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43.72% EL Mundo del Río / Chapter 122: EL OSCURO DESIGNIO (60)

Capítulo 122: EL OSCURO DESIGNIO (60)

Dio la orden de amarrar de nuevo la nave. Una vez hecho esto, reunió a toda la tripulación en el hangar. Las fotografías fueron pasadas de mano en mano, mientras Jill les explicaba en detalle todo lo que había ocurrido.

Aguardaremos aquí una semana si es necesario. Después de eso, tendremos que irnos. Piscator no se quedaría voluntariamente ahí abajo tanto tiempo. Si no está de vuelta dentro de un plazo de veinte horas podremos suponer que ha sido detenido por Ellos... O quizá ha sufrido un accidente y ha resultado muerto o herido. No hay forma de saberlo. No podemos hacer nada excepto esperar durante un periodo de tiempo razonable.

Nadie pensaba en abandonar a Piscator en aquellos momentos. Pero resultaba evidente que no les gustaba la idea de permanecer siete días en aquel frío, oscuro, húmedo y ominosamente silencioso lugar. Se parecía mucho a acampar en la parte de fuera de las puertas del infierno.

Por aquel entonces, el helicóptero N° 1 había dejado de arder. Un equipo de trabajo se dedicó a recuperar los cadáveres y a investigar las causas de la explosión. Los mecánicos comprobaron el otro helicóptero por si había algún daño en los flotadores y reemplazaron el parabrisas y la portezuela de babor acribillados por las balas.

Una guardia de tres hombres estaba apostada a la entrada del domo. Jill iba a dirigirse al comedor de oficiales cuando recibió una llamada del doctor Graves.

Thorn sigue inconsciente, pero se está recuperando. He examinado también lo que quedó del cerebro de Firebrass. No puedo hacer mucho porque no dispongo de microscopio. Pero juraría que la pequeña esfera negra estaba unida al sistema neural en la parte delantera del cerebro. He considerado la posibilidad de que fuera un objeto extraño que se hubiera clavado allí por la fuerza de la explosión. Pero los mecánicos me han dicho que no hay nada así en el equipo del helicóptero.

¿Quieres decir que crees que esa esfera estaba implantada quirúrgicamente en su cerebro?

No ha quedado suficiente parte frontal del cráneo como para afirmarlo categóricamente dijo Graves. Pero voy a examinar los cerebros de los otros también. De hecho, voy a hacer una autopsia completa a todas las víctimas. Eso va a tomar tiempo, especialmente porque he de vigilar también a Thorn.

¿Te das cuenta de las implicaciones de esa esfera? dijo Jill, intentando impedir que su voz temblara.

He estado pensando bastante en ello. No sé qué infiernos significa, pero es importante. Jill, me he pasado efectuando autopsias durante años aquí, simplemente para mantenerme en forma. Y nunca he encontrado nada fuera de lo ordinario en más de un millar de cadáveres.

»Pero te diré una cosa. Creo que sé por qué Firebrass insistió en obtener radiografías de los cráneos de su tripulación. Estaba buscando a la gente con esferas negras sobre, o en, su cerebro.

»Y te diré algo más. Creo que se apresuró a arrojar el cadáver de Stern al Río porque sabía que Stern tenía una de esas bolas en su cerebro!

»Es como dijo Alicia, ¿no?: "Misterioso y misterioso".

Con su corazón latiendo fuertemente y su mano temblando, Jill cortó el intercom. Firebrass era uno de Ellos.

Un momento más tarde volvió a llamar a Graves.

Firebrass dijo que nos contaría por qué deseaba obtener nuestras radiografías. Pero nunca lo hizo, o a mí, al menos. ¿Te dijo algo a ti?

No. Le pedí que me explicara, y me contestó simplemente que tenía trabajo y que ya me lo diría en otra ocasión.

Entonces no sabes si Thorn tiene o no una esfera en su cabeza. Si muere, hazle rápidamente la autopsia, doc.

Lo haré. De todos modos, puedo abrirle el cerebro sin esperar a que muera. Aunque no ahora. Primero he de esperar a que se recupere.

¿Eso no lo matará? Sabía que podía abrirse el cráneo en operaciones, pero ¿puedes poner al descubierto el cerebro de Thorn?

