en problema, te volveré a arrancar todas tus malditas uñas."
Recordando el dolor, Víctor tembló y bajó su mirada, tratando de contener la sonrisa viciosa que deseaba salir.
Si las cosas fallaban, él tendría que enfrentarse a más individuos de lo que esperaba y si bien, había 'despertado' mientras estaba prisionero, su fuerza apenas era la de un rango B y su cuerpo estaba demasiado arruinado en este punto.
Desnutrición, heridas sangrantes e infectadas y lo único que permaneció fuerte era su mente y su voluntad, inquebrantable.
"Vamos." Ordenó el líder y todo se distorsionó por medio minuto, entonces aparecieron en una habitación con un círculo mágico.
"Si lo que no ha dicho este bastardo es cierto. Este lugar es el escondite del Enemigo de la Humanidad, tengan cuidado y mantengan su cautela." Ordenó el líder al salir.
¿Estaban asustados? ¿Tanto miedo le causaba Karzhal, que muy pocas veces se atrevían a decir su nombre?
Eran patéticos, pero era normal su amigo causara temor y ahora Víctor esperaba que vieran el terror que sufrirían, al creer que se adentrarían a la primera torre mágica de este mundo.
"Tiene tantos círculos mágicos." Dijo uno de los hombres a avanzar y con seriedad, murmuró. "Dirigen a todas partes del mundo."
El líder le dio una mirada para que se callara y avanzara, sabiendo que si lo dejaban hablar podría empezar a disminuir la moral.
Círculos mágicos a todas partes del mundo, funcionales y activos.
Víctor estuvo bastante tiempo encerrado y si bien al ver a dos rangos B le hizo dar cuenta de que la fuerza de la humanidad crecía, cualquiera se daría cuenta de que los recursos para mantener y crear este lugar eran algo que nadie normal podía conseguir.
"¿Murales egipcios? ¿Qué hacen aquí?" Dudó uno de los rangos B, al entrar al pasillo principal cuyas paredes egipcias decoraban los lados.
"Cállate y continua. Solo debe ser decoración." Respondió el líder, ignorando la preocupación en su compañero.
Un error inevitable y Víctor que era arrastrado por el sitio, observó los murales egipcios que estaban pintadas y cuando vio la entrada final, sonrió.
Las estatuas que estaban talladas en la gruesa entrada abrieron sus ojos y se despegaron de la puerta, revelando una presencia siniestra.
"Que es…"
Antes de que uno de los bastardos pudiera preguntar, desde las paredes las almas de egipcios salieron del lugar y se retorcieron alrededor de ese hombre mientras que una momia abría su boca, absorbiendo la vitalidad.
Y ese fue el principio, debido a que, al instante siguiente, salieron cientos y cientos de momias, figuras egipcias quienes atraparon a todos los invasores y le robaron su vitalidad en segundos.
Tal fuerza no era algo que un rango B podía enfrentar y como si fuera poco, luego de haber devorado la vitalidad de los vivos, atraparon las almas y la arrastraron al mural convirtiéndolo en parte de la defensa de la torre mágica.
Las estatuas en la puerta retrocedieron y se volvieron parte de la entrada, como si nada hubiera sucedido.
Víctor al quedar en silencio, dio una risa cansada y agotada al darse cuenta de que ni siquiera necesitó moverse o actuar.
"No sé si eres estúpido, orgulloso o testarudo para aguantar tanto tiempo sin pedir ayuda."
Una voz vino de repente desde los alrededores y Víctor al identificar a la voz, tembló un segundo.
"Sabía que podía arreglármela solo. No necesitaba pedir ayuda." Respondió Víctor con una risa orgullosa.
"Aja. ¿Y no era porque no deseabas molestar a la familia de tu amigo?" Dudó la voz en voz alta.
La expresión de Víctor se mantuvo con su sonrisa orgullosa como si lo negara y la respuesta de esa voz infantil fue un fuego que lo cubrió acelerando su regeneración de heridas hasta que quedo como nuevo.
A pesar de que su amigo estaba saliendo con alguien cuyo poder abrumador podía salvarlo, Víctor nunca pensó en llamarla y siempre se preparó para salir por su cuenta, aunque muriera en el intento.
No iba a molestar a la familia de su amigo y menos cuando él no estaba presente.
"Agatha menciona que deberías entrar. Ella tiene una visita, pero no le importa tener otra." Dijo la voz en calma al quemar los cadáveres de los alrededores dejando salir un olor de carne quemada y sin permitirle dudar, añadió. "¿No tienes curiosidad por saber a dónde Karzhal ha ido?"
