—Tú...
Chen Jin miró a Ji Ning asombrado. Antes, Ning parecía ser un joven muy cortés, guapo y delgado, pero ahora ya no estaba ocultando la intención asesina en sus ojos.
—Si... Si no hago un juramento por el Dao de los Cielos... Él me matará. ¡Definitivamente me matará!
Así es. Ning realmente deseaba matarlo. No permitiría que su propio clan, el clan Ji, enfrentara la aniquilación. Ya sea por el bien de su padre, por el bien de aquellos miembros del clan que le importaban o porque sentía un fuerte sentido de pertenencia por el clan, Ning definitivamente haría todo lo posible por preservar el clan.
—¡Incluso si tengo que cometer fratricidio contra un compañero discípulo y viole las leyes de la escuela! ¡Aceptaré el castigo!.
Esto era lo que Ning pensaba para sí mismo.