Después de ese momento su relación cambio ahora él era más protector, más agresivo con los demás eso lo notaron todos se veía mal humorado toda la mañana, en el desayuno estaba tranquilo y hasta reía, cuando regresaban al salón para la segunda mitad su humor se ponía peor, nadie preguntaba, pero Jenny sentía un retroceso enorme ahora Heinrich la ignoraba y en repetidas ocasiones le decía que su plática era aburrida.
Ya no estaba dispuesta a perder el tiempo tenía que ser de ella así que decidió que iba a poner fin a todo esto.
Dieron el timbre de salida Heinrich hizo lo mismo se despidió rápidamente tomo sus cosas y salió casi corriendo a la entrada sur, Leila lo esperaba y al verlo agito su mano en ese momento Jenny llego y la saludo
- Hola pequeña me llamo Jenny y soy amiga de Heinrich, ¿Quién eres tú? –
- Yo me llamo Leila –
- ¿Que eres para Heinrich? –
Su semblante cambio si mirada era penetrante y enérgica el tono parecía reproche, al percatarse Heinrich camino con pasos desesperados.
- ¿Porque te quedas callada y no contestas? –
- Yo… -
La insolencia de sus palabras la hizo sentir intimidada y bajo su cabeza, eso hizo enfurecer a Jenny la cual la tomo del brazo para hacerla que la viese
- ¿Porque no quieres hablar? –
De repente una mano jalo de un solo tirón para apartarla de ella
- ¿Leila la conoces? –
La voz varonil la hizo mirar hacia riba, era su compañero de clase un chico de cabello claro de gafas
- No –
- Por eso me estoy presentando soy amiga de Heinrich –
En ese instante la voz ronca y ensordecedora de Heinrich se escuchó rugir
- ¡Suéltala! –
Y una mano tosca tomo al chico por el hombro.
- ¡Tranquilo soy amigo de Leila! –
Dio un paso a tras al ver la mirada llena de odio que sus ojos irradiaban
- Hermano yo –
Con un solo movimiento empujo al chico y la jalo para atraerla a su pecho
- ¡Que agresivo eres Heinrich! –
La mirada se concentró en Jenny
- ¿Qué demonios haces aquí? –
- Yo solo conversaba con tu amiga –
- ¡Lárgate, no sé qué crees que haces! –
Se giro y se fueron sin mirar atrás, los murmullos no se hacían esperar, sus compañeros se acercaron.
- ¡Estas, loca! ¿por qué hiciste eso? –
- ¿Que hice? –
- ¿Eres nueva no sabes? –
- Nadie tiene permitido hablar con su prima –
- ¡Creo que tiene una enfermedad! O algo así como una fobia a la gente –
- Eso que –
- Sabemos que, estas interesada pero estas haciéndolo mal jamás debes de tocar el tema de Leila –
- ¡Que estupidez! –
Arrebato su mochila a uno de los chicos y camino al parqueadero para tomar su moto
Mientras que Heinrich sujetaba fuerte mente de la mano a Leila, hizo un pequeño quejido que hizo detenerlo.
- ¡Mi mano hermano! –
- ¿Quién era él? –
- ¡Me duele! –
- ¡Te pregunte!, ¿Quién demonios era? –
- ¡Me lastimas! –
Al no recibir contestación, miro la mano la cual estaba casi morada por la falta de circulación, la soltó y rápidamente Leila la apretó.
- Es David, es mi compañero de salón –
- ¿Porque te tomo de la mano? –
- No me tomo de la mano me quito la mano de tu amiga, ella me sujeto del brazo –
- ¡No es mi amiga! –
Tomo un respiro y miro la mano pequeña y blanca que ahora unas pulseras que iban de grises hasta malva oscuro
Rápidamente la abrazo y le beso la frente.
- ¡Perdóname! ¿Te hice daño? –
- No es nada mi piel es muy sensible no duele –
- Creí que…. –
Se quedo en silencio y la estrujo más, en su cabeza comenzó a razonar su reacción, ¿qué había pasado? ¿por qué se comportaba de esa manera?
