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95.02% Re: zero arco 3, 4, 5. / Chapter 478: Maldad Despreciable. Parte 4

Capítulo 478: Maldad Despreciable. Parte 4

_Garfiel: Ah, ¡maldición! ¡No responden, tiene que ser una broma!

Saltando desde el suelo, por las paredes y el techo, para finalmente lanzarse hacia las alturas.

Volando diagonalmente, el viento batía su rubio y corto cabello mientras exponía sus dientes. Era la viva imagen de la desesperación.

Una y otra vez, apretando sus colmillos y luchando contra la ardiente sensación en su cuerpo y pecho.

_Garfiel: ¡Mierda! ¿¡Qué 'stá sucediendo!? ¿¡Hola!? 

Sus ropas se agitaban y echaba a correr tan pronto sus pies volvían a tocar el suelo.

Esto era algo que sólo aquellos con una fuerza y resistencia excepcional, más allá del nivel humano, podían lograr. Sin embargo, aquel que se alzaba sobre la ciudad impulsado por su propio cuerpo no expresaba orgullo en sus habilidades.

En vez de eso, seguía gritándole al mudo espejo de mano.

La persona que corría era Garfiel, quien le gritaba al artefacto mágico en su mano: el Espejo de Conversación.

El Espejo de Conversación, que debía ser capaz de enlazarlo con otras personas que poseyeran uno, permanecía en silencio. Nadie respondía al llamado de Garfiel, aun cuando había dos grupos de personas claramente capaces de responder.

_Garfiel: ¡Gente del Ayuntamiento! ¡O los que luchan contra Ira! ¿¡Por qué diablos no responden!?

Los espejos habían sido distribuidos de tal manera que todos pudieran mantenerse en contacto durante sus respectivos combates.

De hecho, habían estado funcionando perfectamente después de salir del Ayuntamiento. Pero ahora, cuando era necesario establecer contacto, el espejo había enmudecido.

—Esto tenía que ser comunicado de inmediato.

_Garfiel: ¡¡Tengo que decirles que 'scapen del Ayuntamiento ahora mismo!! 

Mientras decía esto, se saltó la calle frente a él a modo de atajo.

Aunque su descuidado aterrizaje destrozó el techo en el que aterrizó, Garfiel no tenía tiempo que perder. Comparado con el daño a la ciudad, verificar la seguridad de sus compañeros era mucho más importante.

El objetivo de su apresurado viaje era el Ayuntamiento.

Garfiel estaba regresando al lugar que había dejado hace tan sólo unas decenas de minutos. Dejando atrás a Wilhelm, su compañero de armas, trataba desesperadamente de comunicarse a través del Espejo de Conversación.

No había otra razón.

El peligro se aproximaba rápidamente al Ayuntamiento que estaban usando como base de operaciones.

—Wilhelm y Garfiel habían alcanzado la torre de control ocupada por Lujuria más o menos al mismo tiempo que Reinhard comenzaba su enfrentamiento con Codicia.

Habiendo observado la distante aurora de luz en el cielo, los dos se adentraron en la torre de control.

Ningún miembro del Culto de la Bruja ni las problemáticas personas que esperaban encontrarse aparecieron para obstaculizar su camino. Y como era de esperar, los esbirros del Culto esparcidos por la ciudad no eran más que oponentes insignificantes.

Todo había ido viento en popa hasta entonces, y no había otras habitaciones que valiera la pena revisar aparte de la sala de control de las compuertas de agua.

Así que el dúo naturalmente se dirigió al piso superior, preparándose para la batalla decisiva contra Lujuria. Dado lo que sabían, sus expectativas eran que el grupo de Lujuria poseería la fuerza de combate más contundente. Ya que, además de Lujuria, había otros dos guerreros notables, lo que significaba que tendrían que enfrentarse a tres enemigos— naturalmente, ambos estaban muy tensos.

_Wilhelm: De ser posible, apreciaría que me dejara la espadachina a mí. 

_Garfiel: El capitán me contó que ya tienes historia con ella. Pero mi asombroso ser también tiene una cuenta pendiente con esa mujer. No sé si pueda dejártela tan fácilmente.

_Wilhelm: —Esa mujer… es mi esposa. Esos malditos deshonraron su muerte, pisotearon su alma y la forzaron a levantar una espada con la que juró sólo proteger.

_Garfiel: …

_Wilhelm: Eso es… absolutamente imperdonable.

En el camino, Wilhelm había revelado su razón para luchar.

Aun sin tener la necesidad de rendirse tan fácil, esa era una razón con la que Garfiel no pudo evitar quedarse callado. Y su incapacidad de formular una respuesta en ese momento quizás fue el factor decisivo sobre quién sería el mejor oponente para la espadachina.

