—En realidad, no —respondió Li Jinnan, poniendo un brazo alrededor de los hombros de Qin Shuhua—. ¿Dónde está el abuelo?
—Está en su habitación. Ven, te llevaré a ver a tu padre.
Cuando Li Jinnan estaba a punto de seguirla, la puerta de Li Sicheng se abrió de nuevo. Li Jinnan, de repente, no tuvo prisa por ver al abuelo. Se detuvo y le indicó:
—Hermano, en el sitio de siempre.
Li Sicheng entornó los ojos y siguió caminando:
—Vamos.
Cuando Su Qianci salió, vio que los dos hermanos se iban. Miró a Qin Shuhua y preguntó:
—Madre, ¿qué están haciendo?
—¿Quién sabe? Ellos dos siempre tienen algún secreto. Ahora son dos hombres adultos —explicó Qin Shuhua y dio un suspiro; pareció acordarse de algo y le hizo un gesto con la mano a Su Qianci—. Ven y echa un vistazo a la ropa de niños que tu tía ha enviado por correo. Te la traeré aquí.
—¿Tan pronto?
—En realidad, no. Tenemos que pedirle al abuelo piense un nombre para el bebé.