- Vamos a casa –
Toda la tarde estuvo serio, reflexivo, después de la cena llego con su uniforme y mochila declarando qué tenía tutorial con Leila y efectivamente pasaban de las once y media y Cristina toco la puerta para mandarlos a dormir, sin decir mucho se fueron a la cama y Heinrich la abrazo toda la noche y no la dejo mover ni un milímetro de él.
La rutina mañanera no cambio mucho a diferencia qué parecía molesto y con poco humor.
Al llegar a la escuela algo estaba diferente eran las miradas de todos después del chismorreo qué se generó por la reacción tan violenta, todos esperaban ver como a justaría cuentas con Jenny y con su compañero.
Heinrich la llevo hasta su salón, no se despegó de ahí, con charlas vánales y risillas tontas que hacían que Leila riera, la campana lo hizo retirarse, esto no era más que hacer notar su autoridad sus miradas decían " No la toquen o se las verán conmigo ".
Al llegar a su aula, su actitud fue diente, tiro la mochila en su silla, camino al bebedero, nadie lo miraba y todos le esquivaban la mirada, Jenny llego tan tranquila saludando a todos como si no importara lo que había pasado.
- Heinrich, buen día –
No hubo respuesta apretó el vaso de cartón y se giró para verla sin previo a viso la tomo de la camisa y la arrojo contra la pared.
- ¿Qué le dijiste? –
- ¿Por qué? ¿Qué te dijo? –
- ¡MALDITA! –
De los últimos asientos una chica rubia, alta y de gafas se acerca y lo sujeta de la mano.
- Basta Heinrich, no me hagas hacer esto por la fuerza –
- Esto no es tu asunto Roxan –
- ¿Eres un estúpido o que pasa?, suéltala es la última vez que te lo digo –
Con un estruendoso resoplido la soltó y cayó al suelo casi desmayada por la falta de oxígeno.
- Maldita sea este no es tu asunto Roxan –
- ¡Lo se!, ¿crees que soy estúpida?, pero también soy la vicepresidenta, no te voy a dejar hacer lo que quieras –
- ¿Qué estupideces dices? –
- Que si no quieres perder la presidencia de la escuela es mejor que te comportes o tu expediente se manchara y perderás esos créditos que tanto trabajo te costó conseguir –
Sin decir nada se giró y camino a su lugar, sus compañeros se llevaron a Jenny a la enfermería, al llegar el profesor la clase se tomó tranquilamente, nadie hizo algún comentario al maestro, mientras en la enfermería Jenny cobraba lucidez.
- Jenny, ¿Te encuentras bien? –
- Si –
- Quieres ir con el perfecto a reportarlo –
- Estas en tu derecho –
- ¡No!, están locos, no lo hare –
- Pero –
- Regresemos al aula –
La enfermera llego y le genero el pase para irse.
Llegaron todos y tomaron sus asientos, en toda la mañana no cruzaron palabra al salir al descanso Jenny se quedó observándolos, parecían estar felices reían y tomaban sus bebidas como amigos.
En el segundo periodo Jenny se atrevió a confrontarlo, se acercó a su banco.
- Heinrich quiero hablar contigo –
- No tengo nada que tratar –
- Quiero arreglar las cosas –
- Está bien, ¡desaparece de mi vista! –
De la butaca de atrás Roxan se acerca a ellos.
- Creo que deberías ser más inteligente y tratar de llevarte con todos los compañeros, podrás ser nueva aquí pero, en innumerables veces te hemos dicho que no quieras pasarte de lista, deja de provocar conflictos o me veré en la penosa necesidad de provocarle un disgusto a tu abuela –
- ¿Qué tiene que ver mi abuela en esto? –
- Sencillamente conozco tus problemas no quieres perder la oportunidad de seguir en la escuela, estoy en lo cierto –
- ¿Qué estupideces?, solo sale eso de tu boca –
- Regresa a tu lugar y deja de ser tan ruidosa –
Camino muy pensativa su compañero de butaca estaba al borde de la histeria
- Jenny puedes por nuestra paz mental dejar de provocarlo porque no esperas que pase los días, tal vez con un poco de suerte puedas recobrar su amistad –
- Me molesta esta estúpida situación –
La memoria de Heinrich era muy buena, todo ese mes estuvo serio en el salón, pero poco a poco su ira se fue calmando cuando llego la temporada de Halloween el ambiente estaba mejor, aunque solo le dirigía la palabra para asuntos meramente relacionados con la escuela, ahora no trataba de agredirla y se volvió un poco más tolerante con ella.