A mí no va a hacerme ningún daño.

Pasaron veinticuatro horas. Jill intentó mantener ocupada a la tripulación, pero había muy poco que hacer excepto una limpieza innecesaria. Hubiera deseado haber traído algunas de las películas hechas en Parolando. Excepto hablar, jugar a las damas, al ajedrez y a las cartas o echar los dados, había muy pocas ocupaciones para ellos. Jill organizó períodos de ejercicios para cansarlos un poco, pero no podía prolongarlos indefinidamente, y eran tan aburridos como el no hacer nada.

Mientras tanto, la oscuridad y el frío parecían meterse hasta en los huesos. Y el pensamiento de que debajo de ellos podían estar aquellos misteriosos seres que habían construido aquel mundo para ellos era algo que ponía los nervios de punta. ¿Qué estaban haciendo Ellos? ¿Por qué no salían?

Y por encima de todo, ¿qué le había ocurrido a Piscator?

Cyrano de Bergerac parecía hallarse especialmente afectado. Sus largos silencios y obvias meditaciones podían ser causadas por la muerte de Firebrass. A Jill, sin embargo, le parecía que existía algo más que le preocupaba.

El doctor Graves le pidió que acudiera a su consulta. Cuando entró en ella, lo encontró sentado al borde de su escritorio. Silenciosamente, le tendió su palma. En ella había una pequeña esfera negra.

Todos estaban tan quemados que ni siquiera podía determinar el sexo por observación externa. Obrenova era la más baja, sin embargo, así que hice primero la autopsia al cadáver más pequeño. Encontré eso casi de inmediato. No te comuniqué enseguida porque antes deseaba examinar a todos los demás.

Ella era la única que lo tenía.

¡Ya son dos!

Sí. Y eso me hace preguntarme acerca de Thorn.

Jill se sentó y encendió un cigarrillo con manos temblorosas.

Escucha dijo Graves. El único licor que hay a bordo está en mi botiquín. Es sólo para usos médicos, pero creo que necesitas algo de medicina. Y sé que yo también la necesito.

Mientras sacaba una botella, ella le contó lo de la discusión que había oído entre Thorn y Obrenova.

El le tendió una taza de líquido púrpura.

¿Así que crees que se conocían de antes de llegar a Parolando? preguntó.

No lo sé. No sé lo que significa nada de esto.

¿Y quién lo sabe? Excepto Thorn quizá. Salud! Jill bebió el reconfortante y afrutado licor.

No hemos encontrado nada sospechoso en los apartamentos de ninguno de ellos

dijo. Ni de Firebrass, ni de Obrenova, ni de Thorn.

Hizo una pausa, y luego añadió:

Hay una cosa, significativa no por su presencia sino por su ausencia. Como el perro que no ladra en la historia de Sherlock Holmes. El cilindro de Thorn no estaba ni en su helicóptero ni en su cabina. He ordenado sin embargo un registro más minucioso del helicóptero.

»Me dijiste hace algunas horas que Thorn estaba consciente ahora. ¿Puede ser interrogado?

No durante un cierto tiempo. Te aconsejo que esperes hasta que esté más recuperado. Ahora, si no desea hablar, simplemente puede pretender quedarse dormido.

El intercom sonó. Graves accionó el conmutador.

¿Doctor? Aquí el contramaestre Gogswell. Desearía hablar con el capitán.

Aquí la capitana dijo Jill.

¡Capitán, acabamos de encontrar una bomba en el helicóptero N° 2! Es un explosivo plástico. Parece pesar unos dos kilos, y el detonador está conectado a un receptor de radio. La hemos encontrado en el interior del depósito de armas y municiones de la parte de atrás.

No hagan nada hasta que yo llegue ahí. Deseo verla antes de que sea retirada. Se puso en pie.

No creo que exista ya ninguna duda de que Thorn colocó una bomba en el helicóptero de Firebrass. Los que están investigando las causas del accidente no han podido detectar el origen de la explosión, pero su jefe dijo que creía que podía haber sido una bomba.

Sí dijo Graves. La cuestión es saber por qué Thorn haría eso. Jill se dirigió hacia la puerta, pero se detuvo antes de llegar a ella.

