—¿Te gusto?
Al salir esas palabras de la boca de Hinari, no pudo evitar contener la respiración. Sus ojos se concentraron en los labios de él esperando a que salieran las palabras. Su corazón era como un tambor que latía tan fuerte en sus oídos que todo lo demás desaparecía de la existencia.
1 plátano... 2 plátanos... 3 plátanos... 4 plátanos... 5 plátanos...
Hinari contó los segundos silenciosamente en su cabeza y cuando el número llegó a diez, sus tensos hombros cayeron. Incluso empezó a sudar debido a su extremo nerviosismo, pero al mismo tiempo, estaba algo decepcionada de que la bella durmiente no respondiera. Suspiro... —deja de actuar como una loca Hinari, no hay manera de que una persona dormida pueda responder a cada pregunta que usted haga, ¿sabes?