Luego de que Duan Ling Tian y Lu Qian partieran juntos de la Sala Megrez, retomaron la ruta de regreso.
—Duan Ling Tian, tú... —en el camino, Lu Qiu estaba algo dubitativo, quería decir algo pero tenía cierto resquemor.
—Anciano Lu Qiu, me ha salvado la vida una vez, por lo que me ha concedido la gracia del renacimiento... Si tiene algo que decirme, dígalo de frente —Duan Ling Tian sonrió tibiamente y su sonrisa era como una brisa de primavera que acariciaba a uno el rostro.
Lu Qiu asintió con la cabeza y dijo:
—Aunque no sé qué métodos has utilizado para derrotar a un oponente que tiene más fuerza que tú, has matado a Shi Hao y hasta has derrotado al hijo adoptivo del Maestro de Pico, Qu Yong Qian... Sin embargo, como dice el dicho, la riqueza del hombre es su propia ruina porque genera codicia en los demás. Hoy me temo que has revelado una habilidad demasiado aterradora ante el Maestro de Pico...