¡Dios mío! Si Thorn colocó bombas en ambos helicópteros, pudo haber escondido alguna en el dirigible también!

No encontraste ningún transmisor cuando registraste su cabina dijo el doctor. Aunque quizá escondiera uno, o varios, en otros lugares de la nave.

Jill alertó inmediatamente a todo el personal. Tras darle a Coppename órdenes para que organizara equipos de búsqueda, se dirigió al hangar. La bomba estaba allí donde el

jefe había dicho. Se puso de rodillas y la observó con ayuda de una linterna. Luego abandonó el aparato.

Desarme el detonador y el receptor. Ponga el plástico en el depósito de explosivos. Llame al oficial de electrónica y dígale que me gustaría saber a qué frecuencia está sintonizado el receptor. No, espere. Le llamaré yo misma.

Deseaba asegurarse de que aquel experimento se efectuara en una habitación radioeléctricamente protegida. Las distintas bombas si existían podían haber sido instaladas al mismo tiempo, pero Thorn habría ajustado el receptor de cada una para que respondiera a su propia longitud de onda. Era preciso no correr riesgos.

Tras asegurarse de que Deruyck, el oficial electrónico, comprendía por qué debía utilizar una habitación protegida, se dirigió a la sala de control. Coppename estaba en el intercom, escuchando los informes de los equipos de búsqueda.

Cyrano estaba en el asiento del piloto, mirando al panel como si la nave estuviera en pleno vuelo. Alzó la vista hacia ella cuando entró.

¿Está permitido preguntar qué fue lo que el doctor Graves encontró?

Hasta ahora, ella no había ocultado nada a la tripulación. Creía que tenían derecho a saber tanto como ella misma.

Cyrano no dijo nada durante un largo rato después de que ella terminara de hablar. Sus largos dedos tamborilearon sobre el panel mientras miraba hacia arriba, como si hubiera algo escrito sobre su cabeza. Finalmente, se puso en pie.

Creo que es necesario que tú y yo tengamos una pequeña charla. En privado. Ahora, si es posible.

¿Con todo esto que está pasando?

Podemos ir a la sala de derrota.

La siguió, y cerró la puerta tras ellos. Jill se sentó y prendió otro cigarrillo. El se puso a pasear arriba y abajo, las manos tras su espalda.

Es evidente que Firebrass, Thorn y Obrenova eran agentes de Ellos. Me resulta difícil de creer el caso de Firebrass. ¡Era tan humano! Pero es posible que Ellos sean humanos también.

»Sin embargo, ese ser que se llamaba a sí mismo un Etico dijo que ni ellos ni sus agentes eran violentos. Detestaban, aborrecían la violencia. Pero Firebrass podía ser muy violento; seguro que no actuaba como un pacifista. Y luego está el incidente con el recién llegado Stern. Por lo que tú me dijiste, parece que fue Firebrass quien lo atacó, no Stern quien atacó a Firebrass.

No sé de qué estás hablando dijo Jill. Sería mejor que empezaras por el principio.

Muy bien. Te diré algo que prometí mantener en secreto. No suelo romper mi palabra, de hecho, ésta es la primera vez que lo hago. Pero puede que le diera mi palabra a alguien que es mi enemigo, mi enemigo secreto.

»Hace dieciséis años de eso. ¡Cuánto tiempo ha pasado ya, y sin embargo qué reciente parece! Por aquel tiempo yo estaba en una zona en la que la mayoría de la gente eran de mi propio tiempo y país. En la orilla derecha tan sólo, por supuesto. La izquierda estaba poblada por salvajes de piel muy oscura. Indios que habían vivido en la isla de Cuba antes de que Colón la descubriera, aunque creo que sus habitantes jamás llegaron a saber que su país había sido conquistado. Eran muy pacíficos, y tras algunos forcejeos y dificultades iniciales, nuestra zona estaba tranquila y en paz.

