Me quedé hipnotizada por esos ojos, me eran familiares.
Traté de recordar dónde los había visto y empezó. Un dolor de cabeza que amenazaba con hacerme perder el conocimiento. Mis ojos se aguaron y quería llorar.
-- Te sientes bien, Becca?-- pregunta mi tío Baquo, quién a su vez era el propietario del lugar.
-- No te preocupes-- le sonreí y terminé de hacer el hielo picado.
Fui a buscar a Mary para darle lo que me había pedido, cuando el dueño de esos ojos ámbar me agarró del brazo, sorprendiéndome.
Me hundí más en ese mar de fuego, era como si la arena estuviera persiguiéndome y deseaba entrar en ella.
-- Necesita algo?-- pregunté cuando tuve cierto poder de mis cuerdas vocales.
Él no respondió nada, sólo se quedó mirándome fijamente y no me había soltado el brazo. Es más, había puesto un poco más intenso en el agarre.
Rozo sus nudillos en mi mejilla derecha, la cual tenía la nueva cicatriz, que iba desde el lagrimal hasta terminar en la mandíbula.
Sentí ternura, y un agradable cosquilleo que iba recorriéndome en el interior. Pero no iba a seguirle el juego.
Cherval, se acerca y me pasa el brazo por los hombros:
-- Becca, lo conoces?-- pregunta en tono desenfadado, pero intuí que estaba celoso.
-- Creo que es un cliente de la zona de Betty-- me encogí de hombros--. Sabés bien que no me acerco a esa zona, prefiero donde pueda...
-- Verme?-- me interrumpe.
-- No-- y le di un codazo en las costillas--. Me gustan más los encuentros.
Él se hizo el ofendido y yo me reí.
Se despidió de mi, ya que era su turno.
El extraño se había marchado, pero aún tenía sus dedos marcados y tenía una desagradable sensación de pérdida.
Mary se enojó un poco conmigo, pero se le pasó enseguida al ver que tenía los signos del dolor de cabeza. Estaba un poco más pálida que antes. Así que me perdonó.
El tío Baquo me despide por el día de hoy, así que me marché pero no sin darle un beso sonoro en su mejilla. Él se ríe por el honor de haber recibido un beso mío.
Lo fulmine con la mirada, pero mis labios se curvaron a mi pesar.
Me puse el abrigo y salí hacia afuera.
Había refrescado bastante. Así que me sujeté bien la chaqueta y seguí mi camino a casa. Sonreí al pensar que mi padre estaría esperándome con una deliciosa taza de chocolate. Se me hizo agua a la boca.
Estaba por doblar en la esquina cuando vuelvo a chocar contra alguien. Me agarré la cabeza con evidente dolor, y levanté la mirada.
Sus ojos ámbar estaban mirándome fijamente de nuevo.
Se acerca hasta que nuestros calzados se rozaran apenas y la punta de su nariz queda pegada a la mía.
Aún cuando la situación me parecía extraña y que no debería dar a lugar, me pareció que había una conexión como me había sucedido al traer un cachorro de lobo a casa.
Experimenté nuevamente un dolor de cabeza y busque en mi bolso las pastillas para combatirlo y la botella de agua que siempre llevaba a mano.
Aunque no le saque la vista.
-- Quién eres?-- pregunté para romper el hechizo en el cual estaba sumergida.
No respondió, se quedó ahí.
Aparte un poco la mirada y el rostro para tomar la pastilla que aliviaría mi malestar.
Estaba por decir algo más cuando sus labios chocan con los míos y de forma automática cerré los ojos.
Puso sus manos en mis caderas y me acerco más hacia a él. Mis pechos se quedaron estampados contra el suyo.
Lo aparte:
-- Lo siento, pero no te recuerdo-- y estaba por decirle que debido a un fuerte accidente había sido la causante de mi perdida de memoria.
Pero mi padre hace acto de presencia y me ruboricé. Mi padre me había atrapado besando a un desconocido.
-- Becca, vamos a casa-- y por suerte para mí, él no había visto al hombre de ojos ámbar.
-- Macbeth está vivo-- fue lo único que Ivanhoe había dicho al regresar junto a sus hermanos.
-- Qué has dicho?-- pregunta Brión.
-- Eres sordo?-- dijo Rowina--. Ha dicho que el doctor Macbeth está vivo. Cómo lo sabes?-- pregunta ella.
Ivanhoe no respondió, sino que se quedó pensando en el beso que me había dado y en la frase que le dije antes de irme. "No te recuerdo". Sonrió, él iba a encargarse de que si lo recordará.