Cuando Aaron salía de la oficina con una sensación incomoda se encontró por casualidad con Mu Wanrou en la puerta.
No tenía idea de cuánto tiempo llevaba afuera ni de cuánto había escuchado de la conversación. En ese momento, la palidez de su piel era bastante terrible.
Estupefacto, su expresión se debilitó un poco y exclamó, sorprendido: —¡Señora!
—¡Cállate!
De inmediato, Mu Wanrou lo perforó con su mirada. Dio un paso adelante, cubrió su boca y lo empujó al interior de la oficina del asistente para así cerrar la puerta desde el interior.
¡Bang!
Desconcertado, Aaron se quedó quieto en el lugar. Mu Wanrou estaba temblando de pies a cabeza. Ella se apoyó en la puerta y dejó su cuerpo deslizarse sin poder hacer nada. Se veía como si se hubiese sumergido en una gran angustia y miedo.
—¡Señora! ¿Se encuentra bien?
La miró, preocupado.