»Mi propio pequeño estado estaba, de hecho, mandado por el gran Conti, bajo cuyas órdenes había tenido el honor de servir en el asedio de Arras. Allí fue donde recibí un golpe de espada en la garganta, la segunda de las heridas importantes que me convencieron, junto con todos los demás horrores y miserias que había visto en la guerra, de que Marte era el más estúpido de los dioses. Además, me alegró sobremanera encontrar allí también a mi buen amigo y mentor, el merecidamente famoso Gassendi. Fue, como sin duda sabrás, quien se opuso al infame Descartes y rehabilitó a Epicuro,

cuya física y moral presentó tan espléndidamente. Sin mencionar su influencia en Moliére, Chapelle y Dehénault, todos ellos, incidentalmente, buenos amigos míos. Él fue quien les persuadió de traducir a Lucrecio, el divino atomista romano...

Vayamos al asunto. Dame sólo los hechos escuetos.

A decir verdad, citando más o menos a otro romano...

¡Cyrano!


Capítulo 123: EL OSCURO DESIGNIO (61)

Muy bien. Vayamos al asunto. Era a última hora de la noche. Yo estaba profundamente dormido al lado de mi bienamada Livy, cuando fui despertado bruscamente. La única iluminación era la luz nocturna que penetraba por los barrotes de madera de nuestra ventana abierta. Una enorme figura estaba de pie junto a ml, una masa negra con una tremenda cabeza redonda como una calcinada luna. Me senté en la cama, pero antes de que pudiera alcanzar mi lanza, que tenía siempre a mi lado, la figura habló.

¿En qué idioma?

¿Eh? En el único que yo dominaba bien por aquel entonces, mi lengua nativa, el más hermoso de todos los idiomas de la Tierra. Aquel ser no hablaba un francés demasiado correcto, pero lo entendí.

»Savinien de Cyrano II de Bergerac dijo, llamándome por mi nombre completo.

»Tienes una ventaja sobre mí, señor dije yo. Aunque mi corazón latía fuertemente y sentía la más intensa necesidad de orinar, me comporté admirablemente. Por aquel entonces podía darme cuenta, aún en aquella oscuridad apenas mitigada por la luz de las estrellas, que aquel ser no era abiertamente beligerante. Si llevaba alguna arma, la mantenía escondida bajo su gran capa. Aunque siempre he sido un tanto distraído, no pude dejar de preguntarme por qué Livy, que siempre tenía un sueño ligero, no se había despertado. Seguía durmiendo, roncando suave y adorablemente.

»Puedes llamarme como quieras dijo el ser. Mi nombre no es importante en este momento. Y si te estás preguntando por qué tu mujer no se ha despertado también, déjame decirte que es debido a que me he asegurado que no lo hiciera. ¡Oh, no! se apresuró a añadir cuando, furioso, intenté ponerme en pie. No ha sufrido el menor daño. Ha sido drogada, y despertará por la mañana sin ni siquiera un dolor de cabeza.

»En aquel momento me di cuenta de que, al menos en algún grado, yo también había sido drogado. Mis piernas no me obedecían, aunque, sorprendentemente, no las sentía doloridas ni entumecidas. Simplemente, no conseguía hacer que se movieran. Naturalmente, me sentí furioso por las libertades tomadas sobre mi persona, pero no había gran cosa que pudiera hacer al respecto.

»Entonces el desconocido tomó un asiento y se sentó junto a mí. Escucha, y luego decide por ti mismo si vale la pena haberme escuchado dijo.

Y me contó la más sorprendente historia, Jill, como nunca habrás oído en tu vida. Me dijo que era uno de los seres que nos habían resucitado. Se llamaban a sí mismos los Eticos. No iba a entrar en detalles acerca de sus motivos ni de dónde procedían ni nada parecido. No tenía bastante tiempo para ello. De hecho, si era atrapado, por su propia gente, ¿entiendes?, lo iba a pasar mal también él.

»Yo sentía deseos de hacerle muchas preguntas, por supuesto, pero cuando abrí la boca me dijo que me mantuviera callado y escuchara. Iba a visitarme de nuevo, dijo, quizá más de una vez. Entonces respondería a la mayor parte de mis preguntas. Mientras tanto, yo tenía que comprender una cosa: no habíamos sido devueltos a la vida para vivir eternamente. Eramos tan sólo los sujetos de un experimento científico, y cuando el experimento hubiera terminado, nosotros terminaríamos también. Moriríamos por última vez, para siempre.

¿Qué tipo de experimento?