El poco tiempo ya era conocida como la mejor organizando fiestas, era fácil para ella conseguir alcohol, sus amigos de la ciudad la visitaban muy a menudo, haciéndolas más paganas en la historia en el pueblo, los pocos que habían asistido sabían que era algo que los llevaría al infierno, muchos de ellos contaban las historias de chicas ligeras que no les importaba nada, pero eran hermosas y carismáticas.
Jenny se desesperaba porque no veía avance, decidió hacer una fiesta de Brujas y reconciliarse, esa fiesta iba a ser épica se hablaría por generaciones iba logar que ese tonto pueblucho probara algo mundano de ciudad. Era la ocasión precisa para reconciliarse con Heinrich y se jugaría el alma en eso.
Las invitaciones solo eran para el segundo y tercer año, pero en el salón de Leila estaba Briana hermana de Roxan una chica muy extrovertida que era del agrado de Leila, una tarde tomo valor invitándola ya que su hermana le había cedido el lugar. Su madre solo la había dejado salirse con la suya si la acompañaba una chica tan centrada como Leila.
Le rogo tanto que no pudo decir que no, era una fiesta de pueblo que podría ser tan ajetreada con señoras sentadas en las esquinas para que los chicos estuvieran seguros, decidió acompañarla, ni siquiera pregunto dónde seria o quien iría pidió permiso a su madre y está muy emocionada le dijo que si, sería la primera vez que ella saliera sola con una compañera que no fuera Jayah.
Cristina le recomendó a Leila que no le dijera a Heinrich para que no se preocupara o pusiera los mil peros, el también saldría con unos compañeros y esto era beneficioso, se despidió de Leila muy temprano por la tarde muy apurado, entro a su habitación y dijo que saldría con amigos que llegaría tarde y que la vería mañana, Leila trato de entablar conversación pero el chico no tenía tiempo y se fue.
Después de unas horas Briana llamo para decirle que fuera a su casa, la verdad estaba preocupada por la vestimenta que llevara sabía que no era muy buena con su forma de vestir así que quiso darle una mirada a su atuendo, cuando llego sus ojos no podían parar de verle, en verdad era la misma chica su vestido era muy sencillo de color malva muy oscuro y los zapatos cerrados con un poco de tacón el cabello lo llevaba suelto, no era su atuendo algo del otro mundo pero su figura era la que hacía resaltar a esa conjunto insulso.
- Creo que mis pensamientos eran erróneos, debí confiar más en tu gusto –
- Tengo que ser sincera este vestido no es mío –
- ¿Cómo que no es tuyo? ¿de dónde lo sacaste? –
- Es de mi madre, ella lo tenía –
- A decir verdad, el color no a estado de moda en mucho tiempo, pero me agrada –
Espero a su amiga en la sala mientras ella terminaba de arreglarse, un vestido de color azul obscuro en corte lápiz era lo que llevaría.
Salieron ya eran más de las siete de la noche, algo que le causaba sorpresa era el lugar que será la fiesta, era una bodega de cachivaches de la abuela de Jenny, estaba a las afueras de la ciudad así que el camino era largo por recorrer.
Cuando por fin llegaron el lugar parecía deshabitado solo las luces que se veían en la parte de arriba de la bodega daba la impresión de que estaba pasando algo, el lugar no tenía ventanas en la parte de abajo, no deba escapar el sonido tan fácilmente.
Entraron el lugar estaba completamente oscuro solo por las luces de colores que salían de las bocinas, la música estaba fuerte, era ensordecedora, pero había mucha gente, para esa hora había chichos que ya habían encontrado pareja y estaban mostrando su amor al mundo, su libido estaba muy subido de tono, las risas de los chicos menos afortunados no se hacían esperar.
Las chicas no eran muy pudorosas, querían el amor en ese instante.
