Tal como Ye Xiu esperaba, el pequeño jefe con la lámpara de aceite no fue difícil de tratar. Puesto que tenía la responsabilidad de ser el tanque y sanador, las tareas más complicadas fueron realizadas por él. Los demás prácticamente pudieron atacar sin mucho cuidado.
La batalla fue rápida, pero el equipo de WeiChen lo fue más con su ventaja de inicio, Ye Xiu y compañía todavía no habían vencido a su jefe cuando escucharon vagamente que los otros se lamentaban por algo.
Esos sonidos vinieron desde fuera del juego, y ya que los sonidos de la batalla eran bastante intensos, Ye Xiu no los escuchó claramente. Pero poco después, WeiChen le gritó desde donde estaba sentado, a un lado de Ye Xiu.
—¡Parece que los jefes de estas mazmorras chicas no tienen una recompensa por su Primera Muerte!
Ye Xiu pausó por un momento antes de entender lo que había pasado.