Los dos dejaron la cámara secreta.
Su Clan Shiliu iba al frente y Song Shuhang la seguía desde atrás mientras entraban en la sala de estar.
En el sillón, el señor de la Secta del Granjero Inmortal abrió sus ojos y miró con frialdad a los dos.
—Finalmente salen, este viejo hombre sabía que nunca salieron de esta suite.
El especuló que ambos se estaban escondiendo en algún lugar de la casa; si no hubiera sido porque derrumbar la casa hubiera atraído mucha atención, él ya habría empezado a demolerla casa.
—No deberías haberte quedado —Su Clan Shiliu le dijo con una voz calmada.
—Mierda, ¿Por qué no debería haberme quedado? —El señor de la Secta del Granjero Inmortal se paró y les gruñó.
Al mismo tiempo, todos los huesos en su cuerpo hicieron un ruido de crujido y sus dos manos formaron unas garras con Qi verdadero fluyendo de hacia dentro y fuera de cada dedo, tan filosos como el filo de una espada.