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10.2% The Guardian [Spanish/Español] / Chapter 100: Inicio.

Capítulo 100: Inicio.

Nairobi, Capital de Kenia, miércoles 29 [11:29 p.m.].

En lo alto de un edificio, un hombre regordete llevando una armadura de metal de cuerpo completo miró hacia adelante.

Esperando con calma, tras que pasara un minuto, sonrió.

"Comiencen el ataque." Ordenó el hombre por el sistema de comunicación.

Al momento siguiente los camiones artilleros que estaban bajo su mando dispararon los cohetes, iluminado el cielo nocturno y dejando una estela a su paso.

Una maravillosa vista, cuyo esplendor aumentó, cuando…

Iluminando el cielo pasaron por arriba de su cabeza y luego…

*BOOM*

*BOOM*

*BOOM*

Decenas de explosiones resonaron en el campamento de las fuerzas del 'Terror Somalí' y aunque algunas explosiones fueron detenidas por la barrera mágica del campamento, aun así, en otras áreas acertaron en su totalidad.

Los camiones artilleros eran viejos y aunque con la modernidad, la eficacia había disminuido, seguía siendo útil y, por último, era una excelente carta de inicio.

Los tanques fueron los siguientes que comenzaron a moverse por las calles, acompañados por los soldados.

Apuntando desde diferentes direcciones al campamento enemigo, que estaba reforzado con vehículos de combates y armas de guerra.

El objetivo era el campamento principal de las fuerzas del Terror Somalí.

El hombre regordete desenvainó su espada larga en lo alto del cielo y luego dio un paso hacia adelante en el precipicio.

Sin embargo, no cayó al suelo, sino que produjo plataformas bajas sus pies y empezó a descender en dirección al campamento enemigo.

La alarma sonó en el otro bando y los soldados empezaron a moverse, junto a sus vehículos de combate.

*BOOM*

Un antitanque enemigo disparó en dirección de un tanque, que gracias a su armazón no recibió daño.

Antes de que pudieran recargar, el Señor de Mombasa liberó un corte que dividió el arma antitanque y cortó por la mitad a los milicianos que la manejaban.

Esos milicianos eran personas normales que ni siquiera eran usuarios de habilidades y un corte de un rango S, fue mortal.

La sangre, los órganos y las entrañas quedaron a la vista, en una visión grotesca que asustó a aquellos que estaban observando.

Justo lo que buscaba el Señor de Mombasa, quien, en vez de matar a esos soldados asustadizos, dirigió su mirada al tanque que se acercaba.

Su aura de espada celeste rodeó su espada.

*BOOM*

El tanque disparó y el Señor de Mombasa a una velocidad que los ojos no podían captar cortó a la mitad el disparo, sin desencadenar la explosión o verse afectado por la fuerza del impacto.

Al momento siguiente la metralleta del tanque disparó, tratando de acribillarlo, sin embargo, el Señor de Mombasa se movió confiando en la barrera de su armadura, que repelió los ataques.

Aunque comenzó moviéndose lento en un momento su caminata se convirtió en una carrera y el hombre a una velocidad que no concordaba con su figura, infundió su espada con su aura de color celeste y realizó un poderoso corte.

Estaba a más de diez metros del tanque y de igual manera, el aura de espada se extendió en un poderoso corte, que fue acompañado con ráfagas de viento que cortaron los alrededores de su objetivo.

El corte fue tan poderoso, que la mitad del armazón del tanque, empezando por la mitad del cañón fue cortado.

Inutilizándolo por completo.

El aura de espada celeste volvió a condensarse cuando el Señor de Mombasa observó como los usuarios de habilidades llegaban para enfrentarse a sus tropas.

Mirando a sus enemigos con su espada en la mano, dio una sonrisa.

"Hoy nadie vendrá a ayudarlos…"

Esta vez sería diferente a esas veces en donde el Terror Somalí llegaba para enfrentarlo… Hoy, nadie vendría ayudarlos.

Hoy sería el final de esta guerra.

******

Kismaayo, antigua ciudad en Somalia, miércoles 29 [11:25 p.m.].

Como unos de los tantos países que terminaron desapareciendo en áfrica, Somalia no pudo soportar la crueldad del Gran Cataclismo.

Monstruos anfibios y marinos llegaron a sus costas y si bien los segundos causaron destrucción en los puertos, los primeros se adentraron tierra a dentro, provocando la aparición de los señores de la guerra, que luego llevaron a la caída de la nación.

