Mientras la abuela hablaba, Lu Linlin y Lu Lili cambiaron de posiciones. Se recostaron sobre el sofá y se turnaron para masajear los hombros de la abuela.
Pequeños rastros de Esencia de la Naturaleza fluyeron a través de sus meridianos hacia el cuerpo de la abuela, haciéndola sentirse refrescada. "¡Las técnicas de masaje de estas dos chicas son excelentes!" Pensó.
—Ok, ok, ustedes cuidan muy bien de mí, pero no tengo cómo pagarles —dijo la abuela. Aun cuando para ella era agradable, la abuela tomó sus brazos para detenerlas.
—Taijun, tú eres la reencarnación de la buena suerte, y debes disfrutar la vida y ser feliz —dijo con gentileza Lu Linlin.
—Ustedes dos siguen halagándome —dijo la abuela agarrando con suavidad sus manos y haciendo que se pusieran frente a ella.
Durante este periodo, las hermanas Lu se habían familiarizado con la abuela. La abuela las trataba como sus nietas y ellas cuidaban atentamente de ella.