¿Qué estaba esperando?
Esa era una pregunta que nadie en el Clan Fang había sido capaz de responder durante generaciones.
Meng Hao miró la estatua, llorando, plenamente consciente... De que la misma había estado aguardando por él.
Lo había esperado ahí sola durante decenas de miles de años...
La razón por la que había volado hasta ahí para el Clan Fang era por la sangre del alma que había surgido de la frente de Meng Hao para conectarlo con la estatua. Por eso, no importaba el tiempo que los separara, o quién terminara tomando posesión del soldado. Meng Hao... Siempre sería su maestro original.
Hacía años, antes de que Meng Hao naciera, la estatua voló por el espacio, guiada por su sangre, hasta el Clan Fang. Había encontrado un lugar en el que sentía un linaje familiar, y luego eligió esperar allí en silencio.
Esa era la simple respuesta a la pregunta hecha por tantos miembros del Clan Fang.