Esos señores de la guerra no eran individuos locales, sino que jugadores extranjeros, que huían o fueron exiliados de algunas naciones, quienes llegaron a estas tierras extendiendo el caos y la destrucción.

A diferencia de los países centrales de áfrica, en lo que ahora se encontraba el bosque mágico… Somalia sufrió la crueldad del ser humano.

El General McLean caminó por las calles de Kismaayo sin cambiar de expresión, mezclándose entre la multitud, pareciendo uno de los tantos aventureros africanos.

Todavía quedaron ciudades indemnes, ya que siempre había personas que buscaban los recursos naturales o buscaban convertirse en gobernantes.

Sin embargo, en Somalia nadie luchaba para hacerse con todo el control del territorio.

La mayor razón era que el Pirata Somalí controlaba la antigua capital Mogadiscio era el individuo más fuerte de los alrededores y a quien nadie deseaba molestar.

Algunas ciudades como Mogadiscio progresaban económicamente, incluso cuando estaban bajo control de algunos individuos.

Lamentablemente, Kismaayo era diferente, ya que estaba en control de un tirano, que únicamente le importaba sus propios intereses.

Los milicianos se movían por los alrededores, entrando a restaurantes, bares y diferentes negocios, exigiendo dinero, comida y bienes gratis, a veces la vida de los residentes, si es que no sus cuerpos.

Pobreza, crimen, y corrupción en un mismo lugar.

Calles maltrechas, edificios viejos y sin mantenimiento, la ciudad a pesar de que tenía una excelente posición geográfica gracias a las mazmorras de los alrededores y su puerto, parecía unas ruinas.

Sin embargo, había un único lugar que era diferente, como si fuera un universo completamente distinto y ese lugar era una parte de la zona costera.

En la orilla de la costa, se encontraba una montaña creada artificialmente y en esa montaña estaba un castillo de estilo occidental, cuyo esplendor era llamativo y que no concordaba con los alrededores.

Magnificas columnas, palcos de piedra blanca, estatuas y espléndidos ventanales, que resaltaban a la vista.

El señor del castillo quería mostrar su grandeza por medio de esa creación.

Al General McLean siempre le disgusto esa clase de personas.

Ellos tomaban el poder no por su gente o su pueblo, no para ayudar o al menos dar la apariencia de ello.

Solo por gusto, diversión y a veces la propia satisfacción.

Esclavizaban y dominaban a otros, creyéndose señores feudales, pero no eran nada más que simples humanos.

El General McLean respiró hondo mientras una lanza aparecía en sus viejas manos.

Los milicianos que mantenían la seguridad comenzaron a darle miradas puntiagudas y ninguno pudo notar su mirada, que estaba fija a la torre del castillo.

En donde la tenue presencia de un Rango S se podía sentir… Esa presencia que el 'Terror Somalí' siempre liberaba.

Tensando sus músculos, el General McLean saltó hacia el castillo cuando su reloj holográfico vibró dándole aviso de que era la hora para actuar.

En otras áreas se escucharon explosiones, gritos y la alarma que daba comienzo al inicio de la batalla, sin embargo, el General McLean mantuvo su atención y en su objetivo y agitó su lanza cortando solo con su simple fuerza y destreza.

Un espléndido corte se extendió, tragando parte de la torre y moviéndose al mar, dividiendo el agua durante unos segundos.

Emanando la feroz presencia de un Rango SS capaz de cortar todo a su paso, el General McLean aterrizó dentro de la torre e inmediatamente frunció el ceño.

La presencia que había sentido provenía de un cristal que replicaba la presencia del Terror Somalí.

"¿Dónde está?" Preguntó el General McLean rompiendo la pared y llegando a los guardias que estaban afuera aturdidos por lo ocurrido.

"Q… AHhh…"

Antes de que un miliciano de Rango A, pudiera decir algo, el General McLean atravesó su estómago y lo empaló en la pared con su lanza.

"¿Dónde está el Terror Somalí?" Preguntó y mirando seriamente a los guardias que se acercaban, agregó. "Si no hablan ahora, nunca podrán emitir una palabra otra vez."

Su voz llevaba la fuerza de alguien que podría cortar un castillo a la mitad y alguien que podía asesinar sin dudar.

Era cierto que era miembro del ejército, pero el General McLean seguía siendo la misma persona que cuando se unió a la Ciudad Zerzura.

