Con las manos elevadas en el aire, habló con dolor y pesar en su voz, mientras recitaba uno de sus poemas favoritos de la Tierra.
—No entres dócilmente en esa noche quieta,
La vejez debería arder y delirar al cierre del día;
Enójate, enójate contra la muerte de la luz.
Aunque los hombres sabios al final saben que es correcto lo oscuro,
Porque sus palabras no forjaron ningún relámpago, no,
No entres dócilmente en esa buena noche.
Los hombres buenos, la última ola, se despiden llorando qué brillantes
Podríamos haber bailado en la bahía verde,
Enójate, enójate contra la muerte de la luz.
Al terminar el poema, cerró sus ojos y apuntó su mano hacia el castillo, lanzando Enjambre de Meteoros.
Después de presenciar la derrota de los soldados por Archer, la gente de la caravana comenzó a calmarse.