_Garfiel: …

Aunque no había dicho nada, Garfiel le cedió a Wilhelm ese oponente. Leyendo esto entre líneas, Wilhelm hizo una leve reverencia con la cabeza para expresar su gratitud.

Entonces, cuando entraron en la torre de control, Garfiel percibió la escalofriante sensación de su cabello erizándose.

Si Wilhelm iba a luchar contra la espadachina, entonces él tendría que lidiar con los otros dos oponentes por sí solo. La espadachina individualmente ya era una entidad considerable, y el gigante que la acompañaba no era de ninguna manera más débil que ella.

Aunque Lujuria parecía tener una capacidad de combate inferior, Subaru había hecho mucho énfasis en que lo aterrador de esa Arzobispa del Pecado no era su capacidad en combate directo.

Una silenciosa tensión y un poderoso espíritu de lucha.

Mientras su olfato capturaba un aroma a sangre cada vez más intenso, Garfiel se colocó los escudos plateados que estaban atados en sus piernas, y entró de golpe en la habitación.

Y allí, lo vio.

«¿En serio creyeron que me quedaría esperando aquí tranquilita? IDIO~TAS»

Palabras garabateadas con sangre, ocupando toda una pared de la habitación.

Cuando Garfiel entendió lo que significaban, su cabeza hirvió de ira.

Un tipo de personalidad que podía decir confiadamente que huir de una batalla era lo más natural y que no tenía la obligación de esperar.

_Wilhelm: —Hemos sido descuidados. Ya deberíamos saber que esos malditos son de los que hacen cosas como ésta.

Wilhelm bajó la voz y sacó el Espejo de Conversación de una de sus mangas. La razón de intentar contactar con el Ayuntamiento tan apresuradamente era porque Wilhelm pensó que la situación se torcería en esa dirección.

_Wilhelm: Si nuestras fuerzas son enviadas a diferentes asaltos a la vez, entonces claramente el poder de combate de nuestra base se verá disminuido. Esas personas no sienten vergüenza alguna al aprovecharse de una debilidad como esa. 

Frente al pálido Garfiel, Wilhelm frunció el ceño hacia el espejo, que no respondía.

Al mismo tiempo, a través del techo de la torre de control emergió una profunda y opresiva sensación de hostilidad.

Una sensación de que su espalda estaba siendo tocada por una espada, eso fue lo que advirtió a Garfiel sobre la presencia del enemigo.

Y Wilhelm también había sentido a la entidad hostil.

_Wilhelm: Garfiel-dono, le encargo el bienestar del Ayuntamiento.

_Garfiel: Si es necesario, mi asombroso ser puede llegar ahí más rápido que cualquiera.

Intercambiaron ideas en un instante.

El enemigo poseía una hoja increíblemente afilada. Exponer sus espaldas en un intento de escapar resultaría en ambos siendo cortados por detrás.

De los dos, uno tenía que quedarse.

Y el otro debía regresar al Ayuntamiento.

_Wilhelm: Por favor, siga intentando establecer contacto. —Y también, le confío la vida de mi señora.

_Garfiel: No hace falta decirlo. Ya sabes lo que dicen: "la voz de Lider siempre inspirará a sus soldados". 

Garfiel atrapó el Espejo de Conversación que le lanzó Wilhelm y salió de la torre a toda velocidad.

Y fue así como terminó sobrevolando la ciudad, cruzando los canales, y continuó llamando a través del espejo que no ofrecía respuesta. —La batalla de Wilhelm ya debería haber empezado.

_Garfiel: ¡Maldición! ¡Todo eso por nada! 

Si Lujuria lanzaba un ataque sorpresa sobre el Ayuntamiento, habría muy pocas fuerzas capaces de enfrentarla.

Anastasia y Ferris no tenían capacidades de combate, y Crusch había colapsado por sus heridas. Aunque varios miembros de Colmillo de Hierro levantaban guardia, sus habilidades no eran suficientes para compararse ni con Mimi.

En el instante en que pensó en Mimi, Garfiel sintió una opresión en su pecho.

La chica que todavía se debatía entre la vida y la muerte, a la que había rescatado, salvado y protegido.

Mantenerla con vida y salvarla; ese tendría que haber sido su deber.

Ese deber había sido concedido a otro debido a que sus sentimientos y su oportunidad de cobrar venganza se alejaban más a cada segundo. E incluso la tarea que había asumido como alternativa no podía ser completada satisfactoriamente.

¿Qué estaba haciendo? ¿Qué había hecho hasta ahora?

No podía ni mirar de frente a Mimi, ni a Subaru, ni a su hermana, ni a Ram, ni a cualquiera.

_Garfiel: ¡Mi asombroso ser, otra vez—!

¿No puedo hacer nada?

