¿Estaría siendo amenazada?
Cuanto más lo pensaba, más miedo tenía. Un escalofrío aterrador le subió de los dedos de los pies hasta la cabeza.
Su cara palideció en un instante y las puntas de sus dedos temblaron incontrolablemente.
Sus manos temblaban tanto que dejó caer los documentos al suelo.
Su pecho se agitaba sin parar; aparentemente, todavía estaba en estado de conmoción.
Luchando por controlar sus emociones, se agachó lentamente para recoger los papeles que estaban dispersos por el suelo.
De repente, detrás de ella llegó la voz profunda de un hombre.
—¿Conmocionada al ver estos documentos?
La abrupta voz era profunda y baja, pero cayó en sus oídos como un trueno en esa silenciosa habitación. Ella gritó sorprendida y con los ojos bien abiertos, rápidamente giró para mirar hacia la dirección de donde provenía la voz.