Lo que siguió fue un largo período de silencio.
Los ojos de Anna no eran tan tranquilos como Roland había pensado. Mientras la pareja se miraba en silencio, vio en los ojos de ella una creciente corriente de superficie color azul claro. Veía ansiedad, miedo, pero sobre todo, resolución. Esta fue la razón por la que su expresión siempre se veía tan acertada.
A medida que el tiempo se deslizaba silenciosamente, la sensación se hacía más y más intensa.
Roland finalmente se dio cuenta de que no iba a cambiar de opinión.
Cerró los ojos y exhaló un largo suspiro.
—Está bien, pero debes aceptar una solicitud.
—Dilo.
—Nunca debes ir en la línea del frente. Siempre permanecerás en la parte trasera.
—Prometido.
—Si algo sucede en el campo de batalla... —Roland se humedeció los labios —. Estoy diciendo, en caso de que yo...
—Si algo así realmente sucede, me iré de la Región Norte de inmediato —dijo Anna sin reservas.