Los ojos de Qi Lei se oscurecieron cuando escuchó esto. El dolor que había enterrado en lo profundo de su corazón de repente resurgió como una oleada de locura. Quería acercarse a ella y darle un abrazo para decirle que la extrañaba y que pensaba que ella se había ido. Quería que ella supiera que él había sufrido y luchado.
Sin embargo, al verla en ese momento, todo el impulso que se reunió en el cofre se disolvió inesperadamente. No dijo nada. En cambio, él la observó en silencio mientras lentamente la soltaba de los hombros.
Qi Lei soportó la angustia en su corazón mientras le preguntaba a Gu Lingsha con amargura: —Shasha, sigo siendo tan molesto como lo era antes, ¿no?