Un Gran Señor de la Guerra, que luchaba por sus creencias y deseaba cumplir sus objetivos, sin importarle los métodos.

"Hablen o…" Murmuró sacando la lanza del miliciano que estaba gimiendo en la pared.

La lanza en sus manos fue mortal y el miliciano cayó al suelo con parte de su estómago, abierto tratando de agarrarse el estómago, mientras gemía y lloraba de dolor.

Había que destacar que soportara y siguiera vivo, aunque no era extraño cuando era un usuario de rango A.

La presencia, el olor de sangre y la mirada del General McLean, llevo a que los guardias cercaron tragaran con miedo, al darse cuenta de que, si daban un paso en falso, terminarían muertos.

"El Terror Somalí… Él… Está con el General Kavuri." Informó un miliciano que estaba temblando de miedo.

La expresión del General McLean tembló un momento y sin importarle la mirada de los milicianos que estaban temblando por su poderosa aura, se dirigió al balcón del castillo para salir.

Antes de que pudiera prepararse para partir, notó a lo lejos un navío antiguo en el mar.

Un galeón de gran tamaño rodeado de una ligera niebla gris, flotando en el mar.

Desde ese navío se podía sentir una presencia, cuya fuerza era similar a la suya.

El Pirata Somalí dio acto de presencia, llevando a que la expresión del General McLean se volviera solemne.

A pesar de que no sabía si la lucha comenzaría, ya que era muy difícil prever lo que haría un lunático, no tenía más opción que quedarse aquí.

"Espero que ellos estén bien." Murmuró el General McLean mientras miraba como sus soldados derrotaban a las fuerzas del Terror Somalí.

******

—¿Qué hacemos? —Preguntó Henrik a través de la red de telepatía.

Aurora frunció el ceño al mirar al Terror Somalí que había llegado.

"He bloqueado las comunicaciones, pero no estoy seguro cuanto durara." Informó Liam rápidamente para que decidiera.

Ese hombre de piel oscura cuya cicatriz en la mejilla lo hizo ver feroz, ahora estaba saludando cómodamente al General Kavuri.

Un Rango S… Estaba presente y la situación se volvió más complicada de lo que había esperado.

Con sus propios guardaespaldas de Rango A, hizo que Aurora frunciera el ceño por un momento.

No podían esperar, ya que en cualquier momento podría llegarle el informe al General Kavuri o al Terror Somalí de que estaban siendo atacados.

La única opción que quedaba era…

—Sigamos. El grupo de Clémentine y Henrik seguirán con su trabajo, salvar y derrotar las fuerzas del General Kavuri. En cuanto Akira, Liam y Alice se encargarán del Terror Somalí, mientras que Oscar y el resto los apoyara contra sus guardaespaldas. En cuanto a mí, iré por el General Kavuri. —Ordenó Aurora rápidamente a través de la red de telepatía mientras una espada aparecía en su cintura.

"No necesitas, excederte me encargaré." Detuvo Alice mirándola con calma.

¿Estaba preocupada por su espada y su pasado?

Alice era esa clase de persona que siempre la apoyaba y buscaba que no sufriera.

Sin embargo, si todos estaban poniéndose en una situación peligrosa, Aurora no deseaba contenerse.

—Entiendo.

—Comprendido.

La aceptación de Clémentine y Henrik fue recibida y Aurora por su parte, le dio una sonrisa a su hermana para que no se preocupara.

Esta no era la peor situación que podrían encontrarse y tenían un margen de maniobra gracias a los Rangos S presentes en su grupo.

—Sumo Sacerdotisa Xaali, usted da la señal. Que los demás se preparen para un ataque relámpago.

No podrían ocultarse sigilosamente como antes debido a que un Rango S con agudos sentidos estaba presente, sin embargo, eso no significaba que perdieran el elemento sorpresa.

Mirando por la pequeña pantalla de su reloj holográfico a la Sumo Sacerdotisa Xaali que estaba preparando el ritual, Aurora respiró hondo al apretar sus puños lista para el combate.

El ritual de la Sumo Sacerdotisa Xaali, los encerraría a todos, impidiendo que cualquier persona del interior escapara por cualquier método.

Habían venido con el objetivo de encargarse del General Kavuri y a pesar de que el Terror Somalí había aparecido, el objetivo no había cambiado.

Rescatar rehenes y derrotar a los enemigos.

Tan simple como eso.


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