—Pero yo... —Chen Jie se tragó sus palabras.
—No hay peros. No existe eso de que alguien esté fuera de tu nivel. Esa es una idea estúpida. Lo que importa es lo mucho que se aprecien el uno al otro. Jie, tú eres una gran joven y Ni Yang es un buen chico. No les preguntaré cuánto han sufrido en el pasado, pero, sin importar lo que decidan, solo quiero que los dos sean felices.
A Huo Mian realmente le agradaba su asistente. La muchacha era inteligente, sensata y directa.
—Jefa... Muchísimas gracias.
A Chen Jie se le llenaron los ojos de lágrimas al oírla; estaba gratamente sorprendida por la respuesta tan positiva de su jefa.
—Bueno, bueno... Mejor detengámonos, antes de que las dos comencemos a llorar. Regresa a trabajar, hablaré con Ni Yang cuando tenga la oportunidad. Mientras tanto, no pienses demasiado en eso.