—¿Murió?
Todos miraron con incredulidad el cadáver de Sareya, que había caído sobre el Obelisco como una muñeca de trapo rota.
El Sareya que había enviado a correr por sus vidas como perros a más de 200.000 jugadores de Élite había perecido casi instantáneamente. Era como despertar y descubrir que todo lo que había sucedido era simplemente un mal sueño.
—¿Qué fue lo que hizo? —Gentle Snow no se atrevió a creer que esa situación fuera real.
Un PNJ tan poderoso como Sareya, en realidad, no había sido más que un juguete para Shi Feng...
Durante todo ese tiempo, los diversos grupos grandes habían estado bailando en la palma de su mano, como si estuvieran a su entera disposición. Esa hazaña era mucho más aterradora que simplemente confiar en la fuerza pura para derrotar a los diversos grupos. Con solo esa habilidad, Shi Feng fácilmente podría infundir miedo en cada grupo en el reino.