Los sentimientos de Davi estaban hechos un caos. Las palabras que había dicho Sei fueron como poderosos conjuros místicos que levantaron inmediatamente la maldición que pesaba sobre ella. Se sentía como si estuviera soñando y apenas podía creerlo. Ella nunca había pensado que todo podría resolverse tan fácilmente, como si fuera una asunto tan simple. Sei hizo desaparecer su maldición así nada más, y era completamente increíble.
Además, al oírlo decir que, definitivamente, la curaría apenas pudiera, se quedó tan sorprendida que ni siquiera notó lo que le estaba haciendo Sei. No notó el deseo en sus ojos, ni lo cerca que se encontraban sus cuerpos en ese momento.
Todo lo que podía sentir era lo que estaba comenzando a florecer en su desolado mundo. Podía sentir que las cosas estaban por cambiar. Su mente comenzó a recordar la persona que era hace cinco años, al verse a sí misma sonriendo y riendo en los brazos de Sei, amándolo de forma incondicional.