Un silencio largo.
El rostro de Wei Shaoyin se mantuvo frío mientras sorbía el café Madheling en su mano. Cuando golpeó la mesa con su mano, la mitad de la taza de café salpicó el plato y la mesa, pero no se dio cuenta, a pesar de que por lo general esto lo habría preocupado.
Xia Ling tampoco habló. Su corazón se estaba hundiendo lentamente.
A pesar de lo crueles que fueron las palabras de Tan Ying, eran en aras de la compañía y ella no tenía cómo rebatirlas. Wei Shaoyin también era parte de la alta directiva de la compañía y era un empleado diligente. Ella no pensaba que su relación fuese lo suficientemente cercana para que él estuviese dispuesto a interferir en los intereses de la compañía para ayudarla. Además, Tan Ying había dicho que Wei Shaoyin no tenía autoridad sobre los asuntos del campamento de entrenamiento.
Mientras pensaba sobre todo esto, escuchó hablar a Wei Shaoyin.