En uno de los edificios con mejor apariencia en la ciudad 'El Obeid', varios guardias bostezaron con cansancio.
El edificio era bastante grande con una seguridad bastante elevada y si bien la situación, parecía en calma en realidad, era todo lo contrario.
"Que sueño…" Murmuró uno de los guardias antes de afirmarse a la pared y caer al suelo.
No era de noche y solo era mediodía, pero tal suceso fue no solo llamativo, sino que demasiado extraño.
Lamentablemente su compañero guardia no pudo verlo, ya que también cayo dormido al suelo y como las personas comunes no se acercaban a este lugar, nadie más pudo verlo… No, un grupo si lo hizo.
"Captúralos y muévelos." Ordenó la Cardenal Brousseau y agitando su mano, declaró. "Claus muévete y avanza. Que los demás mantengan el lugar a salvo. Nadie debe escapar."
Junto a sus palabras, Claus golpeó la puerta de la entrada enviándola a volar al interior.
En la sala se encontraban algunos guardias que se sorprendieron, no solo por el ataque enemigo, sino que por la falta de sonidos.
"…"
Un guardia trató de gritar para avisar a los demás guardias, pero el mago de aire entre los paladines lanzó un hechizo para evitar que los sonidos se extendieran.
La Cardenal Brousseau antes de que Claus se pudiera mover agitó su mano realizando un hechizo de magia de curación.
Produjo una aceleración del ritmo cardiaco que causo una taquicardia y entre el aturdimiento repentino, el dolor de pecho y la falta de aire, los paladines se movieron para capturarlos a todos.
Claus lidero la delantera y mientras los paladines se iban a las diferentes habitaciones del edificio, ellos bajaron al sótano.
En los pisos de arriba se encontraban las habitaciones que eran usadas como parte del prostíbulo, pero el sótano era su objetivo.
"Hay varias presencias débiles y algunas fuertes." Murmuró Cynda señalando el final del pasillo.
Claus ya lo tenía claro, pero fue la Cardenal Brousseau quien volvió a actuar.
Era un rango S y si bien lo había sido durante un buen tiempo, era muy buena tanto para curar o para eliminar a su objetivo.
Sintiendo las presencias al otro lado que no estaban en guardia, ella lanzó su hechizo con calma.
Tenía un área de efecto, pero era capaz de decidir a quién afectar o quién no.
Al entrar a la sala, los guardias que estaban en el lugar estaban congelados con sus ojos llenos de terror.
Lo que causo no fue una parálisis en todo el cuerpo, sino que impidió que el cerebro pudiera enviar órdenes a su cuerpo, provocando que no pudieran moverse.
Si estuviera en una situación normal tal vez podrían haberse resistido y más cuando uno de ellos eran rangos A, pero la Cardenal Brousseau estaba a un nivel diferente y era posible que todavía sufrieran lo mismo.
"Calma la situación, luego explicaremos." Ordenó la Cardenal Brousseau a Cynda.
Su mirada estaba en las jaulas que estaban en todo el lugar
Decenas de esclavas estaban encerradas en enormes jaulas y sus condiciones eran horribles.
Algunas estaban desnutridas, pálidas y con síntomas que claramente no auguraba nada bueno.
Entre ellas estaban algunas que tenían heridas por sus rostros o con demasiados moretones por todo su cuerpo, la Cardenal Brousseau mientras preparaba su hechizo de curación a gran escala, pudo ver que algunas tenían cortes graves.
Como una antigua jugadora no se inmutó ante la vista.
Las personas que perdieron su humanidad podían ser considerados monstruos atroces y una vez que cruzaran ese límite era imposible volver a ser el mismo.
Ellos ya no disfrutaban de 'placeres normales' y buscaban más emoción de la forma más sádica posible.
Este lugar no era solo un prostíbulo, era un lugar en donde la degeneración crecía y en donde cualquier persona podía alquilar o comprar un esclavo y utilizarlo como desearan.
Terra nova con sus posibilidades ilimitadas llevo a que los jugadores se entregaran a sus más oscuros deseos y si bien algunos creyeron, que todo era 'falso', la satisfacción que obtuvieron ya no pudo ser detenida… Incluso cuando salieron al mundo real.
Aquellos que no pudieron resistir optaron por el suicidio y en alguna medida tratamiento psicológico, pero hubo muchos quienes aceptaron su naturaleza.
"Al parecer hay una presencia adelante." Avisó Claus con seriedad.
La luz verde se extendió por el área curando y ayudando a que los heridos de gravedad pudieran resistir para un tratamiento más profesional.
Cynda por su parte utilizó su capacidad psiónica para calmar las mentes de todos los presentes y a la vez ayudarlas a que pudieran descansar.
El estado mental de algunas de las presentes era horrible y sin duda necesitarían mucho tratamiento para atravesar las secuelas mentales y físicas de esta situación.
La Cardenal Brousseau solo avanzó hacia en donde Claus señalaba.
Su expresión fue seria de principio a fin y nunca cambio.
