—Ah, y no debería haber sido dama de honor en lugar de Zhu Lingling, ella es muy malagradecida ja ja.
Huo Mian intentó insertar tonterías en la ecuación, en un intento de cambiar el tema.
—Jefa Huo, te han crecido alas, ¿no? No tienes que discutir nada conmigo, ¿o sí? —preguntó el Sr. Qin, despótico.
—No, no es eso —negó inmediatamente Huo Mian.
—Entonces crees que tu esposo es demasiado débil, ¿y por eso lo ignoraste públicamente y coqueteaste con otro hombre? ¿Pensaste que había muerto? —preguntó Qin Chu sombríamente.
—Soy inocente, Sr. Qin. El maestro de ceremonias improvisó y nos pidió que lo hiciéramos, nadie me avisó antes. Además, no estaba coqueteando, no tienes que creerme, pero no me humilles ¿de acuerdo? —dijo Huo Mian, volteando la cabeza, molesta.
—¿Qué te parece esto? Toca un dúo conmigo y lo dejaré ir —propuso Qin Chu calmadamente.
—Eh.
—¿Qué? ¿No puedes hacerlo? —preguntó a propósito Qin Chu.