Todos los seres extraños que salieron de entre la multitud, fueron asesinados, pero el estallido de los refugiados causado por ese cambio repentino, continuó y gradualmente se hizo difícil de controlar. En medio de los gritos continuos de la gente, docenas de guerreros especialmente armados rodearon la escena, y al mismo tiempo, la voz sonora del príncipe sonó repentinamente sobre la multitud.
—Silencio, mi pueblo. Soy su Señor, Roland Wimbledon. Ahora escúchenme.
La voz era fuerte, pero no era un rugido histérico. Fue una narración clara y constante. Vader sintió como si estuviera hablando directamente a su oído, y había una fuerza innegable en sus palabras que superó el tumulto y el miedo de la escena.
La multitud se calló de repente.