Entraron asustadas al ver todo lo que pasaba, los gritos, el olor a tabaco y alcohol en verdad se fusionaban muchos estaban tirados en cualquier lugar su amiga reconoció un chico que le gustaba, se despidió de su amiga diciendo "Diviértete", como si en ese lugar de caos podría pasar.
Al perder de vista a su amiga la pelea de dos chicos le llama la atención, lo conoce es el amigo de su hermano, pero el otro chico nunca lo había visto, sin darse cuenta se acercaron a ella cada vez más hasta que los vasos de una mesa cayeron a su lado, algunos chicos fueron a separarlos pero parecían dos perros de pela, el alboroto era tal que sin querer uno de ellos empujo a Leila cayendo al fondo de un sillón que estaba cerca de las bocinas.
Cuando trato de levantarse dos brazos enormes la abrasaban y la hundían más profundo en el sofá las bebidas le caían encima de los vasos dejados solos, en un instante sintió que volaba en el aire, era Gerald un chico alto que se encontraba dormido era el exnovio de Jenny el cual era el jefe de la pandilla donde provenía ella.
- ¡Basta! ¿Qué demonios no pueden ver que están cerca de mí? –
De un golpe de su pie salió volando un chico que solo trataba de detener la pelea, Leila estaba en sus brazos le impedía meter las manos, de otra patada lanzo la mesa la cual cayo en la cara de uno de los que peleaba este quedo inconsciente el otro se alejó con sus amigos.
- Vamos pequeña estos estúpidos me despertaron ya no poder dormir –
- Disculpe yo no lo conozco –
Una risa gutural salió de su garganta
- Eso no es obstáculo, siéntate aquí y quédate callada así nos conoceremos mejor –
Con un chasquido de dedos varios sujetos se acercaron
- Tengo hambre y mi amiga también algo que me guste y rápido –
Los chicos salieron casi corriendo,
- Vamos pequeña no tiembles eres demasiado adorable, que podría hacerte –
- Yo, quiero irme a casa –
Tomándola de la cintura para verle la cara era demasiado bajita quería ver sus ojos
- Eres como un cachorro, serás mi mascota desde ahora como un gato –
- No soy un animal –
La risa volvió a retumbar en sus oídos
- Jamás dije eso, vamos a asentarnos –
La llevo al sofá que estaba en la esquina era un lugar alto y se podía ver todo alrededor, al voltear sus ojos no podían creer lo que veían era Heinrich con tres chicas su cara estaba rara demasiado roja estaba en un frenesí de locura sus manos acariciaban a las tres chicas una bailaba enfrente de él y las otras lo besaban a un lado estaba Jenny que lo miraba con una copa en la mano.
No podía creer lo que veía ese no era su hermano aquel chico que noches anteriores la había besado con una gran ternura que la protegía ese no podía ser él era otra persona, Jenny golpeo con un vaso a una de las chicas y estas se levantaron a bailar, tomo su lugar y los besos y carisias no tardaron en llegar
Su atención cambio cuando los dos chicos que salieron corriendo llegaron con dos hamburguesas, la pusieron en la mesita.
- ¡Come!" –
- No quiero –
- ¿Por qué no?, ¿acaso no te gustan las hamburguesas? –
- No es eso, quiero irme a casa –
- ¿Por qué? ¿te desagrada mi compañía? –
- No es eso es que –
- ¡Basta!, ¡come! –
Con miedo abrió el paquete y destapo la hamburguesa como una papa la verdad si tenía hambre de los nervios en todo el día no comió.
- ¿Qué pasa contigo yo acabe y tu aun con las papas, por eso estas tan flacucha? –
- No quiero comer –
- Bien entonces la comeré yo –
Le extiende el paquete y él lo toma con una gran sonrisa.
Al voltear de nuevo para ver a Heinrich su camisa esta desfajada y entreabierta, la pasión en la parte de arriba no paraba eso hiso que Leila comenzara a llorar al ver como se entregaba a Jenny.
