"Si hubiese querido hacerte daño, habrías dejado de existir hace mucho tiempo de este mundo".
¡¿Qué había querido decir con eso?!
Ella entendió algunos puntos.
Primero, ese hombre era tan poderoso que podía aplastarla sin esfuerzo.
Segundo, ese hombre sostenía la puerta de su destino, lo suficiente como para ser capaz de ordenar su muerte.
Tercero, ese hombre, al menos por ahora, no era su enemigo. En cuanto a si sería un amigo o un enemigo, eso era algo que se decidiría más tarde.
Su corazón inquieto se calmó un poco. Se sentó en el sofá y observó cada uno de sus movimientos en secreto y con cuidado.
Cuando el hombre terminó su taza de té, ya habían pasado quince minutos, pero aun así él no tenía prisa por hablar.
No sabía si la mantenía en suspenso a propósito, pero procedió a servirse otra taza de té y a tomarla sin prisa.