Bueno, era más que un simple experimento. Era también un proyecto histórico. Su gente deseaba reunir datos sobre historia, antropología, y así. Estaban interesados también en descubrir qué tipo de sociedades formaríamos los humanos cuando nos encontráramos tan mezclados. ¿Cómo iba a cambiar la gente bajo determinadas condiciones?

»Dijo que muchos grupos habían sido dejados a sus propios medios para que se desarrollasen sin interferencia alguna de su gente. Pero algunos serían influenciados, algunos sutilmente, otros por métodos directos. El proyecto tomaría mucho tiempo, quizá varios cientos de años. Entonces se daría el finit al proyecto, y también el finit a nosotros. Volveríamos al polvo... para siempre.

»Esto no me suena ético, señor le dije. ¿Por qué tienen que negarnos lo que ellos poseen... la vida eterna?

»Es debido a que no son realmente éticos me respondió. Pese a la alta opinión que tienen de sí mismos, son crueles, como son crueles los científicos que torturan animales en pro del avance de la ciencia. Pero ellos tienen sus justificaciones, su racionalización. Compréndelo, el científico está haciendo algo bueno, está siendo ético en un cierto sentido. Es cierto que, como resultado de este proyecto, algunos de vosotros pasaréis a ser inmortales. Pero sólo unos pocos.

»¿Y cómo? le pregunté.

»Entonces me habló de esa entidad que los de la Iglesia de la Segunda Oportunidad llaman el ka. ¿Sabes lo que es, Jill?

He asistido a varias de sus conferencias dijo Jill.

Entonces conoces todo lo relativo al ka y al akh y a todo lo demás. Esta persona dijo que la teología de los de la Segunda Oportunidad era parcialmente cierta. Principalmente porque uno de los Eticos había visitado al hombre que ellos llaman La Viro y había originado así la fundación de la Iglesia.

Siempre creí que no era más que otra historia que se habían inventado esos visionarios dijo Jill. No les concedí más crédito que el que les concediera en su tiempo a los delirios de los profetas de la Tierra. Moisés, Jesucristo, Zaratustra, Mahoma, Buda, Smith, Eddy, toda la pandilla de débiles mentales.

Yo tampoco dijo Cyrano. Sin embargo, cuando estaba muriéndome, me arrepentí. Pero eso fue tan sólo para hacer a mi pobre e infeliz hermana y a mi amigo Le Bret felices. Además, una conversión en el lecho de muerte no podía hacerme ningún daño. Y, a decir verdad, me asustaban los fuegos del infierno. Después de todo...

Tu condicionamiento infantil.

Exactamente. Pero ahí estaba un ser que decía que había algo muy parecido al alma. Y yo tenía una prueba positiva de que existía una vida después de la muerte. De todos modos, no podía dejar de preguntarme si no estaría siendo blanco le una burla. ¿Y si este hombre era simplemente uno de mis vecinos, pretendiendo ser un visitante de los dioses sólo para reírse un poco? Si le creía, entonces igual al día siguiente todos se reían de mí.

¡De Bergerac, el racionalista, el ateo, engañado completamente por este cuento fantástico!

»Pero... ¿quién podía hacerme esto a mí? Yo no conocía nadie que tuviera ni motivo ni medios para una tal broma. Y esa droga que hacía que Livy siguiera durmiendo y mis piernas estuvieran paralizadas? Nunca había oído hablar de una droga así. Además, ¿de dónde podía haber sacado un bromista esta esfera que rodeaba su cabeza? Había la luz suficiente como para ver que era negra y opaca. Y sin embargo...

»Y entonces, como si él se diera cuenta de mi falta de fe, el desconocido me tendió una gafas de un material que no pude identificar.

»Ponte esto frente a tus ojos dijo. Y mira a Livy.

»Lo hice, y dejé escapar una exclamación de sorpresa. Un poco por encima de su cabeza había un globo de varios colores. Brillaban esplendorosamente, como iluminado desde el interior. Giraba y se retraía y se expandía y emitía como unas prolongaciones de tanto en tanto, como unos tentáculos de seis lados, y luego estos tentáculos se contraían hacia el globo otros brotaban en su lugar.

»EI desconocido tendió su mano y me dijo que dejara caer en ella las gafas. No lo dijo, pero era evidente que no deseaba que yo lo tocase. Obedecí, por supuesto.

