—Me gustaría pasear un poco, ¡pueden irse de aquí!
Leylin vio un dejo de desilusión en los ojos de Jessia cuando les dijo esas palabras, mientras que Nolan soltó un suspiro de alivio.
Leylin se rio por lo bajo mientras se volteaba, levantó la mano y desapareció entre la muchedumbre, con Kubler siguiéndolo de cerca. Con sus increíbles sentidos, pudo oír levemente a dos personas detrás de él discutiendo con voz constreñida.
—Esto es realmente... —dijo Leylin sacudiendo la cabeza—. En vez de depositar tu limitada energía en buscar la verdad, te enfocas en cosas así... ¡Pero supongo que es probablemente el derecho de los plebeyos al placer!
Sacudió la cabeza, después asintió y llamó a Kubler para continuar su viaje.
—Luego de entrar en el Dominio del Río Negro, el cuartel del Clan Uróboros, el Pantano Fosforescente, estará muy cerca... —Kubler, naturalmente, estaba muy familiarizado con el lugar y sentía una pizca de miedo y también nostalgia.