Agatha estaba perpleja por los inmensos cambios. Se dijo a sí misma que no les creía, pero sus historias sonaban tan reales que pensó que ninguna bruja podría haberla inventado así de repente.
Poniéndose en los zapatos de ellas, jamás podría imaginar que fuera esclavizada, cazada o incluso asesinada.
Incluso las personas comunes con el estatus más bajo en la Ciudad Santa de las brujas eran tratadas como seres humanos, no como animales.
Ella comenzó a sentirse extremadamente agotada. Wendy lo sintió y le trajo una taza de leche caliente y trató de consolarla.
—Oh, querida, bebe esta leche y te sentirás mejor.
Aunque la mujer de cabello castaño rojizo no tenía el poder y la fuerza divinos, afectó a Agatha con su buen temperamento y su actitud... Agatha bebió la leche de un solo trago. Una corriente cálida y dulce voló en sus entrañas, lo que la ayudó a recuperarse un poco. Agatha descansó por un largo período antes de continuar su conversación.