»Las gafas desaparecieron bajo su capa, y entonces dijo:

»Lo que has visto es el wathan. Esa es la parte inmortal en ti. Y luego añadió: He elegido a unos cuantos de vosotros para que me ayudéis a luchar contra este monstruoso crimen que mi gente está cometiendo. Os he escogido a causa de vuestros wathans. Como podrás ver, podemos leer los wathans tan fácilmente como vosotros podéis leer un cuento infantil. El carácter de una persona es reflejado en su wathan. Quizá no debiera decir reflejado, puesto que el wathan es el carácter. Pero no tengo tiempo de explicártelo. El asunto es que tan sólo una pequeñísima fracción de la humanidad alcanzar el final, el estadio último deseado, la wathanidad, a menos que a la humanidad se le conceda mucho más tiempo.

»Entonces me esbozó lo que los de la Segunda Oportunidad exponen con todo detalle. Que el wathan no realizado de una persona muerta vaga eternamente por el espacio, conteniendo todo lo que es humano pero inconsciente. Sólo el wathan completamente evolucionado posee consciencia. Y este estadio es alcanzado tan sólo por aquellos que consiguen una perfección tica en su vida. O la casi perfección, como mínimo.

¿Qué? dije yo. ¿La perfección ética última es vagar como un fantasma por el espacio, para rebotar contra las paredes del universo como una pelota cósmica, de un lado para otro, y ser consciente de este terrible estado e incapaz de comunicarse con nadie excepto consigo mismos? ¿Es este un estado deseable?

»No debes interrumpirme dijo el desconocido. Pero te diré esto. El ser que alcanza la perfecta wathanidad o akhidad, va más allá. No se queda en este mundo. ¡Va más allá!

»¿Y dónde pregunté está ese más allá?

»Ir más allá significa ser absorbido por el Superwathan. Ser uno con la única Realidad. O Dios, si deseas darle ese nombre a la Realidad. Convertirse en una de las células de Dios y experimentar el eterno e infinito éxtasis de ser Dios.

»Estaba medio convencido, por aquel entonces, de que tenía que vérmelas con un panteísta loco. Pero dije:

»¿Y esa absorción significa la pérdida de la individualidad de uno?

»Sí dijo. Pero entonces te convertirás en el Super wathan, Dios. Cambiarás tu individualidad, tu autoconciencia, por la del Ser Supremo, lo cual no es una pérdida. Es el mayor logro posible, el logro definitivo.

»¡Es horrible! exclamé. ¿Qué tipo de monstruoso juego es el que Dios juega con Sus criaturas? ¿Cómo puede ser la vida después de la muerte, la inmortalidad, mejor que la propia muerte? ¡No! ¡Esto no tiene sentido! Hablando con lógica, ¿por qué el wathan, el alma, tuvo que ser creada? ¿Qué sentido tiene una creación en la que la mayor parte de los wathans van a despreciarse, como si fueran moscas pululando sólo para ser comidas o atrapadas por un matamoscas? Y esos wathans que sobrevivirán, como dices tú. ¿Qué significado tiene alcanzar casi la perfección, la santidad si quieres, sólo para ser engañado? No, si no he de ser inmortal, prefiero seguir siendo yo, Savinien de Cyrano de Bergerac. No quiero esa inmortalidad espúrea, esa existencia como una célula anónima y descerebrada del cuerpo de Dios. ¡Sin nombre ni cerebro!

»Como la mayoría de los de tu raza, hablas demasiado dijo el desconocido. Sin embargo... Vaciló, y luego dijo: Hay una tercera alternativa, una que te gustará. No pensaba decírtela... y no lo haré, ahora. No tengo tiempo, ni es el mejor momento. Quizá

la próxima vez. Debo marcharme rápidamente. Pero antes se trata de tu lealtad y de tu ayuda. ¿Estás conmigo?

»¿Cómo puedo prometer mí apoyo cuando no sé aún si vale la pena apoyarte? ¡Por lo que sé, tú puedes ser el mismísimo Satán!