"No está en este mundo, ¿cierto?" Dudó Víctor al levantarse y sintiendo su cuerpo en perfecto estado caminó a la entrada y abrió la puerta.
Al pasar por el pasillo, llegó a la sala que reconocía y en ese lugar se encontró con la madre de su amigo y a la vez con una joven, que primero lo sorprendió un poco.
Hija de Frederick Crawford un individuo con la cual él y Karzhal habían trabajado, ahora esa joven que antes había permanecido en el hospital, lo observó.
"Perdón por venir tan de repente y haber traído molestias." Dijo Víctor y saludo con un suspiro.
No esperaba que Agatha estuviera en este lugar y menos la joven y únicamente había querido utilizar el pasillo de defensa para deshacerse de sus oponentes.
"No importa. Ven, siéntate. Alexa ha venido de forma repentina y ha preguntado sobre mi hijo, tal vez te guste la respuesta." Dijo Agatha y sonriendo al ver que se sentaba, reveló. "Karzhal está en una luna de miel."
La joven abrió sus ojos en sorpresa y Víctor por su parte, soltó una risa divertida.
Obviamente lo estaría.
Agatha dio su explicación de forma superficial, nombrando de vez en cuando a la voz de la niña, que seguramente estaba escuchando.
Un mundo diferente y medieval, en donde fue enviado por su pareja y en el cual pasarían su 'luna de miel'.
"El tiempo trascurre diferente entre este universo y en dónde está él. El proceso para que su alma se adapte a su cuerpo vampírico, demorara bastante y es difícil decir cuándo volverá." Reveló Agatha y con una mirada pensante, añadió. "Si es que decide volver y no quedarse en ese lugar, hasta que el espectáculo termine."
Durante Terra nova, su amigo fue capaz de crear nuevos 'seres' e incluso en algunos casos, pudo crear nuevas razas inexistentes.
Aun así, su mayor logró fue crear al 'Ser Supremo'… Una Diosa creada a partir del cuerpo de varias existencias de gran poder y a la cual le dio vida con millones de almas.
¿Hasta qué se reencontraran que era lo que su amigo haría? Tal vez, esta vez él decidiera ascender y conociéndolo, tenía los medios, herramientas y el apoyo para convertirse en lo que deseaba.
Aunque era probable, que apuntara muy alto, como siempre lo hizo.
"Espero que se divierta." Respondió Víctor con honestidad.
Sin importar lo que terminara haciendo, como un amigo le deseaba lo mejor y conociéndolo era probable que se divertiría y más si estaba con personas cercanas.
Víctor estuvo preparado para tal escenario, muy diferente a la joven, que quedó en blanco durante un momento, como si no supiera cómo reaccionar.
"Me iré ahora." Dijo Víctor y levantándose de su asiento, informó. "No deberían viajar a Estados Unidos. Escuche de las mafias, que están traficando una gran cantidad de armas a esa nación. Es probable que algo grande estalle."
Los idiotas que lo vigilaban, les gustaba hablar entre ellos de sus negocios y el negocio de armas que la familia Barbosa estaba metido, estaba en auge gracias a las exportaciones a Estados Unidos.
Estuvo encerrado durante bastante tiempo y no sabía lo que sucedía, sin embargo, si en este punto los magos no crearon anillos espaciales o círculos mágicos de teletransporte para traficar armas, entonces estaría sorprendido por su inutilidad.
Desconocía que era lo que Agatha estaba haciendo, pero sus palabras no solo estuvieron dirigidas a esa mujer, sino que a la joven que estaba cabizbaja y…
"¿De verdad debo morir si deseo conocerlo?" El murmullo de la joven, le dejo en claro que no le importaba su aviso.
Frederick Crawford como el Secretario de Defensa, podría hacer algo con su información… Aunque era poco posible que le llegara.
"Lo siento por haber traído esos invitados. Le había prometido a Karzhal que trataría de cuidar a su familia, y ahora debo admitir que ni siquiera puedo protegerme a mí mismo." Dijo Víctor de forma honesta, bajando su cabeza.
Era normal cuidar a la familia de un amigo y si bien había creído que era capaz, en este momento se dio cuenta de que su posición no era la mejor para realizar tales acciones.
"No creo que necesitemos tu protección y en vez de preocuparte por ese tema, encárgate de cuidarte a ti mismo." Respondió Agatha con una mirada severa.