Un sollozo hizo que de un solo jalón la voltear estaba con la cara roja y sus lágrimas brotaban como un pequeño bebe
- ¿Qué pasa?, no me tengas miedo –
- Yo, yo –
- Eh deja de hacer eso es demasiado embriagador para mí, ases que mi corazón se agite y si eso pasa no podre contener mis deseos por ti –
- Yo, yo quiero ir me –
- Mira lo que hiciste ahora como voy a detenerme –
El chico se abalanzo y la beso, su cuerpo corpulento y con olor a tabaco y alcohol provocó en ella miedo y desesperación trato de alejarse de él, pero sus manos eran como dos agarraderas de presión sus dos manos trataba de separar su cara, esto solo provocaba que se aferrara más obsesionado por el rechazo.
Separo su boca y con una mano tomo su barbilla
- Eres mía a hora ¿Quién podrá impedirlo? –
- No por favor, quiero irme –
- El único lugar que te dejare ir será a mi cama –
Comenzó a llorar con más fuerza, acaricio su cabeza y le susurro al oído
- Por lo que veo seré tu primera vez, eso será magnifico, seré lindo contigo, jamás te dejare ir –
- No por favor –
Cuando se levantó le tomo de la mano para llevarla a la salida busco sus llaves y esto hizo que se distrajera un poco Leila aprovecho ese momento para brincar encima de la mesa que daba a la barra pudo soltarse del agarre por la sorpresa pero no la dejaría ir tan fácil mente
- Ven acá mi conejita traviesa –
Gritaba y se reía, la voz llego a los oídos de Jenny
- Por lo que escucho Gerald ya encontró con quien divertirse –
- ¿Eso qué? –
Sin decir algo más regresaron a lo suyo
Abajo todos gritaban de emoción al ver que la pequeña Leila brincaba de mesa en mesa se subió al escenario y se atoro en los cables de las bocinas ella gritaba frenética por su hermano cuando Gerald la alcanzó jalo su pierna atorada el reía, ella no se rendija, se aferró a unos cables de luz y al momento que la jalo esta desconecto todas las bocinas los micrófonos todo quedo en silencio hasta que el grito agonizante de Leila se escucho
- ¡Déjame!, ¡Déjame!, ¡hermano ayúdame por favor! –
La voz desgarradora de súplica logro captar la atención de Heinrich que la reconoció en ese instante se levantó bruscamente dejando caer a Jenny al suelo le imagen era aterradora Gerald tenía sostenida de una mano y la alzaba en el aire para poder desatorar los cables
- Vez lo que hiciste conejita por andar saltando ya hiciste travesuras, ahora te voy a reprender –
Al escucharlo Heinrich no se contuvo y salto del balcón para alcanzarlo callo arriba de la barra y con el mismo impulso le callo a golpes a Gerald, no pudo defenderse el golpe de la patada lo hizo tambalear era mas alto que el, su puño se indio en su cara dejando caer su cuerpo también, inmediatamente quedo noqueado.
Al ver al tipo en el suelo y que no se movía volteo para verla estaba mojada de la ropa por caer en la barra su cuerpo olía a alcohol, miro hacia riba la vista era clara él sabía que lo había visto, la tomo de la mano y la saco a jalones de los cables sin delicadeza estaba nervioso desesperado quería sacarla de ahí, su cara seguía roja por el alcohol o solo estaba apenado los ojos de Leila lo miraban cuando salieron del edificio su pie estaba a adolorido por los jalones y cojeaba el dolor era muy fuerte pero el jalón de Heinrich dolía más.
Quería preguntar mil cosas, quería saber que había visto, pero el dolor de su pie la regreso a la realidad, dio un grito y Heinrich la miro.
- ¿Qué pasa, camina? –
- Mi pie duele –
No contesto y siguió tirando, no la escucho estaba segado por la desesperación quería salir corriendo tan rápido, pero ella no se lo permitía.
- ¡BASTA HEINRICH! ¡ME DUELE! –
Esas palabras lo hicieron detenerse de golpe ¿Heinrich?, ¿le había llamado a si?, en su cabeza giraban esas preguntas.
Se detuvo y vio el tobillo un poco rojo, no pronuncio palabra alguna, la cargo y siguió caminando, ella indio su cara en su pecho y lloro mucho, todo el camino no paro de llorar, llegaron a su casa y el la puso en la cama se acomodó y se quedaron dormidos.