»Rió huecamente y dijo. Tú eres uno de los que negaron tanto a Dios como al Diablo. No soy el Diablo ni nada análogo a él. De hecho estoy a tu lado, al lado de la engañada y sufriente humanidad. No puedo probártelo. No ahora. Pero piensa en esto. ¿Se han acercado a ti mis colegas? ¿Han hecho algo excepto traerte de vuelta de entre los muertos para una finalidad que no han condescendido a decirte? ¿No te he elegido a ti entre varios miles de millones para que colabores en esta secreta lucha? ¿Tú y otros once? ¿Por qué tú y no otro? Te lo diré. Porque sé que tú eres uno de los pocos que pueden ayudarme. Porque tu wathan me dice que tú estarás de mí parte.

»¡Entonces, esto es predestinación! dije. Y yo no creo en la predestinación.

»No, no existe tal cosa, excepto en un sentido que no llegarías a comprender o que te resultaría difícil aceptar. Y todo lo que puedo decirte de momento es que estoy a tu lado. Sin mi, tú y la mayoría de los tuyos estais condenados. Tienes que tener fe en mí.

»Pero exclamé, ¿qué podemos hacer un pobre puñado de seres humanos? Tenemos que enfrentarnos a superhombres con superpoderes.

»El respondió que los doce no podríamos hacer nada sin un amigo en su campo. El era ese amigo. Los doce deberíamos reunirnos y viajar hasta el Polo Norte, hasta la Torre en medio del mar. Pero deberíamos hacer esto por nosotros mismos. El no podía llevarnos hasta allí. No podía decirme por el momento por qué no.

»Tengo que actuar lenta y cuidadosamente dijo. Y tú debes prometerme no revelarle a nadie esta conversación. A nadie excepto a los doce que he elegido. Hacer lo contrario significaría ser detectado por un agente. Eso daría como resultado que te serían borrados todos tus recuerdos de tus encuentros conmigo. Y yo me vería abocado a un peligro aún mayor.

»¿Pero cómo reconoceré a esos otros? dije. ¿Cómo sabré quiénes son ellos o ellos quién soy yo? ¿Dónde están ahora?

»Mientras le hacía estas preguntas, me sentía maravillado y exaltado a la vez. ¡Uno de los seres que nos habían devuelto de la muerte y que habían construido este mundo estaba solicitando mi ayuda! ¡Yo, Savinien de Cyrano de Bergerac, que soy simplemente un ser humano, aunque consciente de mis talentos, había sido elegido entre varios miles de millones!

»El conocía a su hombre, sabía que no seria capaz de resistirse a este desafío. Si hubiera podido ponerme en pie, hubiera cruzado espadas con él caso de disponer de espadas y hubiera sellado mi lealtad con un brindis... caso de haber vino disponible.

»¿Harás lo que te pido? me dijo.

»¡Naturalmente! le respondí. ¡Tienes mi palabra, y nunca me vuelvo atrás en ella!

»Jill, pasaré por alto los demás detalles de nuestra conversación. Excepto... me dijo que debía comunicarle a Sam Clemens que debía buscar a un hombre llamado Richard Francis Burton. Era uno de los elegidos. Y que debíamos aguardar durante un año en Virolando hasta reunirnos todos. Si alguno no se presentaba, entonces debíamos seguir adelante los demás. Y volveríamos a tener noticias de él, el Extraño, en un próximo futuro.

»Me dio indicaciones para encontrar a Clemens, que estaba aproximadamente a diez mil leguas Río abajo. Clemens estaba construyendo un gran barco con el mineral de un meteorito. Yo sabía quién era Clemens pese a que yo había muerto ciento ochenta y un años antes de que él naciera. ¿Después de todo, no era su esposa terrestre la que estaba durmiendo ahora en mi cama? Le dije esto al desconocido, y se echó a reír y me dijo:

»Lo sé.

»¿No será esto muy embarazoso para mí? dije yo. ¿Y especialmente para Livy?

¿Querrá admitirme a bordo de su enorme barco el gran Clemens en esta situación?

»¿Qué es más importante para ti? dijo él con un cierto grado de impaciencia. ¿Una mujer, o la salvación del mundo?

»Eso depende de mis sentimientos hacia la mujer le respondí. Objetiva y humanamente, no hay discusión. Soy humano, pero no soy objetivo.

»Entonces ve y averigua qué ocurre dijo. Quizá esta mujer te prefiera a ti.

»Cuando Cyrano arde de amor dije, su fuego no puede apagarse con una orden.

