— ¿Cómo podría perder? Soy un prodigio del ajedrez —dijo arrogantemente Su Yu mientras se sentaba frente a Huo Mian y comenzaba a colocar las piezas de ajedrez.
Le recordó a ella con una sonrisa: —Tienes que prometer no llorar cuando pierdas.
—Gracias por el recordatorio... lo mismo aplica para ti si pierdes.
—Ch ch... —la boca de Su Yu no era tan rápida como la de Huo Mian por lo que cedió de inmediato y volvió a colocar las piezas de ajedrez en el tablero.
Luego de terminar, le hizo un gesto.
—Las damas primero.
— ¿Estás seguro que después no dirás que gané porque yo empecé la partida?
—Por supuesto que no, que tú empieces no me va a afectar mucho —dijo Su Yu, lleno de confianza.
—De acuerdo entonces, gracias —Huo Mian tomó una pieza con una sonrisa en el rostro. Luego Su Yu observó el tablero e hizo un movimiento.
—Ey, no, no deberías ir allí —intervino con inquietud el abuelo Su, pero Su Yu no le hizo caso.