El mudo Espejo de Conversación reflejaba un rostro igual de desalentador. En el momento en que se maldijo a sí mismo,

_Garfiel: ¿¡—!?

Mientras destrozaba un techo de un salto, fue un instante demasiado lento en reaccionar a la sombra volando hacia él desde un costado.

Ese cuerpo, mucho más grande que el suyo, lo recibió con un impacto horizontal.

La razón por la que no pudo siquiera emitir un grito de dolor era que su garganta había sido bloqueada bajo un codo. Con la sangre y oxígeno incapaces de circular hasta su cerebro, mantenerse consciente se volvía cada vez más difícil.

La fuerza de un impacto sobre todo su cuerpo fue lo que lo trajo gradualmente de vuelta a la realidad.

Garfiel fue lanzado por los aires contra un edificio cercano, rompiendo la pared con todo su cuerpo, y levantando una gran nube de polvo.

El dolor sordo de sus huesos rotos provocó que Garfiel exhalara un quejido, mientras sentía la liberación del agarre. Usando la elasticidad de su cuerpo, Garfiel golpeó el suelo tan fuerte como pudo, poniéndose de pie en un momento.

Garfiel notó que se encontraba en un edificio sin iluminación. El polvo que llenaba la habitación se había convertido en un humo blanco bajo la luz de la luna y, además de su ensangrentada silueta, podía detectar otra presencia.

Se trataba indudablemente de aquel que lo cazó y lanzó a este lugar.

_Garfiel: Bastardo, sí que sabes cómo—

En el instante en que asumió una postura de combate, un puño fue hundido en su estómago.

Toda el área abdominal de Garfiel recibió la fuerza de los enormes puños de su oponente y su cuerpo fue lanzado hacia arriba. Luego fue aplastado por el otro puño que ya se encontraba en el aire, y el ya despedazado suelo se rompió debajo de él mientras caía al piso inferior.

_Garfiel: ¿¡Khh, qué… agh!?

La suela de un pie impactó contra su cuerpo mientras seguía cayendo.

El daño causado por semejante masa y velocidad le hizo escupir sangre, y su cuerpo, pateado una vez más, se estrelló con fuerza directamente sobre la entrada del edificio, terminando en la calle.

Garfiel continuó tosiendo debido al poderoso ataque mientras luchaba por ponerse de pie. Al mismo tiempo, se aplicó magia de curación simple, reconectando sus huesos rotos mientras alzaba la cabeza.

El individuo que lo había perseguido desde lo alto del edificio hasta aquí era una titánica figura con la que Garfiel necesitaba levantar totalmente la cabeza para verlo entero.

Cubierto de pies a cabeza en una túnica negra, ni siquiera eso podía ocultar el grosor de sus anchos brazos y piernas. En lugar de decir que era musculoso, no sería una exageración decir que llevaba una armadura de músculos.

Para Garfiel, ésta era la tercera vez que se enfrentaba a él.

Su nombre ya lo conocía.

_Garfiel: Kurgan de los Ocho Brazos…

Él era uno de los héroes espadachines del Imperio Vollachia.

Aunque se decía que había muerto en combate durante la Batalla de Defensa de la Ciudad Imperial décadas atrás, si se encontraba aquí ahora, ¿podría haber sufrido la misma humillación en muerte que la esposa de Wilhelm?

_Kurgan: …

Cuando Garfiel dijo ese nombre, el gigante, Kurgan, extendió sus brazos.

En ese instante, su túnica cedió, revelando su figura. En otras palabras, el héroe Kurgan reveló la razón de su gran pericia en combate cuerpo a cuerpo.

Como era de esperarse, su fornido cuerpo estaba cubierto por una gruesa armadura de músculo.

Una poderosa complexión que rivalizaba con la de los gigantes, y sobre el cuello un rostro que sólo podría ser descrito como demoníaco, con la expresión dominante de un dios de la batalla.

Lo que hacía a este individuo un dios de la batalla, eran los ocho brazos que le permitían efectuar esas extrañas técnicas de combate.

Además de los dos brazos que naturalmente crecían de los hombros, un par más brotaba del mismo lugar. Más abajo, por el torso, su cuerpo revelaba dos brazos más usando sus hombros como el punto de inicio, y los dos restantes estrechaban sus palmas hacia adelante desde la espalda.

Esto era lo que le daba sentido al sobrenombre de Kurgan, «Ocho Brazos». Alguien capaz de quitarle a su enemigo la voluntad de luchar sólo con verlo.

_Kurgan: … 

Frente a Garfiel, quien contuvo el aliento, Kurgan siguió en silencio mientras sacaba sus armas.

Atadas a sus piernas, que por coincidencia estaban atadas de la misma manera que los escudos de Garfiel, se encontraban un par de gruesas, largas y distorsionadas espadas: las Cuchillas Demoníacas. Eso era lo que el dios de la batalla blandía.