"Gracias."
Tales fueron sus últimas palabras y haciéndole una señal de que no necesitaba guía, salió de la sala, volviendo por el mismo sitio que había venido.
Al ir al portal que había dado como llave, rompió el círculo mágico impidiendo que cualquiera lo utilizara para llegar a este sitio y luego se movió por el pasillo a otra habitación que decía China.
Iba a buscar su amigo, Su Chin.
******
No estaba en este mundo.
En medio de un espacio que se retorcía por un viaje por un círculo mágico, Alexa no supo qué pensar.
Su ídolo no estaba en este mundo… Tal realización la hizo sentir vacía.
Sin deseos de vivir y de existir, perdiendo la única razón que la mantenía viva y consciente, luchando en contra la enfermedad que desde que la energía mágica apareció estaba retrocediendo.
"¿De verdad debo morir?" Preguntó Alexa en voz alta.
No hubo respuesta de nadie y el espacio se estabilizó, llegando a su cuarto en un departamento de Nueva York.
En ese lugar, se encontraba su padre, que mantenía su apariencia bien cuidada y estricta como siempre.
Frederick Crawford, uno de los hombres más influyentes en esta gigantesca nación, quien había protegido a su país de forma tenaz.
Más allá del partido político y la ideología, lo que su padre destacaba era su amor por la nación y por su familia, un sentimiento que Alexa nunca pudo compartir ni entender.
"¿Lo encontraste?" Preguntó su padre con seriedad.
Estaba enojado de que ella hiciera algo tan problemático como un círculo mágico cuyo destino era desconocido y fuera en solitario, aun así, sabiendo que no iba a lograr nada si la criticaba hizo su pregunta.
¿Encontró lo que buscaba?
"Yo… No." Respondió Alexa y al instante siguiente empezó a toser sangre, que ella ignoró al limpiarse con un pañuelo.
Su padre se había acercado preocupado, pero ella no mostró ninguna expresión.
No dejó ver el dolor que había surgido, torturándola y no lo hizo no porque estaba cansada de actuar para que sus padres no se preocuparan, sino que lo hizo, porque en este punto el dolor era una molestia que podía ignorar.
Estaba sumamente cansada de sentir que sus órganos se retorcían y resquebrajaban en partes, llevando a que en este momento no le interesara pensar en el tema.
Tal vez era la tolerancia al dolor que aumentó o quizás su mente ya no estaba en correcto funcionamiento… Al final, no importaba.
"Él se ha ido de 'Luna de Miel'." Respondió Alexa y tras unos segundos, reveló. "Me contaron que hay tráfico de armas en Estados Unidos y se presume que algo grande suceda."
La expresión de Frederick tembló por unos segundos, pero luego dio una sonrisa.
"No necesitas preocuparte, hija. Solo concéntrate en mejorar y no prestes atención a tales rumores." Respondió su padre buscando tranquilizarla.
Alexa pasó por su lado y dudando un momento, suspiró.
"No hay que ser ingenuo. Es demasiado fácil realizar un ritual en este momento, manipular jugadores o relacionarte con individuos peligrosos. Las sectas surgen en nombres de dioses que no responden y los sectarios creen que necesitan hacer más para obtener respuesta." Dijo Alexa y encogiéndose de hombros, declaró. "Algunos esperan razones para actuar y cuando la obtengan, enloquecerán."
Había fundado un club de fans y en ese lugar, todavía había diferentes personas conectadas algunos más que otros, conformando una red que le permitió perseguir los rastros de su ídolo… Y realizar rituales cuando era necesario.
Lunáticos que estaban siendo suprimidos por la sociedad y el gobierno, estaban en todas partes en este momento y esos individuos necesitaban cualquier señal para estallar.
Los Estados Unidos como una nación cuyo número de antiguos gremios de jugadores era abrumador, era una de las naciones que se encontraban en mayor peligro.
No importaba cuanto las fuerzas de seguridad trataran de registrar a los usuarios de habilidades, suprimirlos bajo leyes estrictas y buscar el modo de defenderse de ellos.
Los políticos mostraban miedo y el olor estaba llegando a los lunáticos, que se moverían eventualmente.
¿Después de todos, porque los usuarios de habilidades debían dejarse oprimir por la sociedad y el gobierno?
Pronto el gobierno no tendría la fuerza para reprimirlos y eventualmente ellos se levantarían.
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