Tenía todo el pelo húmedo y tuve que recogerlo. No le devolví el abrigo, se me olvidó por completo. Su perfume estaba en el y era muy fuerte, así que opté por guardarlo en mi mochila y ponerme de mi perfume. En toda la tarde las víboras no se me acercaron y fue lo mejor. Al salir fui al auto de mi padre como de costumbre y estuve manteniendo su atención en mi en todo momento. Se me había ocurrido una brillante idea, que posiblemente iba a ser muy divertida. Mi madre no trabajaba hoy, pues había pedido libre por la fiesta de cumpleaños de Rosanna. No pensé que podría sacar algo bueno a ese ridículo abrigo, pero creo que he descubierto una buena forma de darle uso. Al llegar a la casa nos bajamos del auto.
—Papá, ¿Podrías ayudarme a buscar mis espejuelos en el auto de mamá? Creo que se me quedaron ahí.
—Déjame ir a pedirle sus llaves, cariño.
Mi padre se fue y me paré al lado de su auto, aún con la mochila en mano hasta que regresó. Fuimos al auto los dos y al abrirlo, me metí sacando el abrigo y lo coloqué por debajo del asiento. Hice que estaba buscando entre los asientos y lo saqué, para así mostrárselo.
—¿Es esto tuyo, papá?
—¿Eso qué es? — preguntó confundido, mirando bien el abrigo.
—Es un abrigo de hombre. Pensé que sería tuyo.
—Eso es muy pequeño para ser mío.
—Huele a perfume de hombre, papá. ¿De quién podría ser esto?
—Dame eso acá, princesa — cogió el abrigo, y fingí seguir buscando mis espejuelos—. ¿Todavía nada, tesoro?
—No.
—¿No estarán en la casa?
—No lo sé, deberé buscar allá.
—Ve a tu habitación un momento, por favor— sonreí y asentí con mi cabeza.
Esperé a que mi padre entrara y fingí subir las escaleras. Él se metió a la cocina donde estaba mi mamá y me quedé escuchando la conversación.
—¿Me puedes decir de quién es esto, Mayra?
—¿Eso qué es, mi amor?
—Un abrigo de hombre y estaba en tu auto. ¿De quién es esto?
—No lo sé, eso no es mío.
—Está más que claro para mi que esto no es tuyo. Respóndeme con la verdad. ¿Con quién estabas en el auto?
—Con nadie, te estoy diciendo que eso no es mío.
—¿Y cómo explicas el hecho de que apareció en tu auto? La niña fue quien lo encontró y pensó que era mío. ¿Sabes lo que puede estar pensando?
—No sé qué hacía eso ahí. Nadie se mete en mi auto.
—Ah, entonces ¿Estoy imaginando cosas?
—Cielo, tienes que creerme.
—Pues no te creo. Yo espero que no estés con alguien más o no respondo— escuché cuando tiró el abrigo y caminé ligero a mi habitación.
—Esto es muy divertido— reí. Poco a poco se irán cansando y ellos mismos van a irse destruyendo. No puedo esperar para ver eso.
En la noche:
Ya me había vestido para ir a la fiesta de cumpleaños de Rosanna, que es por el mismo vecindario nuestro. Por todo el camino mis padres estuvieron en silencio, se podía notar el ambiente bastante cargado, lo que me mantuvo entretenida y de buen humor. Al llegar salieron a recibirnos. Rosanna y sus amigas sonrieron al verme, y ella se acercó.
—No pensé que te atreverías a venir. No sabes lo que te tengo preparado— susurró en mi oído, mientras fingía abrazarme.
Bajé la cabeza fingiendo temor, y todos entramos a la casa. Estaba todo bien decorado y había más gente dentro. La mesa estaba servida y había seis velas en el centro de ella, todo estaba bien organizado. Había también música y entremeses.
—Ven— Rosanna me agarró la mano y me hizo caminar con ella.
—¿A dónde me llevas?
—A darte la bienvenida a mi fiesta— subimos a su cuarto y nos encerramos—. Hace mucho no venías a visitarnos— dos amigas de ellas entraron y me quedé quieta sin intentar nada. Ella sacó una tijera de su gaveta y sonrió—. Te haré un buen diseño a ese traje tan horroroso que llevas puesto— sus dos amigas se acercaron para sujetarme y no puse resistencia—. Estás muy tranquila, ¿Acaso ya te acostumbraste a esto? — solo quería que terminara, eso era lo único que quería.
Me cortó parte del traje, la parte de atrás estaba más corta que al frente. Al terminar, entre risas me sacaron de la habitación y me hicieron caminar con ellas. Traté de taparme el traje por detrás, pero no era mucho lo que podía hacer.
—Serás el alma de la fiesta, Emily— Rosanna me agarró la mano, como si estuviéramos en buenos términos y me hizo acercarme a la mesa. Quería a como dé lugar que llamara la atención de todo el mundo e hiciera el ridículo. No veía a mis padres por ninguna parte, debían estar con la madre de Rosanna—. Ya soy mayor de edad. Sírveme una copa— sonrió señalando a la mesa. Sin protesta, alcancé la copa y el rum que estaba encima de la mesa. Entre todas ellas, yo soy la menor aún.
Al servirlo se lo di y señaló a lo lejos a sus amigas.
—A ellas también, sirviente.
—¿Por qué no te sientas y te relajas un poco? Esos tacones deben molestarte— saqué la silla para llamar su atención y que ella se sentara. Aunque tardó para decidirse, buscó la forma de sentarse. Al tener un traje largo, mientras se sentaba, pinché su traje con la misma silla. El alma de la fiesta es ella, así que, ¿Por qué no encender la fiesta y hacerla resplandecer por lo alto? Miré las velas y sonreí.