»Entonces se puso en pie y me dijo:

»Nos veremos y desapareció. Me arrastré como pude con mis brazos, tirando de mis inútiles piernas tras de mí, hasta la puerta, y la abrí. No había el menor signo de él. A la mañana siguiente, le anuncié a Livy que estaba hastiado de aquel lugar. Deseaba viajar, ver este maravilloso mundo nuevo. Ella dijo que estaba cansada de viajar. Pero si yo me marchaba, ella vendría conmigo. Así que partimos. Ya conoces el resto.

Jill experimentaba una extraña sensación de irrealidad. Creía la historia de Cyrano, pero ésta le hacía sentir como fuera una actriz en un escenario, cuyos decorados ocultaban algo aterrador. Y nadie se había encargado de comunicarle su papel.

No, no conozco el resto. ¿Qué ocurrió entre tú y Clemens? ¿Qué sabía él que tú ignorases? ¿Y cuántos de los otros elegidos por el Etico se unieron a vosotros?

Clemens fue visitado dos veces por el Etico. Clemens lo llama X o el Misterioso

Extraño.

En una ocasión escribió un libro titulado El misterioso Extraño. Una historia muy triste y amarga, abrumadoramente pesimista. El Extraño era Lucifer.

Me habló de ella. No obstante, no sabía mucho más que eso. Excepto que aquel X había desviado de alguna forma un meteorito de modo que cayera allá donde Clemens pudiera contrarío.

¿Te das cuenta de la energía necesaria para eso?

Me lo explicaron. De todos modos, Sam rompió la palabra dada al Extraño. Le contó a

Joe Miller y a Lothar von Richthofen su existencia. Dijo que no podía evitar el contárselo.

Y había también dos más. Un gigante salvaje de pelo rojizo, un hombre llamado John

Johnston. Y... ¡Firebrass!

Ella casi dejó caer su cigarrillo.

¡Firebrass! ¡Pero él...! Cyrano asintió.

Exactamente. Parece ser uno de esos agentes que el Etico mencionó pero no explicó. Nunca volví a ver al Etico, así que no obtuve ninguna respuesta a mis muchas preguntas. Pero creo, aunque no puedo estar seguro, que se hubiera sorprendido mucho de saber que Firebrass proclamaba ser uno de los doce. Quizá Firebrass fuera un espía. Pero eso no explica a Thorn y Obrenova.

¿Añadieron Johnston o Firebrass algo a tus conocimientos?

¿Sobre el Etico? No, Johnston fue visitado sólo una vez. Firebrass, por supuesto, no era uno de los doce elegidos. Dudo que el Etico supiera que era un agente. ¿Cómo hubiera podido saberlo, a menos que él mismo se hubiera deslizado bajo otra apariencia entre nosotros? Lo cual quizá sí hizo. Pero si sabía que Firebrass era un agente, tuvo alguna razón para no decírnoslo.

»Lo que me preocupa, entre otras muchas cosas, es que el Etico no haya vuelto a visitarnos.

Jill se envaró en su asiento.

¿Puede ser Piscator un agente?

Cyrano dejó de caminar arriba y abajo, alzó los hombros y las cejas, y abrió los brazos con las palmas de sus manos extendidas hacia arriba.

A menos que regrese, puede que no lleguemos a saberlo nunca.

Motivaciones, contramotivaciones, contracontramotivaciones. Engranajes dentro de engranajes dentro de engranajesdijo Jill. Maya hace descender siete velos de ilusión entre nosotros y ellos.

¿Qué? Oh, estás refiriéndote al concepto hindú de ilusión.

No creo que Piscator sea un agente. Si lo fuera, no me hubiera dicho nada acerca de sus sospechas de que estaba tramándose algo oscuro y misterioso.

Una llamada a la puerta les sobresaltó.

¡Capitán! Aquí Greeson, jefe del Equipo de Búsqueda Tres. Todas las zonas de esta sección han sido registradas excepto el cuarto de derrota. Podemos volver luego.

Adelante, pasen dijo Jill, levantándose. Y, dirigiéndose a Cyrano:

Hablaré contigo más tarde. Hay mucho que desentrañar, demasiadas preguntas.

Dudo que yo tenga alguna respuesta.


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