Sintiéndose aturdido todavía, Lucien miró al lado izquierdo de la pared de forma confusa. Su cerebro funcionaba mucho más lento de lo normal por la descarga eléctrica. Después de unos segundos, Lucien se dio cuenta al fin de lo que estaba pasando. Se acercó a la pared y preguntó en voz baja.
—¿Quién es?
—Tu vecino, Adam. Nos acabamos de conocer, amigo —respondió un hombre.
Entonces, un ladrillo en la pared fue retirado. El hombre del otro lado sacó el ladrillo.
Lucien vio un par de ojos azul oscuro a través del agujero en la pared.
—¿No hay círculos mágicos en la pared? —Lucien estaba bastante sorprendido y levantó ligeramente la ceja izquierda, como solía hacer Natasha.
¡Lucien no podía creer que los ladrillos y las paredes de la torre mágica de aquel mago de rango sénior no estuvieran protegidos por ningún círculo mágico para evitar que fueran destruidos con facilidad!
Los ojos azules estaban sonriendo y el hombre respondió.