Pocas palabras podrían describir la escena de alguien, que claramente había levantado la cabeza y había hinchado el pecho pero aún parecía estar sacando la barriga, golpeándose el estómago. ¡Las palabras difícilmente podrían describir el aura indescriptible que explotó de tal persona!
En ese instante, Wang Baole sintió como si las personas ante él hubieran quedado atónitas por su figura alta y llamativa y el aura fuerte que exudaba de su persona. Miró sus caras que estaban con los ojos muy abiertos y boquiabiertos, entonces se sintió extremadamente satisfecho.
El pequeño gordo parecía haber olvidado que, de pie detrás de él, había un simio diamante de boca ancha y sonriente que emanaba olas de violencia y ferocidad. Levantó ligeramente la cabeza y tosió.
Wang Baole miró a un guardia de la Residencia del Señor de la Ciudad que estaba parado en una esquina y preguntó—: ¿Es aquí donde están estacionados los cruceros?