Había visto demasiadas escenas horribles como para que ahora pudiera sentirse aturdida, asqueada o afectada.
Entrando por otra puerta, pasaron a otra sección en donde varios guardias atacaron de inmediato.
Claus con su espada y técnica derribo a sus oponentes, pero no los asesinó, sino que realizó cortes lo suficiente serios como para herirlos.
La Cardenal Brousseau agitó su mano para curarlos y dejarlos inconscientes con su magia de curación, entonces dio una mirada a la sala.
Esta vez las jaulas que parecían pequeñas prisiones con algunos muebles en el interior y las personas que estaban dentro, estaban en mejor estado.
"El jefe se fue hacia atrás. Tienen un lugar para escapar." Dijo un esclavo varón y afirmándose en las rejas, informó. "Se llevó varios rehenes importantes de investigación mágica."
Ese joven era uno de los pocos esclavos en este lugar y por su estado estaba claro que él había sobrevivido dando todo de sí para ganarse un lugar importante.
"Gracias. Ya vendremos a rescatarlos." Respondió la Cardenal Brousseau mientras avanzaba a la dirección que el joven había apuntado.
Las miradas que le dieron en este lugar estaban llenas de esperanzas y todos mantuvieron cierto silencio mientras otros sollozaban ante el fin del infierno.
Era posible que en este lugar se encontrarán los 'productos de mayor calidad'.
Entrando al siguiente pasillo, una flecha voló en dirección a la Cardenal Brousseau, pero antes de llegar Claus que estaba al frente la desvió.
"¡No se muevan!" Ordenó un hombre de expresión feroz, sosteniendo a una joven dé piel oscura en su brazo.
Ese hombre en su mano tenía una daga apuntando al cuello y sus guardias eran iguales.
El arquero estaba apuntando su arco a otro esclavo que se acurrucaba en una esquina y luego, un maestro de arma apuntaba su rifle a otro grupo de esclavos.
"Es mejor que bajen sus armas." Ordenó Claus con seriedad.
La Cardenal Brousseau al mismo tiempo, solo observó como si no hiciera nada mientras que en secreto lanzaba su hechizo.
Un Archimago no necesitaba mover un músculo para lanzar sus hechizos y si bien aquellos que controlaban un elemento lo hacían a su voluntad, los magos de curación y magias sin 'atributo' eran capaces de hacer lo mismo, solo que lanzando su hechizo de forma natural.
Su magia era parte de ellos y el control de la energía mágica estaba tan perfeccionado que eran capaz de lanzar sus hechizos con solo pensarlo.
"Es mejor que…"
Antes de que el hombre pudiera dar sus exigencias y advertencias, sangre de la nariz de los tres empezaron a salir y la Cardenal Brousseau, solo caminó hacia el joven que estaba congelado de miedo.
Los tres eran rango A, pero se enfrentaban a un Archimago de curación de rango S que era tan capaz en el ataque como en la defensa.
Y era mortal en silencio.
"Ugah…"
Los tres hombres vomitaron sangre negra sin saber que le sucedía a su cuerpo y si bien estuvieron en guardia, el cuerpo por lo general repelía efectos adversos peligrosos.
En cuanto a los efectos beneficios, era aceptado naturalmente y muy pocos podían controlar su cuerpo para evitarlo.
Ellos no eran la excepción.
"Lo que están vomitando son las impurezas de sus cuerpos. Es normal que el cuerpo naturalmente desee eliminarlos y acepte hechizos de curación." Dijo la Cardenal Brousseau caminando con seriedad.
Claus y Cynda se encargaron de adelantarse y utilizando artefactos aprisionaron a los miembros.
La Cardenal Brousseau estaba por hablar con el jefe, cuando el joven que estaba llorando se arrodilló ante ella.
"Por favor. Por favor, salve a mi hermana." Sollozo el joven y mirándola con lágrimas en los ojos, declaró. "Por favor, salve a Xaali."
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"Seis prostíbulos en la ciudad han sido tomados. Uno de ellos no solo era un lugar de prostitución, sino que un centro de entretenimiento más perverso. La interrogación sigue en marcha." Dijo la Cardenal Brousseau y dando una mirada, informó. "He encontrado un joven, al parecer un Archimago vio a su hermana y pagó para que la capturaran. La hermana del joven fue llevada por el Archimago para realizar experimentos. Y él también iba a tener el mismo destino, pero lo detuvimos."
La expresión de Aurora no cambio al escuchar esas palabras y al ver tal reacción, la Cardenal Brousseau continuo.
"Las ubicaciones fue dada por él, ¿cierto?" Dudó la Cardenal y al ver que asentía, declaró. "La iglesia no encontró nada mal. Vimos su pasado y leímos su mente. Cuando llego a este mundo no participo en la guerra y vino a esta área… Al parecer fue traicionado por los tres señores de la guerra de Jartum y huyó gravemente herido."
Aunque no lo estaba diciendo abiertamente, estaba marcando a 'Jasar' como un individuo que no había realizado ninguna atrocidad.
