En el lejano oeste, una brillante estrella apareció en el cielo del atardecer, indicando la llegada de la noche. Las montañas a lo largo del valle empezaron a verse más y más oscuras.
Cuando Lucien llegó a la cueva secreta según lo acordado, Ell, Francis y Jacob ya estaban esperando allí. Incluso tras un larga y tortuoso recorrido para deshacerse de la persecución de los falsos dioses y sacerdotes, lograron llegar antes que Lucien.
—¿Por qué tan tarde, Leviatán? —Preguntó Jacob en voz baja, quien al mismo tiempo estaba conjurando hechizos para asegurarse de que nadie estuviera siguiendo a Lucien.
Ell y Francis también tenían la misma pregunta, ya que esa cueva no estaba muy lejos de la ciudad de Husum, y Leviatán había abandonado la ciudad mucho antes que ellos.
Lucien explicó, bien preparado.
—Salté al río pero me metí en problemas debido a las mareas y las olas invocadas por el Dios de la Luna. Me llevó un tiempo nadar lejos de las corrientes.