El dios de la batalla desenvainó otras dos Cuchillas Demoníacas de su espalda, para un total de cuatro. Aunque los cuatro brazos restantes seguían desarmados, Garfiel de igual forma se encontraba completamente superado.

No había lugar para subestimar al enemigo en absoluto.

_Garfiel: …

Y ahí, tembló.

En presencia de un auténtico héroe, el cuerpo de Garfiel tembló desde lo más profundo de su ser.

Garfiel miró al héroe, a la legendaria figura, al hombre que había dejado su huella en la historia.

No conocer el nombre de Kurgan de los Ocho Brazos era imposible para él.

Garfiel había sentido un gran interés por las miles de leyendas que había sobre él en todas partes del mundo.

Y en este momento, se encontraba de pie frente a él, como enemigo.

Era una pesadilla. Un continuo tormento que había comenzado el día anterior, y que aún no terminaba.

¿Qué más podía ser? ¿Qué podría ser más maligno?

_Garfiel: …ha, ha. 

El aliento de Garfiel se aceleró mientras dirigía sus brazos hacia sus piernas.

Montados de la misma forma que las Cuchillas Demoníacas de Kurgan, se encontraban un par de escudos plateados. Inconsciente de cuántas veces sus dedos se resbalaron, finalmente los desató.

Colocando sus escudos en sus brazos de tal manera que sus puños quedaran cubiertos, los chocó uno contra otro a modo de confirmación, creando un agudo sonido que hizo eco en el cielo nocturno.

Su equipamiento estaba listo, y sus heridas habían sanado lo suficiente como para no ser debilitantes.

Sin embargo, su espíritu se encontraba, de momento, desesperado.

_Garfiel: ¡Idiota, ahora no es momento de decir 'stupideces! 

Apretando los dientes, Garfiel se golpeó en la cara.

Sacudiendo su cabeza para deshacerse del dolor y mareo, volvió a mirar al frente. Asumiendo su postura una vez más, le mostró los colmillos al dios de la batalla.

_Garfiel: ¡Si sólo te vas a quedar ahí parado, ¿para qué diablos mi asombroso ser 'stá aquí, eh?! ¡Ya sea el capitán! ¡O los demás! ¡Todos 'stán peleando! ¡Y obviamente eso es para lo único para lo que eres bueno, así que ¿qué demonios 'stás 'sperando?! 

_Kurgan: … 

Ante los rugidos de Garfiel, Kurgan permaneció inmóvil.

El dios de la batalla sólo observaba a Garfiel en silencio. Frunciendo el ceño, Garfiel quebró el suelo en el que estaba parado y se lanzó hacia el frente, todo en un solo paso.

A través de la suela de sus zapatos, absorbió el poder de la tierra, permitiendo que su Protección Divina de los Espíritus de la Tierra convirtiera toda esa energía en un poderoso ataque.

Su puño literalmente estaba cargado con el poder para destruir un edificio de piedra.

Su escudo plateado reforzó la potencia del golpe, uno tan fuerte como para quebrar incluso a un héroe.

Su brazo voló directo hacia el estómago de Kurgan—

_Garfiel: ¡¿Qué tal eso?! 

_Kurgan: … 

Usando toda la fuerza de su cuerpo, el ataque de Garfiel fue bloqueado por una Cuchilla Demoníaca de Kurgan. La cuchilla, bloqueando el ataque directo hacia su abdomen, resistió el poder del golpe de Garfiel.

No evadió, ni tampoco se estremeció.

Sólo hizo falta un bloqueo para repeler un ataque de cuerpo completo.

El héroe de los Ocho Brazos había usado solamente uno.

_Garfiel: —khh.

La rígida expresión de Garfiel recibió un puñetazo directo. Su cuerpo intentó retroceder, pero fue atrapado por el brazo que salía de un costado y, siendo incapaz de escapar, sólo le quedaba recibir una brutal golpiza.

Sus pómulos se rompieron en un instante, el fondo de su ojo fue aplastado y el campo de visión de su ojo derecho se cubrió de un rojo brillante. Uno de sus afilados colmillos se hizo trizas y salió volando. Con su cuerpo aún atrapado, fue lanzado al suelo, pateado hacia la calle por una poderosa pierna, y rodó, rodó, rodó y rodó hasta uno de los canales de agua cercanos.

_Garfiel: —gah… 

Todo sucedió en un instante y después miró directo hacia la Luna que flotaba muy por encima de él.

Parecía que se burlaba de él desde lo alto. Finalmente, el cuerpo de Garfiel se hundió en el canal de agua.

—La superficie del agua lentamente se tiñó de rojo.


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