El verdadero nombre de ese demonio era Melgar y fue él quien asesinó a Jasar y usurpó su identidad.
Sin embargo, no participó en ninguna atrocidad y si bien asesinó a individuos como el antiguo Jasar, no asesinó inocentes y civiles.
Aurora había leído el informe de la iglesia y para ella encontrarlo fue un golpe de buena suerte, ya que ese demonio, aunque herido había recopilado mucha información.
La mayoría de las localizaciones de los prostíbulos fueron dadas por él y eso era lo mínimo.
"¿Qué harás con ese demonio? Si es entregado a la Iglesia del Tiempo y el Espacio, nosotros nos encargaremos siguiendo nuestro protocolo y lo mantendremos vigilado." Dijo la Cardenal Brousseau.
En este mundo no todos los demonios eran malos y no todos deseaban guerras, había algunos 'buenos' y entre ellos algunos se unieron a las iglesias.
No era algo conocido oficialmente, pero estaba claro que era posible encontrarse demonios viviendo por el mundo, ocultándose por completo.
"A Alice se le ocurrió utilizarlo tras escuchar los informes y estoy de acuerdo." Respondió Aurora y dándole una mirada seria, comentó. "Jartum es un lugar peligroso, pero esos tres señores de la guerra que gobiernan el área llevan muchos negocios que conectan a otros. Si atacamos, el conflicto será directo."
Jasar y los tres señores de la guerra que gobernaban Jartum no eran los únicos señores de la guerra en Sudan.
En las antiguas tierras Eritrea había algunos señores de la guerra que se decían que estaban apoyados por el Rey de Arabia y en Etiopia también estaban otros presentes.
Ni hablar de Somalia en donde se rumoreaba que estaba un poderoso individuo de rango SS.
Que se encontraran muchos señores de la guerra en la zona era un grave problema debido a que ellos tenían alianzas y pactos para protegerse.
Zerzura no podía enfrentarlos directamente, al menos no ahora cuando estaban construyendo la ciudad y estaban reformando la milicia en un ejército.
Era por eso que necesitaba a otro para que actuara y ese papel lo tomaría Melgar en su papel del Señor de la Guerra Jasar.
"No esperaba que ella se moviera de esa forma… Es una sorpresa." Murmuró la Cardenal Brousseau siendo completamente honesta.
El plan no fue preparado por Aurora, sino que lo hizo esa glotona que normalmente pasaba comiendo.
Alice era indiferente en muchas cosas, pero no era ni tonta ni alguien simple, ella solo necesitaba un objetivo claro para moverse y era capaz de hacer todo lo que deseara.
Siempre le falto motivación.
"De todas formas es mejor ir a prepararnos para movernos. Según Melgar el Archimago que realiza experimento con humanos construyó una torre en el desierto. Necesitamos estar preparados para atacar." Dijo Aurora y al ver que la entrada de la carpa se revelaba a su glotona amiga y ese demonio disfrazado, declaró. "Nunca he asaltado una torre mágica y es mejor estar preparados para lo peor."
El Archimago que compraba personas para utilizarlos como sujetos experimentales había construido una torre en medio del desierto.
Melgar le había informado la localización y era posible que en ese lugar se hubiera llevado a la hermana del joven que la Cardenal Brousseau se encontró.
"No es necesario asaltar el lugar." Dijo Melgar con una sonrisa y mientras su sombra se apartaba de su cuerpo y se solidificaba en una figura demoniaca, declaró. "Puedo guiarlos para infiltrarse."
Aurora al escuchar esas palabras y al ver esa figura demoniaca que era completamente oscura, dirigió su mirada a Alice que estaba al lado.
"Ya ha realizado el contrato y ha bebido la medicina de madre." Informó Alice con seriedad.
Se necesitaba un alquimista para crear la medicina que Melgar necesitaba para estabilizar su mente y su sombra.
Aurora desconocía el procedimiento, pero Alice pasaba con su madre experimentando sobre alquimia, así que era más conocedora.
Su madre como una Gran Archimago de rango SS también era una alquimista experimentada y ella era perfecta para crear lo que necesitaba Melgar.
En cuanto al contrato era la formalidad para evitar que Melgar los traicionara y era seguramente validado por la iglesia por un medio mágico o divino.
"¿Estas en buenas condiciones?" Preguntó Aurora con curiosidad.
Nunca había atacado una torre mágica, pero entendía que tales torres eran los bastiones de los magos y no iba a ser nada fácil adentrarse en ellas.
Todo mago deseaba proteger su investigación y las torres mágicas estaban diseñadas para impedir infiltraciones o ataques inesperados.
"Si, tras beber la medicina mi condición se ha estabilizado." Dijo Melgar y mirándola de forma directa, declaró. "Tengo una forma para entrar a la torre mágica en secreto."
Sus palabras fueron dichas con una gran sonrisa.
Aurora dio una mirada cautelosa, pero asintió.
Necesitaba detener a ese Archimago y en vez de atacar la torre era preferible infiltrarse.
Después de todo, los 'especímenes' de experimento eran personas y necesitaban ser salvados.
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